Inmigración y jemeres rojos
Si de algo pueden estar seguros los ciudadanos es de que el secreto no se inventó para salvaguardar virtudes
El Parlamento Europeo se negó el pasado día 18 a aprobar la gestión de la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas, más conocida como Frontex, porque continúa sin tener constancia de que se hayan tomado las medidas necesarias para acabar con la enorme lista de violaciones de derechos humanos que denunció la Oficina Europea de Lucha contra el Fraude (Olaf), en un reciente informe, confidencial pero filtrado a la prensa, de 123 páginas. Quizás el Parlamento español pudiera negarse a aprobar el presupuesto del Ministerio del Interior mientras que no se admitan responsabilidades por lo ocurrido en la frontera de Melilla el pasado mes de junio y su titular, Fernando Grande-Marlaska, no dé amplias explicaciones y seguridades de que las violaciones de la ley denunciadas por el Defensor del Pueblo hace pocos días nunca más volverán a ocurrir. O de que, si ocurren, presentará inmediatamente su dimisión. Porque si de algo pueden estar seguros los ciudadanos es de que el secreto no se inventó para salvaguardar grandes virtudes. El derecho a saber sirve para combatir la desidia y la incompetencia y para prevenirlas, igual que el derecho a ser testigo funciona como la mejor arma contra el abuso y la crueldad.
El informe de la Olaf señalaba que Frontex (10.000 agentes, 750 millones de euros de presupuesto, medios técnicos extraordinarios) ocultaba datos sobre graves violaciones de derechos humanos (por ejemplo, devolver al mar, en Grecia, sin ningún tipo de ayuda, a personas que ya habían conseguido llegar a tierra o señalar a las milicias libias en qué punto del mar se encontraban embarcaciones indocumentadas, no para que rescataran a sus pasajeros, sino para que los capturaran y trasladaran a cárceles secretas en Libia). El informe de la Olaf llega a decir que la lectura de wasaps internos de la Agencia muestra que en algunos momentos “el terror de los jemeres rojos” reinó en Frontex. “Las prácticas cotidianas de los agentes de Frontex y su concepción limitada de los derechos humanos revelan las formas en que las tácticas fronterizas ilegales se vuelven rutinarias”, escribe Covadonga Bachiller en The British Journal of Criminology.
La persecución legal de la inmigración “no deseada” (como se empieza a denominar en algunos documentos oficiales) es uno de los espacios donde más frecuente y más fácil es que se produzcan abusos y donde más fácil es que aparezcan émulos de Pol Pot, dispuestos a encontrar soluciones radicales. Por eso, el control debe ser más exhaustivo y, por eso, no debe dejarse en manos de los propios encargados de realizar esa persecución. El Ministerio del Interior español debe ofrecer nuevas y mejores garantías y aceptar que órganos independientes, con acceso pleno a su trabajo, vigilen, asesoren y ayuden a cumplir las normas legales que rigen ese tipo de acciones, tanto en las fronteras con Marruecos como en las rutas marítimas a Canarias y la costa levantina y, desde luego, en los llamados vuelos de repatriación, cabría decir de deportación, que no pueden ser expulsiones colectivas, prohibidas por el derecho internacional, y que son cada día más opacos.
Muchos organismos internacionales advierten de que el deterioro de la situación en África provocará la salida de más personas buscando una manera de mejorar su vida. Las actividades agrícolas suponen más del 80% de los medios de subsistencia en todo el continente y están reguladas únicamente por el tiempo y el clima, recuerda Brian Ayugi en la revista Pure and Applied Geophysics. Las proyecciones pintan un panorama sombrío: “Es probable”, añade, “que los eventos de sequía aumenten en un 16%, 36% y 54% en los escenarios de emisiones bajas, medias y altas, mientras que se espera que las sequías extremas cubran un área más grande”.
Es obvio que no se trata sólo de tener fuerzas policiales que rechacen la entrada de “inmigrantes no deseados”. Son necesarios en ciertos escenarios, pero la única forma realista de evitar los miles de muertos que se avecinan y nuestra propia degradación es regular esa emigración. Todo el mundo sabe que esa es la realidad. Romain Rolland definió en una de sus novelas a quien es un héroe: el que hace todo lo que puede. Hagamos todo lo que podamos para que se abran en Europa vías legales de inmigración.
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