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Si me quieres, no toques ese muro: ¿puede una reforma acabar con tu relación de pareja?

Gustos enfrentados, altas expectativas y cuestiones económicas hacen que hacer obras en casa sea en muchas ocasiones conflictivo

Antes de iniciar una reforma hay que asegurarse de que la relación es tan sólida como el cuarzo de la encimera. En la imagen, un anuncio de 1930 donde una pareja revisa el plan de construcción de su vivienda.
Antes de iniciar una reforma hay que asegurarse de que la relación es tan sólida como el cuarzo de la encimera. En la imagen, un anuncio de 1930 donde una pareja revisa el plan de construcción de su vivienda.Graphica Artis (Getty Images)

Podría decirse que para saber que una pareja va a durar, se han de superar tres cosas: una tarde en Ikea, unas vacaciones y una reforma. Mientras que en los realities de reformas el centro de la trama son los giros sorpresa clásicos de las obras y sus consiguientes vaivenes económicos, en el cine títulos como Esta casa es una ruina ahondan en las penurias que una reforma complicada conlleva desde un prisma más disparatado que sin embargo, no le es extraño a quienes se enfrentan a una operación similar. Las reformas no son fáciles, y muchas encuestas indican que un llamativo porcentaje de los encuestados ha asegurado haberse planteado durante el proceso incluso el divorcio. La encuesta The 2018 Houzz Remodeling & Relationships Survey de Houzz, que pone en marcha de vez en cuando este tipo de análisis para dictaminar cómo se sienten las parejas al enfrentarse a una reforma, indica que el 7% de los encuestados reconoció haberse planteado el divorcio. Tres años antes, otra encuesta de la web, que conecta a propietarios y profesionales para reformas, señaló que el porcentaje ascendía al 12%, por lo que parece que las cosas están mejorando.

Entre los motivos que alegaron para haberse planteado la separación estaban las diferencias sobre cuestiones estéticas, y el 20% de los que respondieron aseguraron que se habían deshecho de los bienes de su cónyuge sin que el otro lo supiera. Por eso, los expertos recomiendan que las parejas que estén considerando renovar sus hogares se planteen que cada uno se encargue de la decoración de un espacio, para evitar así mezclar sus estilos personales, pues lo habitual es que uno sienta que le han pedido demasiadas concesiones, sintiéndose entonces ignorado o dejado de lado.

Otro motivo habitual es que en el caso de que no se ponga la reforma en manos de terceros, el reparto desigual de las cargas sea un tema espinoso. “El presupuesto era inversamente proporcional a los gastos que implicaba. Por ello, asumimos muchas partidas nosotros mismos (hablo en plural mayestático, porque me lo comí yo todo): desde encontrar un buen albañil o parquetista a comprar yo misma los azulejos o diseñar la cocina. Esto derivó en lo de (casi) siempre: uno asume más carga que el otro, y cuando el estrés se intensifica por la falta de dinero o tiempo, el ambiente es muy tenso y difícil de gestionar”, explica a ICON Design Rebeca Sánchez, veterinaria. Al hacer alusión a motivos económicos, no cabe duda de que estos son los responsables en muchos casos de una creciente presión en la pareja. “Yo estoy en medio de una y hay mucha tensión: que si decídete ya por el color que te gusta para la pared, que si yo quiero tirar este tabique… ¡Pero si no hay presupuesto! Sin embargo, cada día el tema vuelve: “Si tiráramos ese tabique…”. Estoy teniendo mucha paciencia y mucha psicología, pero si hubiera una gran pelea, sería por el realismo frente a altísimas expectativas unidas a un bajo presupuesto”, dice Rosana Cabrera, periodista.

Precisamente esas altas expectativas son las que Sánchez recomienda rebajar para afrontar la realidad. “La vida no es Pinterest. Ajustarnos al presupuesto y sumar siempre un poco más de tiempo a los plazos indicados; así tendremos un poco más de margen para evitar tensiones futuras. Y pensar que es algo pasajero; la obra pasará pero las discusiones y malos rollos no, por eso merece la pena tomárselo con un poco de filosofía e incluso intentar disfrutarlo. Yo nunca he podido y me arrepiento. ¿El mejor consejo? Si tienes dinero, contratar a un estudio de arquitectura para que te lo hagan todo”, recomienda.

Sin embargo, la coordinadora de eventos Vicki Cruz, confió en un equipo que le dio problemas. “El jefe de obra era un impresentable y eso generó muy mal rollo entre nosotros, sobre todo en el tema de los plazos, porque tuvimos que buscar otro apartamento en el que vivir, ya que la obra se retrasó tres meses”, asegura.

Por su parte, Laura Estudillo, agente de prensa especializada en música, dice que lo primero es crear una lista de todo lo que es necesario reformar y comprar. “Es como hacer la lista de la compra, pero con un toque de drama, porque lo que crees que necesitas se multiplicará como por arte de magia. Y en cuanto al aspecto emocional, prepárate: la reforma puede ser más estresante que estar atrapado en la cocina de The Bear durante la hora punta”. Advierte que la paciencia, el tiempo libre y la cartera van a ser las grandes víctimas de la situación, pero añade una pincelada de esperanza: “Recuerda que esto es solo un capítulo en tu historia, ¡habrá un final feliz! Así que mantén el sentido del humor, ríete de las pequeñas calamidades, y no olvides que lo que realmente importa es ese sueño compartido de crear un hogar que sea mucho más que solo cuatro paredes”, recomienda.

Comenta que, pese a que lo habitual es escuchar que una reforma y una mudanza son “pruebas de fuego” para la pareja, y que lo común es pensar que es una exageración digna de un drama romántico, no es extraño que un plot twist cambie las cosas. “Al enfrentarte a una obra, te das cuenta de que no solo estás lidiando con materiales y mano de obra, sino también con tu propia paciencia. Los retrasos son casi una constante, el presupuesto parece descontrolarse como un gato en un árbol, y muchas de las ideas que tenías en mente se convierten en ilusiones perdidas porque no se pueden realizar. Y luego están esos imprevistos que aparecen siempre en el momento menos adecuado”, dice.

“A medida que pasan los días y los obstáculos se acumulan, notas cómo tu paciencia se agota, tu tono se vuelve más ácido, y de repente, te encuentras en tu propia versión de Esta casa es una ruina, como Tom Hanks y Shelley Long. Todo lo que parecía manejable en teoría se convierte en una auténtica prueba de resistencia, donde sin duda aflora lo mejor (y lo peor) de cada uno”, explica.

Comenta que embarcarse en una obra es como hacer malabares con cuchillos, pues es tedioso y hay que encontrar el equilibrio perfecto entre imponer el propio criterio y ceder (un poco, claro). “Estos momentos de tensión han sido, sin duda, los más problemáticos. Desde elegir materiales que están fuera del presupuesto hasta lidiar con retrasos, hay instantes en que desearías tener un botón de pausa y salir corriendo”.

Los porqués de las peleas en plena reforma

A veces basta un pequeño detalle para que salte la chispa. “En nuestro caso, el mayor motivo de fricción fue un pequeño muro en el cuarto de baño, que separa el lavabo de la ducha”, recuerda Carlos C., periodista. “Mi marido quería tirarlo para llevarlo a media altura, porque insistía en que quitaba mucha luz a la estancia. A mí me aterraba la idea de prolongar más las obras y tampoco me gustaba que se viese el interior de la ducha desde la puerta, así que le convencí para dejarlo así de momento. Pero cometí el error de prometerle que, si pasado un año seguía sin gustarle el resultado, reformaríamos el baño para tirar el muro. Pensé que se olvidaría de ello, pero no. Hace cinco años que terminamos la reforma y todavía, de vez en cuando, se acuerda del muro de la discordia y me recuerda mi promesa de derribarlo”.

Pero, ¿por qué es tan común que surjan las peleas en plena reforma?. “La casa es el territorio en el que construimos nuestra intimidad. Una reforma de una casa obliga por definición a pararse y cuestionar la manera en que opera esa intimidad, a racionalizarla y preguntarse qué es lo que funciona y qué es lo que no. Y si vivimos en pareja, ese cuestionamiento es lógicamente más complejo. Pensemos que una casa, entendida como hogar, es una combinación de elementos permanentes y otros que cambian con cierta frecuencia o incluso cada día. Con la reforma pasamos a poner en tela de juicio lo permanente, lo que damos por sentado, lo que lleva ahí desde el primer momento cuando nos instalamos en esa casa siendo otros, cuando la pareja también era otra”, dice Ibán Manzano, autor de Las casas que arden (Paripé Books, 2024).

Asegura que llega un momento en que se produce una simbiosis entre la casa y las personas que la habitan, y del mismo modo que la primera sufre un cambio drástico, ocurre lo propio con las personas que la habitan. “Por tanto, es lógico que surjan fricciones en la pareja cuando se inicia una reforma en profundidad. Pero cuidado: no hay nada malo necesariamente en esas discusiones. A fin de cuentas, todo nuevo comienzo es siempre abrupto, y es hasta saludable que se manifieste en una cierta tensión, siempre que esta sea controlada. A veces las historias de ficción nos sirven simplemente para eso, para que comprendamos que algo como una reforma es importante, que es un rito de paso, que es un cambio más importante en nuestra vida y la de nuestra pareja de lo que queremos admitir y que lo reconozcamos como tal”, añade el autor.

Por su parte Ulixēs Fernández García, periodista, antropólogo social y cultural, coincide en señalar que las reformas del hogar pueden ser un reflejo de la identidad, valores y dinámicas de poder en una pareja, evidenciando cómo negocian roles, expectativas y su visión del futuro compartido. “Desde una perspectiva antropológica, grandes nombres como Bourdieu y Lévi-Strauss nos permiten entender cómo el espacio doméstico y las decisiones sobre su transformación están ligadas al “habitus” y las estructuras sociales, mientras que Appadurai y Baudrillard destacan el valor simbólico de los objetos y espacios en la vida cotidiana”, explica. “Además, las culturas influyen profundamente en cómo las parejas ven el hogar: en sociedades individualistas como la nuestra, el hogar es una extensión del yo freudiano mientras que en culturas colectivistas, por ejemplo en la árabe - marroquí, se priorizan las conexiones familiares y comunitarias”, asegura.

En cualquier caso, lo que queda claro es que en una reforma hay que dejar atrás las prisas, rebajar las expectativas, hablar con la pareja en todo momento y asegurarse de que la relación es tan sólida como el cuarzo de la encimera antes de poner en marcha una reforma.

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