¿Quiénes fueron Robert Adam y Thomas Hope? La agitada historia de los diseñadores viajeros detrás del estilo de ‘Los Bridgerton’
La popular serie de Netflix ha embelesado a una audiencia que tiene interés por el pasado y hambre de ornamentos. En 2024 la decoración vuelve a tener un papel protagonista
En un capítulo de la primera temporada de Los Bridgerton, Colin Bridgerton, uno de los hijos de la familia de aristócratas que protagoniza la serie, anuncia que va a emprender el Grand Tour, un viaje al mundo clásico a través de Grecia e Italia con el que muchos jóvenes ricos de esa época (la trama arranca en 1813) solían completar su educación. Aunque la cámara no le sigue en su periplo, el Grand Tour está muy presente en la serie, ambientada en un tiempo que no habría tenido la misma pinta de no haber realizado ese viaje muchos arquitectos y artistas británicos. Uno de los más notables fue Robert Adam, creador de varios palacios en los que está grabada Los Bridgerton, quien en 1754 cruzó el Canal de la Mancha en busca de un nuevo tipo de diseño inspirado en el de los edificios clásicos.
Para ello este arquitecto escocés estudió durante dos años sitios arqueológicos de Roma como las Termas de Caracalla. El clímax de su viaje lo marcó su excursión al palacio de Diocleciano en Split (Croacia), cuyas ruinas tuvieron una influencia decisiva en el estilo que iba a hacer mundialmente famoso. Su regreso a Inglaterra es uno de los momentos fundamentales del neoclasicismo. Asentado en Londres, Robert Adam transformó el estilo clásico que los seguidores de Palladio habían extendido en su país en uno de aire más elegante y ligero, en el que los elementos arquitectónicos y ornamentales de la Antigua Roma se combinaban y mezclaban con otros con una libertad que cuesta imaginar a sus colegas palladianos. Los colores pastel de los que le gustaba pintar las habitaciones, y los elaboradísimos trabajos de escayola con ornamentos clásicos con las que las llenaba, son otras señas de identidad de un estilo decorativo que influyó enormemente en otros de los grandes diseñadores de la era georgiana: Thomas Chippendale, el más importante de los ebanistas ingleses, o Josiah Wedgwood, quien creó sus famosas porcelanas azul pálido para que combinaran con los interiores pastel de Adam.
En Los Bridgerton estos elementos aparecen en decorados como el de la casa de los Featherington, cuya escalera está pintada en tonos pastel de amarillo y verde y decorada con palmetas y guirnaldas romanas de escayola; o en el de los propios Bridgerton, de un azul ceniciento similar al de Wedgwood. En cuanto a los edificios auténticos de Adam que aparecen destaca Osterley Park, en cuyo magnífico pórtico (inspirado en el Pórtico de Octavia) se celebra el baile de la luna llena de la nueva temporada. Situado en Londres, el palacio contiene algunos de los mejores interiores del escocés, como el hall o la sala etrusca, decorada con unos dibujos parecidos a los que pueden verse en los nuevos aposentos de Anthony y Kate Bridgerton en la serie.
“Robert Adam era arquitecto, pero además de los edificios en sí se encargaba de diseñar todo lo demás”, explica por teléfono el interiorista e historiador del arte Lorenzo Castillo. “Tenía una visión global de la arquitectura que abarcaba la decoración: los diseños de los techos de escayola los reproducía en las de las alfombras para crear la ilusión de que se reflejaban en el suelo, y cuidaba cada detalle tanto de los muebles como de la plata o las porcelanas”.
Hoy Adam sigue siendo un autor de referencia para interioristas como el propio Castillo o el francés Jean-Louis Deniot, quien actualmente está empleando sus conocimientos sobre el estilo Adam en un hotel de Londres y se ha inspirado en su “exquisito sentido de la proporción” y sus “elegantes referencias a la antigüedad” para muchos otros proyectos. “Los colores pastel que se introdujeron en esa época están poniéndose de moda otra vez, y la sensación de estructura y simetría que producen los adornos de yeso sobre los techos y paredes de esos tonos sigue resultando muy elegante”, apunta Deniot por correo electrónico.
La serie de Netflix transcurre dos décadas después de la muerte de Robert Adam, durante los años de regencia del príncipe de Gales (luego Jorge IV), una época en la que si bien muchas familias ricas vivían en casas de estilo Adam un nuevo tipo de decoración había ido imponiéndose. Así, en 1799 un joven diseñador se instaló en una de las casas que había creado Adam en Londres y la remodeló con un estilo diferente. Se llamaba Thomas Hope, era de origen neerlandés, y al igual que Adam había realizado el Grand Tour, aunque su viaje en busca del espíritu clásico le había llevado mucho más lejos: durante casi una década, Hope había recorrido Italia, pero también Grecia, Turquía, Siria y Egipto.
Las antigüedades que había ido dibujando y comprando en estos países (compró hasta una momia) inspiraron los diseños que usó en su célebre mansión de Londres, llena de los cisnes, grifos, esfinges, urnas y demás elementos decorativos con los que se había ido topando durante su gira. Su residencia londinense se convirtió así en uno de los mayores exponentes del estilo Regency, el tipo de neoclasicismo inglés (equivalente al estilo Imperio en Francia) que estaba en su apogeo en la época de Los Bridgerton. Inaugurada en 1802 con una gran fiesta a la que llegó a asistir el príncipe regente, y dibujada por el propio Hope en un libro que todavía hoy muchos profesionales siguen consultando para sus diseños neoantiguos, la residencia contenía su impresionante colección de antigüedades en habitaciones temáticas como la egipcia, la joya de la residencia, decorada con muebles ebonizados y adornados con figuras de esfinges y cabezas de faraones dorados que han inspirado algunos de los que tiene la familia Featherington en la serie.
“En la época de los Bridgerton el neoclasicismo de Robert Adam se desbordó con la introducción de motivos decorativos de otros países extranjeros”, explica Lorenzo Castillo. “De las colonias en China vino el gusto por los muebles de bambú, y las campañas en Egipto pusieron de moda los diseños con motivos ornamentales dorados. Fue la gran aportación del estilo Regency: una mélange de exotismo que en la primera mitad del siglo XX volvió a tener una gran repercusión, en especial en Los Ángeles, donde surgió el Regency Hollywood”.
En efecto, los diseños de Hope volvieron a estar de moda después de unas décadas en los que, al igual que ocurrió con Adam, el interés por su trabajo fue decayendo. También hubo un revival del estilo Adam, recuperado en la época eduardiana para decorar lugares elegantes como el hotel Savoy de Londres (en la reforma de 1903) o algunas de las habitaciones del Titanic. En el caso de Hope fue la subasta de su colección en 1917 lo que hizo que resurgiera el interés por sus muebles, que influyeron en muchos diseñadores de los años veinte y treinta y atrajeron a coleccionistas como Mario Praz. Ahora en Los Bridgerton ha embelesado a una audiencia que también tiene interés por el pasado, y bastante hambre de ornamentos. “En los últimos años se está produciendo una vuelta a la alta decoración, quizá como respuesta a la herencia del minimalismo”, afirma Castillo. “Ya no se da tanto ese estilo desornamentado de los años noventa, en el que se jugaba solo con cuatro o cinco piezas para no entorpecer la visión de la arquitectura de un espacio, sino que, como ocurrió con Adam o el estilo Regency, la decoración vuelve a tener un papel muy importante “.
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