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La punta de la lengua
Columna
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Ni inglés ni latín

Extraña que un jurista, una persona de letras, no halle la relación entre el concepto de la muerte y el significado de ‘exitus’ en latín

Aeropuerto Internacional Benito Juárez Ciudad de México
Puerta de salida del Aeropuerto Internacional Benito Juárez, en Ciudad de México.Jeff Greenberg (GETTY IMAGES)
Álex Grijelmo

Alberto Núñez Feijóo dijo el 8 de junio en la South Summit de Madrid: “Yo he gestionado 150.000 millones de los gallegos y he intentado prestarles desde el paritorio hasta el momento del exitus… [Pausa]. No sé por qué se llama exitus cuando dejas [sic] de latir el corazón o de funcionar el cerebro...”.

Cualquiera puede incurrir en un lapsus. Y su reputación no sufrirá daño si previamente lo hemos percibido como persona preparada y culta; en ese caso tenderemos a la benevolencia. Pero si el tropiezo se produce en alguien que no ha dado muchas muestras de atesorar buenas lecturas (ya se notó que por Orwell y su obra 1984 no había pasado Feijóo, aunque hizo ver que sí) y que cae en desatinos gramaticales (como usar continuamente “deber de” –posibilidad– cuando procede “deber” –obligación–), esos antecedentes nos invitarán a un juicio menos condescendiente.

No entraremos en la inconsistencia sintáctica (“cuando dejas de latir el corazón”) y nos centraremos en ese exitus que le llamaba tanto la atención.

Este latinismo forma parte de la locución exitus letalis, usada entre médicos para referirse a los enfermos que salen del hospital por haber fallecido. Aparece en diccionarios especializados, pero no en el de las academias; y se basa en el participio pasado del verbo latino exire (ex-ire: ir fuera; o sea: “salir”). Por tanto, exitus significa “salida” o “partida”. El adjetivo letalis (mortífero) se desvaneció con el tiempo y dejó solo al sustantivo, para conformar así un eufemismo que oculta la idea del deceso: “alguien sale”, “alguien se va” (en vez de “alguien muere”).

Nadie está obligado a saber eso, ni siquiera un médico. Sin embargo, sí extraña que una persona de letras que ha estudiado derecho romano no halle la relación entre el concepto de la muerte y el significado del vocablo latino (del paritorio al exitus, de la llegada a la salida). Y además, Feijóo disponía de otros elementos para hacerlo. La palabra Brexit, sin ir más lejos.

El presidente del PP había explicado días antes que no necesita saber inglés, ya que existen los intérpretes. Pues bien, aquí le faltó uno.

Quienes han pisado algún aeropuerto habrán visto la palabra exit en los rótulos de las salidas, lo cual permite saber que eso es lo que quiere decir exit en inglés: salida. A partir del latín, claro, que también le aporta términos a ese idioma. Además, exit se relaciona con eixida, que alguna vez habrá leído también Feijóo en autopistas y salas de embarque de la Comunidad Valenciana; porque en su variedad del catalán, eixida equivale a “salida”.

En el Mio Cid se lee: “Exíen lo ver mugieres e varones…”.; y durante siglos, “exito” (aún sin tilde) significó solamente eso: “salida” (hallamos “buen exito”, buena salida, en obras del XVIII). Los cromosomas de ex-ire nos han llegado también en palabras como “ejido” (campo que está a la salida de un pueblo) o “forajido” (salido afuera; es decir, que huye). Y en “éxito”, claro; un cruce que quizás nubló a Feijóo, a quien tal vez le habría parecido más idóneo para este caso decir fracasus.

Pero aquella idea del éxito como salida se relacionó tanto con finales felices que el sustantivo se impregnó del adjetivo. No en vano un producto que tiene salida es un producto de éxito; y encontrar la salida a un problema constituye siempre un triunfo.

Precisamente, este tropezón de Feijóo se convertiría en un éxito si, tras aprender de él, incluyese en su programa electoral la medida de devolver la enseñanza de la lengua de Roma al lugar que se merece. El latín ayuda muchísimo a abrir las puertas del pensamiento.

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Sobre la firma

Álex Grijelmo
Doctor en Periodismo, y PADE (dirección de empresas) por el IESE. Estuvo vinculado a los equipos directivos de EL PAÍS y Prisa desde 1983 hasta 2022, excepto cuando presidió Efe (2004-2012), etapa en la que creó la Fundéu. Ha publicado una docena de libros sobre lenguaje y comunicación. En 2019 recibió el premio Castilla y León de Humanidades

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