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La mansión neoyorquina del filántropo que se obsesionó con España se convierte en la galería del futuro

La legendaria galerista Jeanne Greenberg ha revolucionado la milla de oro de los museos de Manhattan con la apertura de Salon 94 en la histórica casa de Archer Huntington. Justo a tiempo para convertirse en el centro de atención de la escena artística de la Gran Manzana

La galerista Jeanne Greenberg acaba de ocupar la mansión de Archer Milton Huntington, el multimillonario neoyorquino que se obsesionó con España y fundó en 1904 la Sociedad Hispánica de América.
La galerista Jeanne Greenberg acaba de ocupar la mansión de Archer Milton Huntington, el multimillonario neoyorquino que se obsesionó con España y fundó en 1904 la Sociedad Hispánica de América.Jason Schmidt

Solo la galerista estadounidense Jeanne Greenberg Rotary (1967, San Luis, Misuri) es capaz de juntar en una misma sala al rapero Jay Z con la madrina de la performance Marina Abramovic, el director de cine de Jim Jarmush o el célebre matrimonio de críticos de arte de Jerry Saltz y Roberta Smith, además de una panda de actores de Hollywood, una larga lista de artistas consagrados, bailarines, galeristas y curadores de museos. La insólita reunión tuvo lugar en una calurosa tarde de julio de 2013 en la respetada galería Pace de Nueva York.

El resultado fue el videoclip de su canción Baby Picasso, una oda al deseo de las celebrities por entrar en el coleccionismo, que se estrenó en exclusiva en HBO. La pieza cosechó sonadas críticas de los expertos, y hubo alguno que incluso llegó a proclamar la muerte del arte performativo. Con esta acción, Greenberg se consagró como la reina de los mash-ups estéticos entre los mundos de la moda, el entretenimiento y el arte.

La galerista acaba de ocupar la histórica mansión de la Quinta Avenida de Archer Milton Huntington, el multimillonario filántropo neoyorquino que se obsesionó con España y fundó en 1904 la The Hispanic Society of America (Sociedad Hispánica de América), conocida por albergar la colosal serie de pinturas Visión de España, de Joaquín Sorolla, así como obras de Velázquez, El Greco o Goya. A la vuelta de la esquina del Museo Guggenheim y a escasas manzanas del Metropolitan, ha trasladado la sede de los dos espacios de su galería, Salon 94, que tiene en el Lower East Side.

La apertura de la galería salón 94 llega justo a tiempo para convertirse en el centro de atención de la reapertura gradual que vive la escena artística de Manhattan.
La apertura de la galería salón 94 llega justo a tiempo para convertirse en el centro de atención de la reapertura gradual que vive la escena artística de Manhattan.Jason Schmidt

“Abrimos con un mensaje de activismo y optimismo. Es un espacio para experimentar sobre las posibilidades del momento y discutir sobre el futuro”, asegura Greenberg a ICON Design. La galerista creció en un hogar repleto de obras de Andy Warhol, Roy Liechstenstein o Ricard Serra, artistas que representaba su padre, el reconocido marchante Ronald Greenberg, del que heredó su buen ojo para el talento. También el ímpetu para emprender incluso en las peroes circuntanscias.

La historia de la mudanza comenzó hace tres años cuando su marido, el financiero Nicolas Streit Rohatyn, un ávido rastreador de edificios construidos entre 1900 y 1940, encontró la propiedad a la venta y llamó a su mujer de inmediato. “Necesitaba mucho trabajo pero enseguida me imaginé que los enormes espacios serían galerías de arte y quise construirlas”, cuenta. No se lo pensaron mucho. Compraron la mansión y encargaron la reforma a otro amigo de la familia, el arquitecto Rafael Viñoly (Montevideo, Uruguay, 1944).

“Me encontré con unos amplios salones de gran altura. Algo inusual para el estilo residencial de la época. Pero pronto me di cuenta de su interés. ¡Era un antiguo lugar de juerga!”, explica Viñoly por teléfono. En 1900, un joven Huntington recibió una buena herencia de su padrastro, Collis P. Huntington, fundador de la Central Pacific Railroad, la constructora del primer ferrocarril transcontinental de EE UU. Con el dinero, compró el número 1083 de la Quinta Avenida, entre las calles 89 y 90. Y contrató al arquitecto y diseñador Ogden Codman Jr., un entusiasta del estilo francés académico del siglo XVIII, muy de moda entre las grandes familias industriales de la época como los Rockefeller y los Vanderbilt.

Codman tuvo la idea de crear en la parcela posterior, con entrada en el número 3 de la calle 89, un ala para exposiciones y entretenimiento, donde ha abierto sus puertas Salon 94. Entre sus viajes de ida y vuelta a España en busca de obras de arte, Huntington se separó de su primera esposa y se casó con la escultora Anna Hyatt, que instaló su estudio en la quinta planta del edificio. Hyatt creó allí la estatua de El Cid, un monumental bronce ecuestre, que aún se encuentra en la entrada de la Sociedad Hispánica, situada en la parte alta del oeste de Manhattan. En 1940, quince años antes de morir, Huntington donó la mansión a la Academia Nacional de Diseño y el matrimonio, que no tenía hijos, se mudó a su residencia de Pelham Bay Park en el Bronx. Hyatt mantuvo un apartamento en la cuarta planta hasta que falleció en 1973.

“Es un espacio para experimentar sobre las posibilidades del momento y discutir sobre el futuro”, dice Greenberg.
“Es un espacio para experimentar sobre las posibilidades del momento y discutir sobre el futuro”, dice Greenberg. Jason Schmidt

La renovación de Viñoly consistió en ir quitando las capas añadidas con el tiempo hasta descubrir los elementos originales, como los suelos de mármol en espiga, los nichos que albergaban las esculturas y la rehabilitación de fachada original de 1915. “El resultado es un diálogo entre el pasado y el presente”, comenta. Al atravesar las enormes puertas de madera de la entrada, réplica de las originales de Codman, lo primero que se ve son dos leones gigantes, obra de la escultora, pintora y cineasta francesa Niki de Saint Phalle (1930, Neuilly-sur-Seine), recubiertos de un mosaico de rocas, vidrio y baldosas. “Queríamos comenzar el espectáculo con una explosión”, explica Greenberg. Estos leones dan acceso a la exposición Joy Revolution (La revolución de la alegría) de esta artista, quien quiso revolucionar la escultura pública en los años sesenta.

“Me encontré con unos amplios salones de gran altura", dice Viñoly, el arquitecto encargado de la reforma de la galería.
“Me encontré con unos amplios salones de gran altura", dice Viñoly, el arquitecto encargado de la reforma de la galería. Jason Schmidt

El universo Greenberg está por todas partes. El rastro lo dejan las piezas de jóvenes diseñadores, una de las obsesiones de la galerista, repartidas por las estancias. Una lámpara del canadiense Philipe Malouin hecha para la ocasión cuelga del hueco de la escalera de caracol original, unos bancos de cuerda de nailon de colores del surcoreano Kwangho Lee reciben al visitante y las cerámicas repletas de grietas de la japonesa Takuro Kuwata. Incluso contrató a Haley Alexander Van Oosten, una perfumista californiana que ha presentado sus mezclas como piezas de arte, para crear un aroma que atraviesa la entrada y la escalera. “No es una galería normal”, resume Viñoly. El descaro ha tomado el conservador Upper East Side.

Viñoly rehabilitó la fachada original del edificio de 1915.
Viñoly rehabilitó la fachada original del edificio de 1915.salon 94

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