Sucedió en París: retrato de una ciudad a través de sus mentes más brillantes

Jean-Charles de Castelbajac

Ha vestido a Madonna y diseñado la ropa de varias generaciones a través de Max Mara o Benetton. Y sin embargo, uno de los nombres que más persiguen a este marroquí de 72 años es el de Juan Pablo II: en agosto de 1997, para celebrar el Día Internacional de la Juventud, el Pontífice se calzó una sotana blanca a la que él había añadido los colores del arcoíris. “Es curioso que un tipo rebelde como yo vistiera a otro que acabaría siendo un santo”, bromea ahora, tras posar para esta sesión con algunas de las piezas que exhibe en Le peuple de demain, una muestra para jóvenes que el Centre Pompidou de París donde él expone Totem of the city, la obra con la que posa. “Siempre he querido hacer exposiciones que acerquen el arte a la gente, lejos del elitismo y las formalidades, y cuando nació mi hija Eugénie quise dejarle este legado a ella y a los niños de ahora, que no dejan de ser los adultos del futuro”.

Vassili Schneider

Spider-man y Dostoievski conviven en el imaginario de este parisiense de 23 años, benjamín de una saga de artistas: su padre, Jean-Paul, es bailarín y profesor de interpretación y su madre, Isabelle, es pintora, como sus tres hermanos. Él suma 27 proyectos como actor: acaba de terminar el rodaje de Les amandiers, de Valeria Bruni Tedeschi –”el mejor guion que he leído en mi vida”– y ya rueda Notre-Dame brûle, sobre el incendio de la catedral en 2019, a las órdenes de Jean-Jacques Annaud (El nombre de la rosa). “Empecé como modelo desde que me pararon por la calle en Quebec con 17 años. Si pienso en el mañana, confieso que me gustaría rodar con Wes Anderson o Yorgos Lanthimos. Pero mientras tanto, por ir haciendo tiempo, preparo mi primer corto como director”.

Paul Hamy

La pandemia le sirvió para meterse en vereda, casi literalmente. Cada tarde, salía a dar largos paseos por París e iba cogiendo ramas de árboles que transformaba en piezas artísticas (como la corona que viste en la imagen). “No sé si tiene un sentido muy elevado, pero te lo dice alguien que empezó dibujando nubes en primaria”, cuenta. A sus casi 40 años, combina aficiones así con su trabajo de actor –en 2013 ganó el César por Suzanne– y modelo para revistas y firmas como Diesel. “Siempre me ha impuesto lo del cine, y creo que es culpa de mi primera escena. Tuve que hacer de amante de Catherine Deneuve para El viaje de Bettie (2013)”, recuerda. Se le ha visto en El ornitólogo (2016) u Occidental (2017). Y recogiendo ramas por la calle.

Tom Mercier

“Me muevo mejor de lo que hablo”, explica este actor israelí de 28 años sobre su posado en exclusiva para ICON. El movimiento le sirve para soltar lastre ante el estrés, y a juzgar por su currículo, diríamos que de eso ha tenido unos cuantos. En tres años ha estrenado el drama Ma nuit (2021) y se ha puesto a las órdenes de Luca Guadagnino en la serie We Are Who We Are (2020). También Sinónimos: un israelí en París (2019), que parece un símil de su propia vida, algo que él niega: “Sí, me crié en Israel y no hace mucho que aterricé en París. Pero no solo con la intención de trabajar más y mejor: algún día, me gustaría tener la opción de actuar en hebreo y en mi país”, zanja.

Théo Mercier

Cuesta oírle a este parisiense de 37 años soltar una carcajada, pero todo en su universo artístico rezuma un sentido del humor casi perverso. Su obra más longeva, por ejemplo, Radio Vinci Park, recrea la extraña atmósfera de los aparcamientos subterráneos a través de un ritual de seducción casi tauromáquico entre una motocicleta y un hombre. Lleva seis años mostrándola por todo el mundo. Es capaz de mezclar piezas como esculturas de pies enfundados en calcetines de deporte y puertas de automóvil, o la misma luna con la que decide posar para este reportaje. “Quiero mostrar la relación entre el objeto y su entorno, y en cómo uno sin el otro no significan absolutamente nada”, promete.

Pierre Marie

El concepto artista ornamental solo suena marciano hasta que se conoce a su inventor. Pierre-Marie Agin,
de 39 años (firma como Pierre Marie a secas), no se ve
a sí mismo como ilustrador, artista o diseñador gráfico porque se ve como todo a la vez. “Dibujo y creo objetos, sí, pero odio las etiquetas”, asegura. “Tras descubrir la palabra ornamentalista en 2010, en una exposición sobre príncipes europeos del XVII, decidí tomarla prestada para explicarle al mundo lo que hago”. A los
19, le escribió una carta al equipo de Hermès contando
lo increíble que sería diseñar algunos de sus pañuelos. “Contra todo pronóstico, respondieron. He diseñado más de una treintena”. Cada verano pedalea junto a su novio alrededor de Francia. “Si la ansiedad me pilla en París, la terapia es otra: este año he comprado incontables piezas de Ludovic de Saint Sernin, Palomo Spain o Znali. Ahora que puedo ir a tiendas físicas, en Vivienne Westwood es donde curo los peores males”.

Jérôme Sans

Entre los hitos que aparecen en la biografía de este comisario de arte, gestor cultural y crítico de 60 años se incluyen la creación del maravilloso Palais de Tokio, en 1999, y su dirección hasta 2006, o la puesta en marcha del Ullens Center for Contemporary Art
de Pekín. El cierre global de museos y centros artísticos en 2020, jura, no le quitó las ganas de seguir. “Todos estábamos convencidos de un cambio drástico del panorama artístico global hacia un escenario más lento y reflexivo, pero ha ocurrido justo al contrario”, lamenta. “Si hubo algo que todos necesitamos para seguir respirando, tanto durante aquellos meses como ahora, fue el arte. Esa reflexión sí me reconforta”. Fue retratado durante la preparación de Voyages Immobiles, una exposición (de donde sale la obra The Labyrinth of Passions, Joël Andrianomearisoa, junto a la que posa) con la que Diptyque celebra sus 60 años de carrera en la Poste du Louvre.

Romain Guillermic

No se moleste en buscar a Romain Guillermic en Google. El nombre artístico de este actor y bailarín francés de 27 años es Skips y surgió en 2011, cuando Guillermic descubrió el electro dance, un baile con el que se libran batallas ante jurado, tipo voguing. “Llevo bailando desde pequeño y cuando empecé a estudiar a Bob Fosse o Pina Bausch, decidí que era bueno tener un alter ego”, explica. Gracias a esas batallas, Gaspar Noé le llamó en 2017: “Solo me preguntó dos cosas: si me cortaría el pelo y si podría mandarle un vídeo improvisando una coreografía. Y vaya si lo hice”. Un mes después, estaba en Clímax (2018). En julio estrenó proyecto: un espectáculo junto a su banda. Y lo que le queda.

Ouissem Belgacem

Tenía el futuro asegurado como futbolista tras debutar a los 13 en el Toulouse Football Club. Pero a los 18, salió del armario y dejó la profesión. “Los insultos homófobos son probablemente los más comunes en fútbol y, desde una edad temprana, supe que tenía que esconderme si quería crecer. Simplemente, veía imposible ser gay y jugador de éxito al mismo tiempo”, explica. Su historia es ahora un libro, Adieu ma hont (Adiós a mi vergüenza) y será una película. Mientras, él da charlas e incluso actúa: acaba de hacer un cameo estelar en la adaptación de El mago de Oz que Paco León está terminando de montar. “Al acabar, me fui directo a Maspalomas. Creo que con decir eso es suficiente”.

Yvon Lambert

En 2008, este galerista de 74 años donó más de 450 obras para la colección permanente del Museo de Arte Contemporáneo de Aviñón. Fue algo histórico. Llevaba engrosando su colección desde 1966, cuando fundó su galería junto a los jardines de Luxemburgo (hoy está en Le Marais). Por ella han pasado artistas míticos como Cy Twombly, Jean-Michel Basquiat o Miquel Barceló. “Utilizo el arte como un medio para entender el mundo. El pasado, sí, pero también el presente y el futuro”, aduce. Solo exhibe obras que “lleven consigo un mensaje. Que ofrezcan preguntas, y respuestas si son poéticas, a las infinitas cuestiones que nos abordan”.

Paul Hameline

Solo tiene 25 años, pero este parisiense fue descubierto en 2014 por la agente de modelos Eva Goedel. Empezó desfilando para firmas de vanguardia como Vetements y Hood By Air, aunque él prefiere lo audiovisual: “Me crié admirando a Tim Burton y David Bowie, creo que de ahí viene mi gusto por lo peculiar”, dice. Colaboró con Zac Farley en Like Cattle Towards Glow (2015), una cinta famosamente explícita sobre los límites del deseo sexual. Hameline evita todo lo que huela a convencional: “No me gusta aburrirme”. Claro.

Realización: Pedro Canicoba

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