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La reforma milagrosa que convirtió una casa estrecha, sin luz y con anchos muros de piedra en un hogar amplio y luminoso

La adquisición de una parcela alargada fue clave en la reforma de esta vivienda de 200 metros cuadrados, ubicada en Mallorca, donde el equipo de Isla Architects abrió todo tipo de ventanas para ganar claridad y amplitud

La barandilla, con rejilla de acero de la empresa alemana Xtend, permite ganar espacio y luminosidad.
Nacho Sánchez

Cuando Neus Vallori y Sebastian Beckers adquirieron una vieja casa mallorquina a reformar tenían claro cuál era el gran reto: darle luz y amplitud. “No era tarea fácil”, recuerdan, debido a la ubicación entre medianeras, las paredes gruesas y la escasa iluminación natural directa. La posibilidad de adquirir una parcela anexa lo cambió todo. Tenía 25 metros de largo y apenas dos de ancho, pero parecía ser la oportunidad de conseguir lo que buscaban. “Cuando nos preguntaron, ni dudamos en decirles que sí, que la compraran”, recuerdan Marta Colón y Juan Palencia, responsables de Isla Architects, quienes gracias a ese terreno han conseguido convertir la residencia en un lugar clareado y espacioso. Y lo han hecho a partir de decisiones como empaquetar armarios y electrodomésticos en los muros o abrir todas las ventanas que fuera posible.

Una puerta acampanada y un sofá con forma de trapecio dan singularidad a la sala de estar, que cuenta con chimenea.
La casita auxiliar tiene cocina y comedor, que se convierte en una especie de chiringuito para las comidas familiares en el patio.

Casa Mila está una callecita de Esporles, municipio de apenas 5.000 habitantes al norte de Palma. El edificio tiene unos 200 años y cuenta con las características clásicas de las viviendas locales, como densos muros de piedra y persianas mallorquinas. La zona está bajo protección, lo que exigía que la reforma planteada respetase los muros y también los colores: debía ser verde para los elementos exteriores como puertas o ventanas. Por eso desde el estudio, fundado hace ocho años por Colón y Palencia tras más de un lustro de trabajo en Suiza, plantearon una fórmula que además cumplir la normativa generase distancia con la calle para ganar privacidad. De cara al exterior es una casa más, pero basta abrir la puerta para encontrarse lo inesperado. “Hay algo mallorquín en esto: todo está cerrado hacia afuera pero por dentro hay un patio y amplitud. La ostentación está en el interior, pero desde fuera no se ve”, señala Palencia.

El lucernario en el tejado fue otra solución para conseguir que la luz entrase en la casa.

Los clientes pidieron espacios con personalidad propia y mantener los elementos característicos de la casa original. La clave, eso sí, era ganar en luminosidad y espacio. Para conseguirlo fue indispensable contar con la nueva parcela larga y estrecha, una longaniza –como ellos la denominan– que les permitió desarrollar un plan a tres bandas. Primero, empaquetar los armarios –y la maquinaria de servicio o algunos electrodomésticos– en los anchos muros. Segundo, diseñar diagonales entre los accesos a las distintas estancias para que desde cualquier punto de la casa haya siempre vistas directas al patio. Y, tercero, dejarse llevar hasta crear lo que parece un ejército de ventanas dispuesto a atrapar al sol. “Era casi un experimento: ver cuántas y de qué tipo podíamos abrir por toda la casa”, señala Colón. Su conclusión es que se podía hacer casi de todo y la sabiduría de un carpintero local, Fustería Migjorn, lo hizo realidad. Ahora hay ventanas pivotantes horizontales de una sola hoja, otra que se abre y cierra como una guillotina, un lucernario circular, un ventanal con forma de arco y una enorme corredera que separa la cocina del patio. Las de exterior son las clásicas cuadradas: ahí no se podía tocar nada.

El acero inoxidable de la cocina refleja la luz y, además, contrasta con el carácter rustíco de la casa.
Bóveda catalana para el pequeño garaje, que hace también las veces de estudio.

Otro reto era dar solución a la vivienda con el menor número de materiales posible. Y que fueran locales. La decisión fue apostar por el mortero de cal para los muros –blanco y liso para los interiores, terroso y rugoso para los exteriores– y la madera de pino, que solventa todos los ventanales. A ellos sumaron uno muy original: un suelo diseñado específicamente para este proyecto. Está inspirado en los formatos palladianos del norte de Italia, pero realizado al modo mallorquín. “Los originales italianos son de mármol y relleno, así que pensamos: ¿Cómo se haría esto en Mallorca?”, cuentan los arquitectos. La respuesta fue utilizar pequeñas piezas de lozas hidráulicas realizadas por Huget, todas del mismo color pero con mínimos cambios en el tono debido a su fabricación artesanal. Tienen también formas parecidas, pero no iguales. Y están colocadas con mínimas variaciones. “Hicimos muchos estudios para que no fuese todo perfecto. Y eso genera una vibración muy buena”, explican desde Isla Architects. La fórmula permite además dar continuidad y usarla en escaleras y transiciones. “Hemos corrido riesgos, claro, pero el resultado es original, nuevo. Ahora es el único suelo así”, añade Colón.

Hacia el exterior, es una casa más del pueblo, pero la sorpresa está en el interior.
La puerta corredera hace que la cocina se convierta casi en un porche del patio.

Hoy la casa, que cuenta con algo más de 200 metros cuadrados, dispone de una planta baja protagonizada por la cocina a medida –con salida al patio y conformada por muebles de acero inoxidable que contrastan con el estilo rústico de la finca y, además, reflejan la luz para dar mayor luminosidad– y un salón con chimenea y sofá en forma de trapecio hecho a medida, además de una zona de estar y un pequeño aseo. En la planta de arriba se despliega un salón de juegos bajo un precioso lucernario y un dormitorio, junto a un baño dividido con accesos independientes. Es decir, a un lado el inodoro junto al lavabo y, por otro, la ducha, que además tiene salida a una pequeña terraza donde también hay opción de ducharse al aire libre. Por último, unos peldaños más arriba, existe una última habitación, esta vez la de matrimonio, con salida a terraza. Las escaleras cuentan con una singular barandilla de rejilla de acero desarrollada por la compañía alemana Xtend, que otorga seguridad al tiempo que deja pasar la luz y aligera los espacios.

Las vigas originales de la casa se conservaron en una habitación convertida en sala de juegos.

Todo ello se complementa con una pequeña casa independiente construida en la parcela alargada. Tiene una cocina conectada con un patio –así que ejerce también de chiringuito durante las posibles fiestas– además de un dormitorio, saloncito y un baño igualmente separado. Al otro lado del patio hay un pequeño garaje con salida a la calle. Tiene suelo de hormigón pulido y baldosas de barro de Ladrillerías mallorquinas y espacio para aparcar la bici o una moto, así como un área de trabajo a modo de estudio. Fue el lugar por el que arrancaron las obras en 2022 y en el que los propietarios residieron durante 2023 mientras se terminaban las obras de la vivienda principal, que habitan desde 2024. “Creemos que hemos logrado un espacio precioso, amplio y muy versátil que se adaptará perfectamente a la evolución de nuestra familia. Es un lienzo en blanco con muchas posibilidades de cara al futuro. ¡Y eso nos encanta!” dicen Neus Vallori y Sebastian Beckers sobre su casa.

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Sobre la firma

Nacho Sánchez
Colaborador de EL PAÍS en Málaga desde octubre de 2018. Antes trabajé en otros medios como el diario 'Málaga Hoy'. Soy licenciado en Periodismo por la Universidad de Málaga.
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