“Es menos probable que fallezcas devorado por el estilo de vida del rock”: Matt Berninger, líder de The National, sobre las ventajas de triunfar pasados los 30
El músico de Ohio, que se levanta cada mañana antes de las cinco, debuta en solitario una década después de que su banda se convirtiera en la favorita de los maduros jóvenes y de los jóvenes maduros
Hace un año, el mítico músico y productor Booker T Jones, célebre por su ser miembro de Booker T & MG’s, además de por haber colaborado con Eddie Floyd, Otis Redding o Neil Young, publicó su biografía, The time is tight. En ella, además, de repasar su carrera, comentaba sus proyectos más recientes, como su trabajo como productor en el que iba a ser el primer largo en solitario de Matt Berninger, líder de The National. Booker incluso daba el título del disco: Serpentine fire. El problema es que el álbum no se llamaba así. El hombre se había confundido y le había endosado a Berninger (Cincinatti, 1971) el nombre de una vieja canción de Earth, Wind & Fire. “El largo no estaba ni acabado”, recuerda al teléfono el vocalista de The National, una de las bandas más exitosas de la última década.
Serpentine prison, que así se llama, es un largo que incide en la versión más íntima de Berninger y se aleja de los conatos de experimentación que han definido los dos últimos trabajos de The National y que los llevaron a ganar un Grammy en 2018 por su brillante Sleep well beast. En muchos aspectos, es el disco que se podía esperar del líder de aquella banda que empezó su ascenso en 2008, cuando Barack Obama utilizó su canción Fake empire para su presentación en la Convención Demócrata. “Para hacer este disco quería que todo fuera rápido, menos mover partes, no quería mucha gente en la habitación durante mucho rato”.
El de Ohio siempre ha sido un tipo de aquellos que llegan algo tarde, pero que cuando llegan lo hacen con todo. Decidió dejar su trabajo en publicidad para dedicarse a la música pasados los 30. Con The National tardó tres discos en lograr algo que, con cierto optimismo, pudiera considerarse éxito. Ha sido un músico de Ohio en Brooklyn y desde hace unos años es un neoyorquino en Los Ángeles. Comparte grupo con dos parejas de gemelos y escribe casi todos sus temas junto a su esposa, Carin Bessner. Es uno de los vocalistas más personales de la última década, uno de aquellos destinados a triunfar en solitario, pero también uno de aquellos que parece que carga sobre sus hombros todo el peso del mundo. Demasiados kilos para levantar el vuelo. “Me deshice de esa carga para tratar de salir adelante solo”, recuerda Berninger, quien insiste en que si este disco no sucedió antes no fue porque no tuviera la confianza para hacerlo o porque quisiera dilatarlo para que estuviera en consonancia con su forma de llegar algo tarde. “Iba a hacer un disco de versiones... Siempre he tenido confianza en mi cabeza y en mi alma, siempre me he sentido contento de ser una buena persona. Sé que puedo hacer las cosas bien. Al ser un hombre blanco de clase media la verdad es que el mundo gira a mi favor. Siento que puedo zambullirme en el agua helada. Da miedo, claro, pero sé que puedo llegar a la otra orilla. Eso sí, no me gusta estar en agua fría”.
Una de las ventajas de triunfar pasados los 30 es que es menos posible que fallezcas devorado por el estilo de vida del rock. Otro, que eres capaz de articular un discurso alrededor de ese estilo de vida. Tienes la experiencia y también tienes la sabiduría. Allá va Berninger: “Apártate de las drogas. Te matarán. Conozco muchos grandes artistas arruinados por las drogas. Es muy fácil ponerte la excusa de que este es el estilo de vida de los artistas. A ver, yo fumo hierba. Tal vez sea un hipócrita defendiendo la sobriedad. No fumes cigarrillos. No he tomado cocaína en mi vida. Setas, a veces, es verdad. Hierba y vino. Nada de heroína ni de pastillas. ¡Mataron a Tom Petty! ¡Y a Prince! Keith Richards no es normal. Nadie debería fijarse en él ni intentar lo que él hace. Aún escribo canciones porque no hice esas cosas”. Matt Berninger se levanta cada mañana antes de las cinco.
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