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Así se fraguó la evacuación contra reloj en Kabul:“Llegar, aterrizar, cargar y salir”

España improvisó un operativo para sacar de Afganistán a cientos de personas con un embajador en funciones, 17 policías y el apoyo posterior de un centenar de soldados

Militares españoles se reunían, este viernes, con sus familias tras aterrizar en Torrejón el último vuelo de la evacuación de Afganistán. En vídeo, la llegada del último avión con evacuados afganos a Torrejón. Vídeo: PAUL WHITE (AP) / QUALITY
Patricia Ortega Dolz

Eran las 9.38 del lunes 16 de agosto cuando el Ministerio de Defensa y el de Asuntos Exteriores anunciaron: “Dos aviones A400M de las Fuerzas Armadas saldrán en las próximas horas desde España con destino Dubái para cubrir la primera fase de repatriación del personal de la Embajada de Kabul, de los españoles que quedan en Afganistán y de todos aquellos afganos que han colaborado con nuestro país”. Aquellos vuelos despegaron casi a ciegas, sin saber ni cómo ni cuándo podrían aterrizar en la capital afgana. “Había que acercarse al objetivo y acceder cuando fuese posible”, explican fuentes próximas al operativo de una misión contra reloj a la que no dio tiempo ni a ponerle nombre.

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Comenzó así una precipitada operación que concluyó este viernes, tras 10 extenuantes días en los que algo más de un centenar de hombres y mujeres (diplomáticos, policías y soldados) han logrado traer hasta España a 2.206 personas, que huían despavoridas del reinstaurado régimen talibán en el país centroasiático.

Al anuncio de la inminente retirada de las tropas estadounidenses de ese santuario de la red yihadista Al Qaeda, promotora de los atentados del 11-S, le seguía un acelerado avance de los talibanes, aupado por una deserción masiva de soldados y policías afganos que “habían dejado de cobrar sus nóminas, pagadas por Estados Unidos”, según fuentes próximas al operativo español. En pleno verano, la milicia integrista iba ocupando por días las ciudades y provincias de un país de 38 millones de habitantes. Hasta llegar a la capital, Kabul, el 15 de agosto, y difundiendo imágenes al mundo paseándose por las estancias del palacio presidencial, de donde el mandatario afgano, Ashraf Ghani Ahmadzai, ya había huido.

La rápida entrada de los talibanes provocó aquel mismo domingo la primera estampida del personal de las embajadas ubicadas en la llamada Zona Verde de la ciudad. Un helicóptero estadounidense trasladó “de urgencia” a todo el personal de la legación española hasta la base aérea de la OTAN próxima al aeropuerto, donde en ese momento solo había soldados norteamericanos y británicos.

Al embajador en funciones, Gabriel Ferrán, y a su segunda en la legación de España, Paula Sánchez, se sumaron los 17 agentes que constituían el cuerpo de seguridad de la embajada: 10 geos y siete miembros de las Unidades de Intervención Policial (UIP). Ellos serían, en un principio, los encargados de evacuar a cientos de colaboradores españoles, mientras llegaban (o no) refuerzos.

Las aterradoras imágenes del día siguiente de personas tratando de subirse a algún avión, colgadas de los trenes de aterrizaje de las aeronaves en el Aeropuerto Internacional Hamid Karzai, presagiaban el caos.

Kabul era ya de los talibanes, incluida la parte civil del aeropuerto, que comparte pista con la militar, donde se concentraban todas las legaciones extranjeras y sus respectivos cuerpos de seguridad. El martes 17, mientras miles de afganos se agolpaban contra los muros del aeródromo convertido en única vía de escape, “los militares estadounidenses lograron hacerse con todo el control interno, y ya se pudieron coordinar los vuelos de repatriación”, explican las mismas fuentes.

El miércoles 18, a las 11.24, despegó desde Dubái el primer avión español hacia Kabul. Y otro salió aquella misma mañana desde Madrid con destino a Dubái. El puente aéreo Dubái-Kabul quedaba abierto.

“Los aviones tan solo podían llegar, aterrizar, cargar y salir, no quedaba margen para quedarse en tierra”, explican fuentes próximas al operativo. El primer vuelo llegó a Madrid en la madrugada del jueves 19, previa escala en Dubái, con 53 refugiados: “Los que habían llegado a tiempo de subirse, colaboradores de España o de otro país de la UE: la consigna era sacar gente”. La base aérea de Torrejón, donde en un día la Unidad Militar de Emergencias (UME) y el personal de la base montaron un campamento para un millar de personas, se convirtió en el punto de primera acogida de los recién llegados.

La dinámica de evacuación era sumamente dificultosa. Las condiciones eran “de guerra”, recuerdan participantes de la misión. “Había que localizar a los colaboradores españoles y citarlos en una zona segura en los alrededores de un aeropuerto colapsado”. Los listados de posibles refugiados crecían a la par que miles de personas, familias con niños, incluidos, colapsaban el aeródromo. Y los talibanes, fuertemente armados, endurecieron los controles de acceso.

El viernes 20, uno de los aviones que despegó hacia Kabul para seguir evacuando a personas llevaba refuerzos: 110 soldados (la mitad se quedó en Dubái), otros tres miembros del GEO (entre ellos, un jefe de grupo) y personal diplomático. El objetivo era “coordinarse para sacar a cuanta más gente mejor”, explican. El sábado 21, el Ministerio de Defensa confirmó: ″110 militares españoles participan en el operativo de evacuación de Afganistán”.

Ciudadanos afganos, a su llegada,este viernes, a la base de Torrejón de Ardoz.
Ciudadanos afganos, a su llegada,este viernes, a la base de Torrejón de Ardoz. INMA FLORES

Más vuelos, más cargados

El precario sistema para introducir a los refugiados en la zona segura del aeropuerto se fue engrasando, pese a que la tensión y el cansancio aumentaban por horas. La presión crecía a medida que se acercaba el 31 de agosto, la fecha de retirada de las tropas estadounidenses, que garantizaban el control del aeródromo. La amenaza de un atentado terrorista se cernía sobre sus cabezas. No obstante, se lograba que salieran más vuelos y más cargados, con más de 200 personas a bordo.

Precisamente, la zona más utilizada por los policías y soldados españoles para citar a los colaboradores que iban a ser evacuados era la de la acequia que quedó repleta de cadáveres tras el atentado de la tarde de este jueves (más de cien muertos), y que fue reivindicado por el Estado Islámico. No hubo víctimas entre los españoles.

El martes 24, la ministra de Defensa, Margarita Robles, admitía haber enviado otra brigada especial de “boinas verdes” a Kabul.

Este viernes 27 de agosto, se cerró la misión con el regreso de todo el operativo a Madrid en el último vuelo. No pudieron salir todos los que querían hacerlo, pero se evacuó a todos los que se pudo en 10 jornadas frenéticas.

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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