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“Nuestro miedo es morir de éxito”: la pequeña tienda española que se ha adelantado a la última gran tendencia de decoración

El Biedermeier estuvo muy de moda y también fue muy despreciado por ser un mueble burgués. Claudio Alvargonzález y Lucas Nierhaus buscan las mejores piezas y las restauran en su local de El Rastro

El emperador Francisco I de Austria, retratado por Johan Stephan Decker en su despacho, amueblado con piezas Biedermeier (1821).
El emperador Francisco I de Austria, retratado por Johan Stephan Decker en su despacho, amueblado con piezas Biedermeier (1821).

De todos los muebles que se pueden encontrar en un mercadillo o una tienda de antigüedades, pocos sintonizan tan bien con el gusto moderno como los de la época Biedermeier. Y, sin embargo, pocos estilos decorativos son menos conocidos popularmente en estos tiempos que los de estos muebles de la Viena del siglo XIX.

Así, cuando hace dos años Claudio Alvargonzález y Lucas Nierhaus inauguraron una tienda especializada en este periodo en las Galerías Piquer del Rastro, ni los más veteranos de este lugar entendieron del todo bien su propuesta. El vaticinio que recibieron los dueños de Kunstgalerie de su gremio no fue nada halagüeño. “Nos dijeron que no duraríamos más de cuatro meses. Y la verdad, durante un tiempo pensé que iban a acertar”, recuerda Alvargonzález. “El problema es que el mobiliario Biedermeier tiene un aspecto tan moderno y sencillo en comparación con otros estilos antiguos que a muchos les extrañan sus precios: al principio, los visitantes solían marcharse de nuestra galería en cuanto descubrían que lo que les parecía un mueble mid-century corriente costaba tanto como uno de aire versallesco. Hay gente que si no ve dorados…”.

Claudio Alvargonzález (izquierda) y Lucas Nierhaus posan en Kunstgalerie, su tienda de antigüedades del Rastro de Madrid, junto a una cómoda Biedermeier de nogal con los bocallaves de hueso (hacia 1800).
Claudio Alvargonzález (izquierda) y Lucas Nierhaus posan en Kunstgalerie, su tienda de antigüedades del Rastro de Madrid, junto a una cómoda Biedermeier de nogal con los bocallaves de hueso (hacia 1800).Kunstgalerie

Tuvieron la suerte de que una de esas modas que de vez en cuando sacude los gustos pusiera al mercado de antigüedades de su parte. El año pasado, revistas de decoración como Architectural Digest comenzaron a incluir en sus reportajes sobre tendencias estos muebles y a contar cómo una nueva generación de diseñadores de interiores están empleándolos en sus proyectos. La creciente demanda se empezó a notar también en los precios, bastante más altos ahora que en los años previos a la apertura de Kunstgalerie. “Sillas y cómodas que antes comprábamos por 200 o 300 euros ahora son muy difíciles de encontrar por menos de mil”, asegura Alvargonzález. Hoy, su mayor dificultad ya no es encontrar clientes que aprecien este estilo, sino atender su demanda. “Ahora nuestro miedo es morir de éxito, porque el Biedermeier disponible es escaso: conseguir muebles que vendemos en solo un momento suele llevarnos varias semanas de intensa búsqueda”.

Este empresario cartagenero y su novio y socio austriaco se conocieron en Berlín con la era Biedermeier de telón de fondo. Lucas Nierhaus tenía allí un taller y trabajaba restaurando muebles de ese y otros periodos para instituciones como las residencias reales de Berlín y Dresde o el Parlamento alemán. Claudio Alvargonzález se había mudado a la capital alemana para montar un negocio de hostelería, pero pasaba mucho tiempo acompañándolo a los mercadillos de antigüedades centroeuropeos, a la busca del que es el estilo preferido de Nierhaus desde sus años de estudiante de conservación y restauración en la Universidad de Postdam. “Llegó un momento en el que teníamos tantos muebles Biedermeier en casa que Lucas tuvo que ampliar su taller para guardarlos. En la pandemia, decidimos traérnoslos a Madrid y montar una tienda en el Rastro”.

Pareja de sillas Biedermeier de nogal austriaco (hacia 1820). Son un diseño de Josef Danhauser, uno de los principales maestros de este periodo, y pertenecen a una subfase del Biedermeier en la que surgieron diseños de formas más llamativas.
Pareja de sillas Biedermeier de nogal austriaco (hacia 1820). Son un diseño de Josef Danhauser, uno de los principales maestros de este periodo, y pertenecen a una subfase del Biedermeier en la que surgieron diseños de formas más llamativas.Kunstgalerie

Uno de esos muebles hizo que también él empezara a cogerle afición a este estilo. Según explica el empresario, la cómoda de caoba con la que Nierhaus le enseñó a apreciar el Biedermeier podría venderse ahora por un buen dinero, pero la pareja no piensa deshacerse de ella jamás. Como en la época en la que vivían en Berlín, les gusta utilizarla para guardar sus toallas y manteles. “Aunque está hecho de una madera muy rica, su diseño es tan sencillo que apetece usarla. Eso es lo que me encanta del Biedermeier en general. Cuando ves muebles de otros estilos como el imperio, lo último en lo que piensas es en utilizarlos”.

Al final, él también se hizo un experto. Alvargonzález ahora es capaz de explayarse sobre, por ejemplo, el verdadero origen del Biedermeier, un mobiliario que ni emanó de la floreciente burguesía vienesa del siglo XIX, ni debe sus formas sencillas a la necesidad de este estamento de unos muebles menos aparatosos y más adecuados para sus apartamentos que las miríadas de esfinges, grifos y águilas doradas propias del estilo imperio que se había propagado por Europa en tiempos de Napoleón. Al contrario de lo que se suele decir, el Biedermeier surgió en los palacios del imperio austrohúngaro y fue después cuando la alta burguesía comenzó a adoptarlo en sus hogares.

Así lo confirma por correo electrónico la historiadora austriaca Eva Ottillinger, curadora del Möbelmuseum (museo del mueble) de Viena: “El Biedermeier se originó en la corte de Francisco I de Austria (adversario de Napoleón) como un mobiliario mucho más sencillo y acogedor que el de estilo imperio, por eso se recurría a él para decorar los aposentos menos formales de las residencias reales. En 1816, por ejemplo, la nueva emperatriz Carolina Augusta se hizo diseñar su sala de audiencias en el estilo imperio, pero amuebló con confortables muebles Biedermeier de caoba su dormitorio. Poco después, los ebanistas vieneses empezaron a adoptar este estilo y a inventar nuevas formas para la burguesía, aunque en nogal o cerezo en vez de caoba como los muebles de la corte y la nobleza”.

Las sillas y la cómoda antes mencionadas junto a un espejo Biedermeier en abedul flameado, en la tienda de antigüedades Kunstgalerie del Rastro.
Las sillas y la cómoda antes mencionadas junto a un espejo Biedermeier en abedul flameado, en la tienda de antigüedades Kunstgalerie del Rastro.Kunstgalerie

Menos desacertada es la idea de que el Biedermeier fue un estilo precursor del moderno, o, si se prefiere, el más moderno de los estilos antiguos. Así, a comienzos del siglo XX la sencillez formal y la funcionalidad propias del mobiliario Biedermeier tuvieron una influencia notable en el art déco y en figuras del movimiento moderno como Adolf Loos o Marcel Breuer. Su impacto duró hasta finales de siglo, ya luego conquistó a los posmodernos: Ettore Sottsass, quien se inspiró en este estilo para crear varios de sus muebles, Robert Venturi, o Charles Jencks fueron algunos de los adoradores más apasionados del Biedermeier. “En el mundo de la decoración de los años ochenta y de principios de los noventa, el Biedermeier se hizo muy popular y atrajo a unos cuantos coleccionistas”, explica el especialista portugués João Magalhães, jefe del departamento de mobiliario de la casa Sotheby’s. “El año pasado subastamos varios muebles de una de esas colecciones con resultados excelentes: la de Freddie Mercury”.

En España la situación fue distinta. La Guerra de la Independencia impidió que el Biedermeier llegara a tener demasiado predicamento entre los ebanistas del siglo XIX, y después tampoco llegó a triunfar como antigüedad. En la Barcelona de los ochenta tuvo cierto éxito, precisa Alvargonzález, pero nunca ha alcanzado la popularidad que sí tienen estilos franceses e ingleses como el georgiano, el regency, los Luis XIV, XV, XVI, o el estilo imperio.

Por ello, los dueños de Kunstgalerie suelen tener que viajar a Austria, Alemania y otros de los países del norte y centro de Europa en los que el Biedermeier tuvo su apogeo para nutrir su inventario. El proceso de búsqueda les lleva la mitad de su tiempo de trabajo y consiste en un concienzudo rastreo no solo de todos los anticuarios, mercadillos, y subastas posibles, sino de las plataformas de compraventa de productos de segunda mano como Wallapop y sus equivalentes en esos lugares. “No hace mucho acabamos en un establo de un pueblo perdido de la frontera de Austria con República Checa”, cuenta Alvargonzález. “Para los franceses, está siendo una sorpresa que un estilo que no crearon ellos esté alcanzando unos precios tan altos”.

Mesa Biedermeier realizada en nogal austriaco (hacia 1820). Cuando no se usa, puede plegarse arrimada a la pared como en esta foto, y el dibujo caleidoscópico de su superficie sirve como un elemento decorativo más en la casa.
Mesa Biedermeier realizada en nogal austriaco (hacia 1820). Cuando no se usa, puede plegarse arrimada a la pared como en esta foto, y el dibujo caleidoscópico de su superficie sirve como un elemento decorativo más en la casa.Kunstgalerie

Una vez que los muebles llegan a Madrid, Lucas Nierhaus se encarga de restaurarlos, una fase que por lo general también lleva mucho tiempo debido al uso que varias generaciones de alemanes, austriacos, checos o polacos han hecho de unos armarios, sillas y mesas que siempre se han resistido a ser meras piezas de museo. Las cosas son más sencillas en cuanto los muebles están listos para la venta, porque los clientes no tardan en aparecer. “El comprador de Biedermeier suele tener entre 40 y 50 años. Busca piezas antiguas de mucha calidad pero sencillas, que no desentonen con las demás piezas de sus casas”, detalla Alvargonzález. “En la última edición de la feria ARCO gente que solo trabaja con arte contemporáneo aprovechó para venir a visitarnos”.

El característico brillo de este tipo de muebles, añade el empresario, es perfecto para dar calidez a los espacios de paredes blancas típicas de las viviendas actuales, y su discreto diseño hace que se adapten mucho mejor que otros estilos clásicos a casi cualquier otro objeto que tengan al lado. “Los muebles Biedermeier suelen encajar mejor con una pintura u otras piezas de mobiliario del siglo XX que con las de estilos más antiguos. Con los muebles barrocos o rococó, por ejemplo, no funcionan demasiado bien. Al fin y al cabo, cuando la gente no conoce bien este estilo, suele echarles una antigüedad de solo 70 años, en vez de los dos siglos que ya tienen”.

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