Fangoria sobre la fama, la censura, el cotilleo y las críticas: “Ahora, si no eres activista, eres cómplice de todo lo malo que pasa en el mundo”
Alaska y Nacho Canut acaban de publicar ‘Existencialismo Pop’, el primero de una serie de EPs liderados por el sencillo ‘Momentismo absoluto’, una corriente de pensamiento que da inicio a una charla que, como siempre ocurre con ellos, es una mera excusa para que acaben hablando de todo... aunque ya no les guste
Se llaman Alaska y Nacho Canut, forman Fangoria desde hace más de 30 años y su último trabajo, Existencialismo Pop, parece la respuesta perfecta a los tiempos que vivimos: no es un álbum, es un EP con tres canciones, su single principal se llama Momentismo Absoluto y habla de olvidar el pasado y no encomendarse con demasiado entusiasmo al futuro. Pero como lo que mejor hacen Nacho y Alaska –aparte de componer himnos nihilistas y pegadizos de tres minutos y posar hieráticos para las fotos– es conversar, dejemos que lo hagan. Aunque esta charla nace de un punto de partida ya pesimista: según el dúo, hablar en 2021 se ha vuelto peligroso porque ya nadie puede decir lo que realmente piensa.
Había pensado que, en vez de entrevistarlos, me gustaría dejarlos conversando sin rumbo frente a la grabadora.
Nacho Canut: Eso no es posible ya. Hay que diferenciar entre la vida privada, lo que hablas con tus amigos, y lo que dices en las redes. Y lo que no es de tu vida privada ya pertenece todo a las redes.
La última vez que habló para ICON afirmó que había dejado de decir lo que pensaba, por lo que pudiera pasar. Parece que sigue en sus trece.
Alaska: ¡Ha ido a peor!
N.C: Dame diez años. Cuando cumpla 75, que ya estaré como mi madre, que dice lo que le da la gana, empezaré a decirlo yo también. ¿De quién decimos siempre que dice lo que le da la gana porque ya está en edad de hacerlo?
A: Antonio Escohotado. ¡Él siempre dice lo que quiere, pero ahora le ha pillado con una edad muy buena!
N.C.: A esa edad ya no tienes que preocuparte por lo que van a decir de ti si dices lo que piensas.
A: El mundo nunca se queda en el mismo sitio, siempre cambia. Suponemos que los ciclos, algún día, nos volverán a ser más favorables.
N.C.: Ahora la conversación ya es mundial, así que porque haya dos voces menos, la tuya y la mía, no pasa nada. Así se escucha más a los que tienen algo interesante que decir. Hay demasiada cacofonía de gente que no tiene nada que decir pero lo dice igual. Que hablen solamente científicos, gente con un título, reconocimientos, premios Nobel…
A: Durante años los periodistas nos han dicho: ‘¡Qué divertidos sois en las entrevistas porque habláis de todo y los demás artistas solo hablan de su nuevo disco!’. Pues hemos decidido ser artistas aburridos.
N.C.: Eso es, y hablar solo de nuestro nuevo disco.
Momentismo absoluto suena a respuesta a lo que nos está pasando, a la pandemia y al confinamiento, ¿lo es?
A: Momentismo absoluto es lo que es para nosotros la vida, siempre. Lo que pasa es que por una vez de repente todo el mundo puede pensar como nosotros porque nos ha pasado a todos lo mismo, ¡que ya es difícil! Por una vez, eso que siempre decimos de que el pasado es lo que ya has hecho y es genial haberlo hecho pero ya lo hiciste y el futuro, más allá de saber que hoy tenemos que verte (y tal vez ni eso porque de repente se anula todo), no lo puedes controlar.
N.C.: Nosotros siempre hemos tenido esa sensación. Porque nunca sabemos.
A: Vivimos el momentismo absoluto todos. Y parece que mucha gente se ha caído del guindo ahora, pero a nosotros el confinamiento y la distancia social… ningún problema.
N.C.: Yo siempre he tenido distancia social y he vivido bastante confinado.
En sus letras, corríjanme si me equivoco, el pasado siempre es turbio y el futuro siempre es esperanzador.
A: Sí, siempre.
N.C.: Yo soy muy optimista, la verdad. El pasado no me interesa, me da mucha pena.
A: Tú eres mucho más optimista que yo para eso.
N.C.: Claro, pero es que a ti te gusta el pasado, por ejemplo Grecia…
A: Claro, pero es que la gente cuando piensa en el pasado piensa en su pasado. A mí me gusta el pasado que no he vivido.
Muchos expertos hablan ahora de unos posibles nuevos locos años veinte.
N.C.: Ay, eso me encantaría. Pero hay que recordar lo que pasó después de los felices años 20.
A: ¡Cuidado!
N.C.: Es verdad que hay muchísimos paralelismos con aquel momento.
A: Pero hay una cosa que lo cambia todo y por eso no se puede comparar: Internet. No es lo mismo salir a bailar en el Londres o el Chicago de 1920 que en el mundo donde estás hablando con todos y escuchando a todos opinar.
N.C.: Es la rebelión de las masas, que dijo Ortega y Gasset. Él ya habló de eso, pero no se podía imaginar eso con Internet. Es una burrada. Va a ser interesante.
Esto del momentismo ¿tiene algo de relación con esa idea del punk, de donde ustedes vienen, del “no-futuro”?
A: No. Es como ser ateo: negar a Dios ya es creer en Dios. El no future, entonces, es una rebeldía ante algo en lo que crees.
N.C.: El no future era una pose total porque todos ellos han hecho carrera hasta hoy, siguen ahí y muchos con el mismo grupo haciendo revivals, así que era una boutade que quedaba fenomenal y además el cartel era precioso, pero nada más. Es lo mismo que el momentismo absoluto, porque aquello era vivir el momento y decir que no hay futuro, pero evidentemente lo ha habido para ellos.
A: Eso demuestra que futuro siempre hay si sigues vivo, o sea que es mejor no decir nada.
Momentismo absoluto sale, según han contado, de una frase de la vedette argentina Moria Casán.
A: Moria es una fuente igual que la Veneno, que Lola Flores, igual que la Susi [Pop, exintegrante de Nancys Rubias]… fuentes inagotables de frases. Moria, de hecho, no estaba hablando de nada que no fuesen sus relaciones sentimentales cuando dijo lo del momentismo. Le preguntaban si buscaba novio o pareja estable, y ella respondió: yo vivo el momentismo absoluto. Son genias.
¿Creen que ha habido recambio generacional para estas señoras deslenguadas? Da la sensación de que ese tipo de mujer ácida, frívola e irredenta es una cosa de otro momento social.
N.C.: ¡Sí hay!
A: A ver, tú necesitas un cierto tiempo para convertirte en eso.
N.C.: Bueno, bueno, estas tipo [la rapera] Cardi B son instantáneas, ¿eh?
A: Sí, y Nicki Minaj y todas esas son así, lo que pasa es que a mí el lenguaje y las cosas que dicen me interesan menos. Y el mundo Kardashian, que es total, también me interesan menos. Pero cógete un capítulo de RuPaul y empiezas a sacar frases como una loca.
N.C.: Y aquí te coges un Sálvame y las cosas que se dicen…
Ya que mencionan Sálvame: Alaska, usted es una entusiasta analista del mundo del corazón. ¿Qué opina de la evolución de ese género, antes frívolo y anárquico, hacia la denuncia y la concienciación social?
A: Es que lo rosa tiene muchas ramificaciones. Yo soy una fiel defensora del rosa per se, de la prensa del corazón y de la televisión de corazón.
N.C: Antes era más amable.
A: Son otros personajes, son otros tiempos y son otras prácticas. Pero yo siempre lo defenderé, de hecho me dedico a eso. Es una cosa que me gusta desde que tengo doce años y nunca me va a dejar de gustar.
N.C.: Lo que pasa es que ese mundo rosa ha invadido todo y ahora todo es eso. Eso no es ni malo ni bueno, pero hay que tenerlo en cuenta.
A: Pero lo que ha invadido no es el rosa, es esa especie de amarillo. Un debate político no deja de ser un debate televisivo que bebe de las fuentes de todo eso, pero no bebe de las fuentes de cuando comprábamos una revista y Concha Velasco enseñaba su casa. Eso es diferente.
N.C: Ahora no se podría hacer eso.
A: Pero fíjate en una cosa que fue maravilloso. Cuando hicieron un reality llamado La casa fuerte [en Telecinco], ¿quiénes eran las más educadas con diferencia? ¡Dos personajes del corazón de hace décadas, Letizia Sabater y Yola Berrocal! ¡Educadísimas! De 20 años aquí los códigos han cambiado por completo.
¿Nos hemos vuelto más solemnes y aburridos?
N.C.: No, es solo que ahora hay crispación en todo. Se ve en Instagram, en todas partes. Y también ocurre que todo dura muy poco, así que no hay que hacer demasiado caso a nada. Lo que un día es importantísimo, al día siguiente no existe. Es una frivolidad extrema, muy crispada. Pero frivolidad, al fin y al cabo.
Como momentistas que son, ¿como viven este fenómeno al que asistimos actualmente en el que revaluamos el pasado con la moral y la óptica de presente?
N.C.: ¡Siempre ha sido así! Cuando el hombre llega a la Luna la enjuicia con sus valores de homo sapiens. “Este planeta está deshabitado, no me gusta”. Pero luego llegará otra raza y dirá: “Este planeta es divino, me encanta”. Siempre ha sido así: nosotros vemos todo con los ojos de ahora y yo, de hecho, me estoy comportando en esta entrevista como alguien de ahora, no como de hace 20 años.
A: El problema está en enjuiciar. Antes es enjuiciaba menos, pero también por la características de la historia de España. Nosotros partimos de un momento, que fue la Transición, en el que se acordó dejar de enjuiciar, básicamente.
N.C: El resto del mundo es igual. En Inglaterra, en Estados Unidos, ¡el triple que aquí! Son más moralistas. Aquí antes éramos más viva la vida, pero ahora está todo cambiando. Las nuevas generaciones se están educando con las redes, y las redes vienen de Estados Unidos. La cultura de la cancelación viene de allí.
A: Desde el momento en que tú no puedes subir una foto [a las redes socials] con unas determinadas características, que es una cosa que en España, Italia o Francia está superada, ¿quién impone sus reglas? Y tú las estás aceptando. Pues ya está.
N.C: Y hoy es mucho más complicado, porque si ahora no hablas mal de alguien, eres cómplice.
A: ¿Me lo dices o me lo cuentas?
N.C.: Ahora, si no eres activista, también eres cómplice de todo lo malo que pasa en el mundo. Se pone la cosa mucho más complicada. Pero es así.
A: Y la próxima vez que te veamos, con un poco de suerte, ya no será así. Es tan inmediato como que hace diez años empezamos nosotros el reality [Alaska & Mario, en MTV] y el mundo era otro.
N.C: Alaska & Mario ahora mismo no se podría hacer. Serían todo pitidos y cortes.
A: Ya en la última temporada estaban pixelados los cigarrillos y las cervezas.
N.C.: No, pero yo hablo de muchas conversaciones.
Alaska, ¿está usted harta de que la conviertan en portavoz de gente que la rodea o con la que tiene relación?
A: Eso me ha pasado siempre.
N.C.: ¡Antes era por mí! Cuando yo era una persona que opinaba, decía cosas...
A: Y parecía que las había dicho yo. Así que estoy acostumbrada a que me pase con él, con Mario, con las cadenas de televisión, radio o revistas en las que trabajo…
N.C.: Bueno, es que en una conversación las cosas salen… La primera vez que te pasa, te sorprendes. Pero luego te das cuenta de que vives en un mundo con nuevas reglas en el que ya no puedes hablar como si estuvieras con tus amigos.
A: Además hay una cosa horrible que, cuando yo veo desde fuera, me escama. Cuando yo veo a una persona explicándose, me pregunto: ¿por que se está explicando? Entonces, cuando te pasa a ti, piensas: me gustaría explicarme, pero es que si me explico es peor. Con lo cual…
N.C.: Es muy complicado. Y más para nosotros, porque somos mayores y hemos conocido otro mundo. Es complicado hablar, tienes que pensar todo antes de decirlo. Pero eso también está bien. Tienes que hacerte responsable de todo lo que dices. Eso es muy sano.
Hay gente joven que no se cohibe, que dice las cosas sin importarle mucho su repercusión. Pienso en C. Tangana, por ejemplo.
A: Es que Tangana es una estrella.
N.C: ¡Viva Tangana! Me encanta. Me acuerdo cuando le pasó lo de Bilbao, con las feministas [el ayuntamiento de Bilbao retiró en 2109 al artistas de las fiestas de Aste Nagusia, “por el contenido de algunas de sus letras”, según informó entonces EL PAÍS].
A: Y él se organizó su concierto, se alquiló su sala. ¿Que no me contratan? Ningún problema, me contrato yo una sala y pongo gratis la entrada.
N.C.: A mí eso me parece super bien, pero yo no soy tan… No somos tan…
A: Nacho y yo, si se establece aquí una discusión, en el momento que vea que no podemos meter baza, ya no tenemos interés en seguir.
N.C: No creo en nada tan apasionadamente como para pelearme con nadie.
A: Somos muy poco vehementes.
N.C.: Yo a todo el mundo le doy la razón porque me convencen.
A: Bueno, a mí me echaron de los debates de una cadena de televisión en los noventa porque dijeron que yo era pactista, que nunca había oido yo esa palabra.
Alaska, usted está en diferentes emisoras, de diferentes ideologías, donde mucha gente la acusa de no mojarse.
N.C: ¿Pero por qué tiene que mojarse?
A: Además te mojas en lo que a ti te afecta. Si te veo pegar a un perro me mojo tanto que te mato, porque eso me importa. Pero si tú pintas esta raya de verde es que me da igual, no me puede importar menos lo que tú hagas con tu pintura, básicamente.
¿Pero no hay ninguna línea roja, algo que les haría levantarse de una mesa e irse?
N.C.: A ver, yo marco las líneas porque no quiero después estar toda mi vida dando explicaciones.
A: No, no, pero las líneas de con quién no estarías. Yo hay gente que sé que en lo personal es una hija de puta integral y no quiero estar con ellos.
N.C.: No, yo me refería a alguien que no conoces, que se acerca a ti y tú no vas a decirle: “Tú no, porque eres tal”. Pues, no. Yo a todo el mundo le sonrío.
A: Es más, ¡agradecemos tanto cuando nos encontramos con gente famosa que no tiene absolutamente nada que ver con nosotros y que acaba siendo amable, normal, que te da la mano! Las que no saludan y te giran la cara porque están llenas de prejuicios están por todas partes, pero el problema lo tienen ellas.
Alaska, usted publicó libros como Transgresoras. Nacho, usted dictaba un blog divertidísimo por teléfono a Genís, de Astrud. ¿Por qué no han vuelto a escribir?
N.C: No puede ser. Escribir es como hablar. Sacan un frase, la ponen por ahí…
Pero escribiendo puede medirse más en lo que dice.
N.C.: No, porque cuanto más pienso, más ganas me dan de decir: ¡pues voy a decir lo que pienso!
A: No es un problema de lo que pienses, es que digas lo que digas siempre va a haber un problema.
N.C.: De hecho, esta entrevista nos va a dar problemas.
A: Seguro. Pero está inventado en el periodismo, la gente tiene que saber cuáles son las artimañas. Cuando haces una entrevista en papel el titular tiene una importancia relativa, porque la persona ya ha pagado para leerla. Pero para que una persona entre a una noticia online tienes que tener un titular atractivo. Estamos todos vendidos. Un titular siempre es una vergüenza, porque parece que es un exabrupto tuyo, y en realidad es una respuesta. Es como si dices, yo qué sé…
N.C: ¡Cuidado con lo que vas a decir, porque eso va a ser el titular!
A: No, si por ejemplo me preguntan: “¿Qué vas a comprar mañana?”. Y yo digo: “Coles y patatas”. Entonces el titular va a ser “Alaska se dedica a comprar coles y patatas”. ¡Era una respuesta a una pregunta! Pero si quitas la pregunta, va a carecer de sentido.
¿Ya están ustedes lo suficientemente entrenados con las entrevistas como para sospechar que una frase va a ser titular en cuanto la sueltan?
N.C.: Si, por eso tengo que tener mucho cuidado.
¿Cuál va ser el titular de esta entrevista?
N.C: No te lo quiero decir, porque si no…
Hace poco surgió en la redacción el debate sobre quién es la persona más famosa de España y acabó saliendo su nombre, Alaska. Es intergeneracional, multimedia… ¿Están de acuerdo?
A: Según eso puede ser, pero no creo, la fama es otra cosa. Cualquier concursante de reality es más famoso en el sentido de famoso…
N.C.: No te creas, tú cuentas con toda la gente que ya está vacunada, con la generación de 70 a 95… Todos esos te conocen y son muchísimos, porque España es un país cada vez más viejo. Todos esos te conocen y los jóvenes también. Pero es verdad que Raphael, por ejemplo, también es famosísimo.
A: Lo que pasa es que Raphael solo aparece cantando o dando una entrevista.
N.C.: ¿Y Rosalía?
A: No, las señoras mayores no saben muy bien quién es. Mi madre sabe quién es Loquillo porque ponía la tele y salía Loquillo cantando, pero ahora las señoras no van a ir a YouTube o Spotify a ver quién sale o qué suena.
Justamente en el taxi que me traía a esta entrevista me dijo el conductor: “He recogido muchas veces a Alaska, pero cuando no va maquillada no la reconozco, solo por la voz”. ¿Es para usted la ausencia de maquillaje una forma de anonimato?
A: No, me encantaría ir maquillada siempre. Yo no me veo bien de otra forma. Me encantaría tatuarme como soy y ya quedarme así.
N.C.: Eso es lo que decía Warhol: Put on your face, o sea, “ponte la cara”.
A: Y Boy George decía: “Cuando no me maquillo soy un huevo duro”. Si voy sin maquillaje es porque voy corriendo y no me he maquillado, no por afán de esconderme.
Usted misma ha dicho que tiene un carácter más misántropo e introspectivo, ¿no le supone eso ningún conflicto con ser una de las personas más famosas de España?
A: No, porque eso es una cosa que no tiene nada que ver. Ser solitario tiene más que ver con no querer ver gente en tu tiempo libre. Cuando estoy trabajando me encanta ver gente, pero cuando tengo dos minutos para mí, quiero estar sola.
Nacho, usted que disfruta mucho más del anonimato y de una vida normal, ¿cómo asiste a la fama masiva de Alaska y Mario?
A: ¡Desde atrás, riéndose!
N.C.: Me da exactamente igual. Date cuenta de que estoy acostumbrado, desde [su primer grupo] Kaka de luxe, a estar rodeado de gente muy famosa por un motivo u otro. Lo veo normal, tengo amigos muy famosos y otros que no lo son. No me supone ningún trauma. Hay gente a la que se lo supone porque les gustaría a ellos ser los famosos, pero ese nunca ha sido mi caso, así que lo veo normal.
A: Incluso conveniente.
N.C: Sí, porque si estamos en un sitio y están Olvido y Mario yo me quedo tranquilo, el foco va a ir para ellos.
Alaska, en su caso, ¿la fama de su marido le da esa misma tranquilidad?
A: Sí, sí.
N.C.: Cuando vamos en un avión, ella se sienta y Mario se levanta.
A: Es maravilloso. No tengo nadie que me hable y él habla con todo el avión. Es fantástico. Le gusta mucho la fama y no reniega de ella. Le gusta como concepto ya desde antes de ser famoso.
N.C.: Y le viene bien. Yo no conozco a ninguna otra persona a la que le gustase tanto la fama. Bueno, a Carlos Berlanga.
A: Sí, pero Carlos tenía conflictos. Quería ser el más famoso del mundo, pero sin que le molesten.
N.C: Mario es en ese sentido como Carlos, pero sin conflictos. Da gusto ver a alguien que ha conseguido algo y le encanta, lo vive y está contento.
¿Por qué en España está tan mal visto que la gente admita que le gusta la fama o el dinero?
N.C.: No lo sé. En Estados Unidos, por ejemplo, no es así.
A: No, a ver, una cosa es el protestantismo, que siempre favorece el trabajo y el crecimiento individual, y otra cosa es el mundo judeocristiano, que se junta con determinadas posturas políticas que no tienen nada que ver con lo judeocristiano pero es un poco lo mismo, y Europa tiene mucho de eso. Y en Europa no está bien visto.
N.C.: Yo a eso estoy acostumbrado por mi padre, que se crió en Estados Unidos. Pero incluso allí se están volviendo un poco como aquí. El mundo va hacia ahí y ya está.
¿Podrían dejar de trabajar y vivir bien?
N.C: Sí, pero nos divierte. Y muchas veces lo he pensado: ¿por qué aún me divierte esto? ¡Pero es que me divierte! Me recogen en la furgoneta, nos vamos, comemos, me acompaña mi novio, conocemos ciudades…
A: Hay una cosa muy fácil: no hagas nada por dinero que no harías gratis. Nosotros somos muy privilegiados al dedicarnos a hacer cosas que nos gustan. Todas las que hacemos son una afición por la que nos pagan.
N.C.: Hay una canción nuestra que yo saqué de una frase de México que dice: “Todo lo que hice ayer por amor lo hago hoy por dinero”.
A: Lo decía una vedette en una entrevista. Pero no nos ha pasado nunca.
N.C.: Nos gusta lo que hacemos y seguramente lo haríamos gratis, pero mira, mejor cobrando.
A: Y a nosotros nos pasó una cosa al principio de Fangoria: no somos personas que solo nos dediquemos a una cosa. En un momento dado el conjunto de todo fue lo que nos dio para vivir. Por eso es muy relajado. Yo no me mato por estar en un programa de televisión porque no es lo único que tengo. Y no nos matamos por hacer más conciertos que nadie porque no es lo único que tenemos, es más, a veces no podemos hacer más porque estamos ocupados con otras cosas.
N.C: En el confinamiento nos llamaron para hacer conciertos por Zoom o acústicos y tal. Y no. Esperamos a que se pueda, no tenemos necesidad.
¿Qué opinan de esas imágenes de conciertos con la gente sentada y separada?
A: A mí no me importa.
N.C.: Hemos tocado muchas veces para gente sentada.
Pero su música, en concreto, es para bailar.
A: Yo he visto a los Pet Shop Boys sentada en el Teatro Real. Ningún problema. Me encantó.
N.C: [a Alaska] También tú piensa que tenemos una edad. Imagínate ver a los Ramones sentados...
A: Pues qué maravilla, así no te hubieran roto la pierna a ti ni la costilla a mí.
Por favor, desarrollen eso de los huesos rotos.
A: Fue en un concierto de los Ramones en Madrid en el ochenta. Hubo una carga policial, empujones…
N.C.: Hicimos después una gira y yo iba con muletas. ¿Sabes cuando las fans de los Beatles se desmayan y se las tienen que llevar? Pues a mí, tras los empujones, me pasaron detrás del escenario y vi a los Ramones, que estaban allí.
A: Yo estaba en primera fila y al empujar al público me aplastaron contra la valla, la policía pegó y bueno, no me rompí la costilla, me la fisuré. Pero también me pasó que me llevaron a enfermería y yo metí así la nariz y estaban allí los Ramones tocando. ¡Luego me querían dejar en la enfermería! Yo les dije: no, que estaba en primera fila. ¡Usted me vuelve a sacar por aquí y me coloca en la primera fila, que es donde estaba yo!
Pues ya les he preguntado todo lo que quería saber.
N.C: Esperamos que esta entrevista no nos traiga ningún problema.
Seremos buenos.
N.C.: Pero si no depende de ti. Eres muy inocente, por lo que estoy viendo, ¿eh? Te puede traer problemas. Te lo digo por tu bien.
Asistente de fotografía: Miquel Cabello / Realización: Nono Vázquez / Asistente de realización: Silvia Ballester / Producción: Adriana Suárez / Peluquería y maquillaje: Sergio Serpiente
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