El verano de rastrear puntos amarillos en un mapa: el auge de Flightradar24 como pasatiempo global
Los conflictos geopolíticos, los fichajes futbolísticos y las vacaciones de las ‘celebrities’ en aviones privados han intensificado la demanda de esta web de monitorización de vuelos
Es ya una parte más de su rutina. Como casi cada noche desde los últimos tres años, Juan Manuel apura su cena mientras termina de convertir su piso del centro de Madrid en su particular centro de control de tráfico aéreo. En lugar de amortizar su ristra de suscripciones a plataformas de streaming, este inspector médico de 32 años conecta su tablet a la televisión y miles de pequeños iconos amarillos con forma de avión toman la pantalla. Es algo así como una especie de hormiguero improvisado. El que va a São Paulo, el de Fráncfort, el que viene de París… El hábito ha hecho que Juan Manuel se sepa de memoria la trayectoria de muchos de los vuelos que surcan los cielos en ese momento determinado. “Lo mejor es meterse a distintas horas porque si no son casi siempre los mismos aviones… Pero estos últimos meses, con el conflicto de Rusia y Ucrania, ha sido muy interesante ver cómo iban desapareciendo vuelos de su espacio”, explica.
Él es uno más de los miles de usuarios de FlightRadar24, una web fundada en 2006 por dos aficionados suecos que permite seguir el tráfico aéreo en tiempo real. Su funcionamiento está basado en una red de más de 30.000 receptores ADS-B (Sistema de Vigilancia Dependiente Automática), repartidos a lo largo del mundo y gestionados en su mayoría por voluntarios, que reciben los datos de ubicación, velocidad o dirección de los aviones que los sobrevuelan. A pesar de gozar de un crecimiento sostenido e imparable durante la última década, las circunstancias geopolíticas o deportivas han dado un nuevo espaldarazo de seguidores a una aplicación que ya sueña con rivalizar con plataformas de la talla de Netflix o YouTube.
Con más de 700.000 espectadores rastreándolo de manera simultánea y casi tres millones conectando con la ruta del Boeing C-40C en algún momento, el controvertido viaje a Taiwán de Nancy Pelosi el pasado 2 de agosto marcó un nuevo hito para FlightRadar24. La expectación creada por la llegada a Taipéi de la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, desafiando las advertencias de China, puso en jaque a los servidores de la web y obligó incluso a restringir el acceso de nuevos usuarios en algunos instantes. “Ha sido el vuelo más seguido de todos los tiempos por un amplio margen, ciertamente superó todas nuestras expectativas. La cantidad de espectadores desafió nuestra infraestructura”, admite a ICON Ian Petchenik, director de comunicación de la compañía. Ni siquiera la CNN pudo reunir a más espectadores frente a la pantalla que esta aplicación, que deja atrás otros datos históricos de audiencia como los cosechados durante el regreso a Moscú del opositor Alexéi Navalni, la evacuación contra reloj de Afganistán o la erupción del volcán Eyjafjallajökull en 2010.
¿Cuál es el secreto para que miles de personas sigan con atención el movimiento casi imperceptible de un pequeño icono amarillo? “Es la oportunidad que ofrece a la gente de ser testigos en primera persona y en tiempo real de un momento histórico. Cuando lo lanzamos jamás imaginábamos que iba a convertirse en algo tan popular”, argumenta Petchenik. “Sencilla, intuitiva y gratuita” son algunas de las cualidades para explicar su éxito que añade Juan Manuel, que comenzó a utilizarla para seguir los viajes de amigos y familiares al extranjero, quedando después fascinado por el servicio cuando la pandemia despejó de vuelos los cielos del planeta.
Pero más allá de su capacidad amenizadora, las webs de rastreo de vuelos también se han convertido en una notable herramienta informativa y en fuente inagotable de titulares. Gerard Romero, con 250.000 seguidores en Twitch, es uno de los máximos responsables del éxito de FlightRadar24 en nuestro país. Este periodista y streamer, especializado en seguir la actualidad diaria del FC Barcelona en su programa Jijantes, fue uno de los primeros en utilizar este servicio para rastrear el desplazamiento de los jets de futbolistas o intermediarios durante el mercado de fichajes y convertirlo en una parte más del contenido de entretenimiento de su canal. “Lo primero que hago cuando me levanto es revisar el movimiento en la terminal de vuelos privados de Barcelona. Dependiendo de su procedencia podemos hacer cábalas: si es de París puede ser Messi, si es de Londres igual son del Chelsea que vienen a negociar”, desgrana Romero.
Así consiguió en enero la exclusiva de la llegada del delantero Pierre-Emerick Aubameyang a la entidad blaugrana y así ha logrado que hasta 15.000 personas sigan junto a él los movimientos estivales de Robert Lewandowski o Xavi Hernández. “Parecía que estábamos en un juego. Veíamos por dónde iban, celebramos el aterrizaje con música… la gente lo disfruta y hasta me piden hacer seguimiento de vuelos aleatorios porque se lo pasan muy bien”. Desde la propia compañía corroboran el aumento de espectadores que el mercado de traspasos europeo produce en el servicio. “Contamos con una comunidad muy grande y muy devota de futboleros que siguen cada vuelo durante la ventana de fichajes. A veces, cientos de miles pueden estar pendientes de un solo avión”, concede Petchenik.
La curiosidad por escudriñar los movimientos de los ídolos trasciende el ámbito deportivo. A los 19 años, un universitario llamado Jack Sweeney se ha alzado como el pepito grillo particular de decenas de celebrities y en un fastidioso quebradero de cabeza para sus equipos de relaciones públicas. A través de su cuenta de Twitter Celebrity Jets, este joven monitorea y expone los desplazamientos de los aviones privados de famosos como Tom Cruise, Drake o Steven Spielberg gracias a los datos proporcionados por la web especializada ADS-B Exchange. La duración de algunos de estos trayectos —Kylie Jenner protagonizó uno de apenas 12 minutos—, y la contaminación que emiten, ha indignado a buena parte de la opinión pública.
El propio Elon Musk llegó a ofrecerle 5.000 dólares a Sweeney con tal de que cerrara la cuenta “por razones de seguridad” y hasta un portavoz de Taylor Swift salió a defender a la cantante después de que fuera calificada como la famosa más contaminante por un estudio de la firma de marketing sostenible Yard. Entre el 1 de enero y el 29 de julio de 2022, el jet de la estrella del pop despegó en 170 ocasiones con una duración de media de 80 minutos por recorrido. El equipo de Swift alegó que el aparato es prestado habitualmente a otros usuarios.
Ya sea motivados por la excitación deportiva, la curiosidad geoestratégica o el cabreo ante la opulencia desmedida, lo cierto es que la adicción de los usuarios por frecuentar esta enorme terminal digital todavía no conoce techo. La atención es tal que el propio Gerard Romero recibe ahora advertencias periódicas por parte de seguidores anónimos sobre los posibles vuelos de interés. Para el periodista, la clave de esta insólita simpatía no es otra que la esquirla de morbo que todos compartimos: “Esa inquietud, esa incertidumbre sobre cuándo despega y aterriza un avión o qué protagonista viaja en él, es lo que hace que la gente se enganche y se levante”.
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