De Wallapop a sacar partido a muebles viejos y estructuras originales: pistas para hacer tu casa especial sin necesidad de obra
El lavado de cara de una vivienda no tiene por qué implicar una reforma integral: los pequeños o grandes detalles consiguen mejorar el aspecto de nuestro hogar y hacerlo singular sin maltratar nuestro bolsillo
Pocas situaciones en la vida generan tantos sentimientos encontrados como la reforma de una casa. Tras la euforia de la entrega de llaves llega ese momento en el que hay que decidir qué hacer con ella. ¿Nos dejamos llevar por las fantasías que ha ido alimentando nuestro algoritmo de Instagram o asumimos la realidad de un presupuesto, en la mayoría de casos, consumido por la adquisición del inmueble?
En el caso de una vivienda de obra nueva todo debería funcionar correctamente. Pero si hablamos de un hogar de segunda mano, las incógnitas se disparan y seguramente nuestros fondos mermen para arreglar cuestiones técnicas y de infraestructura que mejoren su habitabilidad.
Como consecuencia, dejamos esos aspectos que hacen una casa más bonita y agradable en un segundo plano para centrarnos en la función: que esté bien iluminada y distribuida, resulte fresca en verano y caliente cuando llegue el frío, crear un rincón de lectura para despejarnos o un dormitorio tranquilo sin ruidos…. Pero todos ellos son condicionantes del estado de ánimo, y como defiende la neuroarquitectura, de nuestro bienestar.
Efecto Marie Kondo: elimina todo lo innecesario (y aprovecha lo existente)
Cuando el dinero frena las posibilidades de una reforma integral llega el momento de echar imaginación y visualizar todo lo que podemos hacer sin grandes intervenciones. Para Estudio Gómez-Garay, conocido por sus proyectos de viviendas singulares y lujo en Sotogrande, el primer paso es analizar la casa y su historia para despojarnos de todo lo que no resulte necesario. “En el estudio siempre tendemos a purificar al máximo los espacios y, para eso, lo primero es limpiar los elementos que se han ido añadiendo a lo largo de la vida de una casa sin aportar ningún valor”.
Una limpieza a fondo es un gesto económico que puede ser la mejor de las reformas. Una puerta de paso en un pasillo… fuera. Una reja a un patio interior a gran altura… fuera. Un bidet que no usamos e invade el baño… fuera. Por no hablar de todo el mobiliario que no podamos reciclar, resulte poco funcional o simplemente no nos guste. La amplitud y el espacio es la base para llevar una vivienda a un nuevo plano con una distribución más confortable.
Una obra menor, sin grandes costes ni tiempos en su ejecución, que mejora mucho la vivienda es eliminar las molduras decorativas del techo. Casi siempre resultan más pretenciosas que estéticas y restan altura. Al quitarlas se crea una línea continua y mejora la proyección visual de la vivienda.
Tras deshacernos de todo lo superfluo llega el momento de sacar el máximo partido a su contenido. En GON Architects, el estudio madrileño que lidera Gonzalo Pardo desde 2014, proponen aprovechar los elementos existentes que puedan tener una segunda vida. “La estructura que acoge el espacio, muchas veces, está oculta bajo un falso techo o tras una pared. Una de las estrategias que nosotros hacemos en el estudio (si la estructura tiene suficiente interés) es ponerla en valor mediante su visibilización. De esta manera destacamos estructuras originales y singulares de la casa como vigas de madera, paredes de ladrillo o piedra o estructuras metálicas”.
Otro elemento que se puede reutilizar es el suelo. “Hay determinados tipos de madera, pavimentos hidráulicos o de mosaico que, dependiendo de su estado, merece la pena conservar y de esta manera preservar el espíritu y la memoria de la casa que un día existió”. Todas estas acciones de conservación –visibilizar la estructura, mantener los suelos o aprovechar puertas– son perfectamente compatibles con la construcción de un nuevo hogar y con cualquier estilo.
“Lo viejo es oro”, reza este artículo de la plataforma online sobre diseño del hogar Houzz, con infinidad de ideas para aprovechar los tesoros de un viejo piso. Las tuberías a la vista se pueden utilizar como estructura para un estante con solo aplicar una capa de pintura anticorrosiva. Un taburete de madera o una cómoda vintage serán un mueble de baño si modificamos los cajones para contener la pila y las tuberías. Y un saliente inesperado en el dormitorio puede ejercer de cabecero sobre la cama, mientras que el arco que dibujan dos pilares vistos sobre una pared es una estructura perfecta para edificar una librería.
Hacer desaparecer el gotelé (sin quitarlo) y aprovechar las puertas
El gotelé resulta antiestético, es sucio y (lo peor de todo) cuesta una fortuna quitarlo. Eliminarlo por completo, según apunta la plataforma Habitissimo, conlleva un coste medio de 15 euros el metro cuadrado. Una cantidad que depende del grosor de la gota (una menor se quita con más facilidad y, por lo tanto, requiere menos trabajo), si es al temple o plástica o si hay que reparar grietas o desperfectos. En definitiva, un desembolso considerable para que las paredes luzcan lisas y limpias.
Pero hay otra opción más sencilla: cubrirlo. Es un trabajo menos costoso y consiste en aplicar una pasta especial que se alisa con rodillo o espátula para luego pintar encima.
Otra partida que nos podemos ahorrar es la carpintería interior de una casa. A menudo nos obsesionamos con empezar desde cero cuando existe mucho más potencial del que imaginamos. Unas puertas viejas, por ejemplo, pueden contener una moldura o cristal carglass interesantes. “Las puertas de las casas antiguas que separan dos espacios suelen ser macizas y de grandes dimensiones, incluso, a veces con un vidrio de color y son altamente reaprovechables. Se pueden hacer varias cosas con ellas, desde reubicarlas en otro lugar a unir varias y hacer una puerta más grande”, señalan en GON Architects.
El tono desfasado de un armario empotrado en el pasillo pasará desapercibido si se pinta en el mismo tono de las paredes. Y “si los armarios de la cocina están en buen estado, lo que se puede hacer es conservar los cascos, la estructura e invertir en el cambio de los frentes y los tiradores”, finaliza el estudio. Un makeover en toda regla al que se puede añadir un toque distinguido y personal con pomos de estilo retro como los británicos Buster & Punch.
Wallapop, pintura y plantas: la fórmula para actualizar un baño
El baño es la estancia que menos cariño ha recibido en la mayoría de las viviendas de segunda mano. Duchas claustrofóbicas con mamparas correderas, baldosas con relieve que imitan la piedra, un bidet que ocupa media habitación o armarios destartalados que da cosa tocar. Según un estudio de Cosentino, si el precio de una reforma de baño de unos cuatro metros cuadrados ronda los 4.500 euros –incluyendo los trabajos de demolición, albañilería, instalación de suelo, alicatado de pared y rehacer techo en calidades medias y sin sanitarios de lujo–, es compresible que vayamos postergando esta reforma.
Por eso, lo primero que se puede hacer es pintar o revestir los azulejos. En la decoración una capa de blanco obra maravillas; es un acto higiénico, aumenta el tamaño de la estancia y aporta luz. Con el lienzo ya en blanco, las posibilidades son infinitas: quitar los toalleros para sustituirlos por una escalera de madera, deshacerse del bidet y dejar espacio a un gabinete antiguo de cristal, sustituir la mampara por una cortina (blanca, cómo no) con enganches de hierro o cubrir esa encimera imposible de quitar con plantas. Unos pomos de latón antiguo transforman un ruinoso mueble de baño al segundo, y siempre tenemos a mano Wallapop para encontrar un aplique art déco que de vidilla al baño más aburrido de todos.
Una cocina a (semi)medida
La cocina es el lugar en el que pasamos más tiempo a lo largo del día, y no solo para comer o cocinar. La isla con la zona cocción se convierte a menudo en un recibidor para las visitas, mientras que la barra de desayuno se transforma en un escritorio inesperado para una videoconferencia o los deberes de nuestros hijos. Es el alma de la casa, y por lo tanto, merece la pena invertir tiempo y dinero en su lavado de cara, pero sin arruinarse.
En la actualidad existen fórmulas híbridas que parten de un proyecto fijo y luego se amoldan a las necesidades y gustos de los clientes. El caso más significativo en nuestro país lo lidera Cubro. Esta empresa creada en 2019 personaliza el sistema básico de estructura para cocina Metod de Ikea con un amplio catálogo de frentes fabricados en el País Vasco, que van desde tableros lacados y mate a maderas nobles como el nogal. También permiten elegir desde la distribución de los muebles a los tiradores, el tipo de encimera o los electrodomésticos.
En el caso de los daneses Kvik, la personalización de una cocina se basa en su propio sistema de módulos y embalaje flatpack, un paquete plano que pueden transportar 26 cocinas por cada camión, lo que reduce el coste final. Knud Boel Troelsen creó en 1983 un concepto de fabricación flexible y sostenible a precios competitivos con muebles de líneas puras y simples, colores amables como el rosa empolvado o azul, la madera cálida y un gran espacio de almacenaje. La fórmula maestra del diseño danés desde siempre.
El proyecto se puede realizar en persona o por videoconferencia, solo hay que proporcionar los planos y medidas del espacio. Tras elegir el material en sus módulos ya preexistentes y demás elementos que queramos incluir como encimeras o electrodomésticos, se fabrican en Dinamarca en un periodo aproximado de cinco semanas. Después podemos recogerlos en la tienda y montarlo nosotros mismos o contratar la instalación y envío.
Ventiladores de techo y frisos de azulejos
Hacer frente a la ola de calor en la vivienda implica invertir en un sistema de aire acondicionado (y a menudo la preinstalación) que oscila entre los 1.000 y 3.000 euros de media, según apunta el portal del sector Cronoshare. Una alternativa que conlleva un coste energético mucho menor es instalar ventiladores de techo. Las opciones actuales difieren mucho de los antiguos motores; los hay con aspas metálicas que aportan un aire industrial al salón, blancos minimalistas para mimetizarse con el techo de un dormitorio o de madera natural que casan bien en cualquier cocina.
El influjo de Eileen Gray y del Mediterráneo en el interiorismo actual ha desatado un repentino interés por los azulejos más allá de una cocina o un baño. Su factura artesanal se adhiere sobre pasillos, mesas, islas e incluso estanterías. Además, alicatar siempre es la mejor manera de evitar los futuros desperfectos que genera la pared en contacto constante con líquidos.
Si el precio medio de alicatar una pared es de 40 euros el metro cuadrado, el presupuesto por cambiarlo en toda una estancia se dispara. ¿Pero es realmente necesario? El espacio de la pared que cubre los muebles de la cocina y electrodomésticos no queda a la vista y la altura superior está libre de suciedad o mojarse. Bastará y resultará mucho más estético crear un friso o zócalo lo suficientemente alto que tape la zona de cocción y lavado.
Más lámparas de pie, menos puntos de luz en paredes y techo
Los expertos recomiendan renovar la instalación eléctrica en viviendas de más de 20 años –nos ahorramos sustos al prevenir cortocircuitos y sobrecargas, mejora la eficiencia energética y aumenta el valor de la propiedad–, pero si no es necesario y lo hacemos solo por la distribución, podemos modificar la iluminación con lámparas de pie. “El mayor beneficio frente a la creación de puntos de luz es que, además de que no hay que hacer obra, su instalación es fácil, rápida y no deja huella en la casa si uno vive de alquiler”, apuntan en GON Architects. También permiten ambientar espacios sin necesidad de poner un clavo como un rincón de lectura –dos butacas y el diseño TMM de Miguel Milá para Santa&Cole serán suficiente–, una guía de luz en el pasillo con la versión de pie de Funiculí de Marset, una lámpara Arco de Flos o similar para iluminar la mesa de comedor.
Por otro lado, prosiguen los expertos, hoy en día existen en el mercado una gran variedad de luminarias recargables que no necesitan estar cerca de un enchufe. “Esto facilita enormemente la posibilidad de desplazar la lámpara e iluminar cualquier espacio con la potencia que queramos”.
Inspirarse en el lujo, comprar lo accesible
Esa dualidad que genera nuestra la realidad frente a las redes sociales se manifiesta con mayor intensidad en el interior del hogar. Queremos vivir en un tablero de Pinterest, desayunar en ese reel de Instagram, pero nuestros bolsillos solo pueden permitirse aspirar a un par de piezas especiales. Para el resto habrá que resignarse a la funcionalidad que ofrecen grandes superficies y marcas low cost de decoración.
Pero esto no quiere decir que haya que conformarse con una casa en serie, desfasada o sin estilo. La idea es abrir la mente y buscar mucho en Internet. Si no podemos dejar de pensar en esa grifería antigua de cobre que ronda las cuatro cifras, siempre podemos buscar una forma parecida en un material más asequible, como el latón cepillado o el acero inoxidable. ¿No nos llega para esos apliques de cristal acanalado que tienen que ir sí o sí en el baño? Este modelo similar con bombilla LED nos quitará el gusanillo y además ahorramos energía con el uso. Y nunca nos olvidemos del mercado de segunda mano, tanto en mercadillos físicos como pujas online o plataformas de compraventa entre usuarios. Todo es cuestión de echarle ganas y tiempo.
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