Daniela Requena: “Mi vaginoplastia se puede ver en YouTube, hay que tratar este tema con naturalidad”
La célebre ‘tiktoker’ trans, vinculada al PSOE valenciano, lanza un libro con las experiencias que vivió en su transición física y emocional
Daniela Requena (Valencia, 30 años) es una mujer trans que ha contado con todo detalle su proceso de transición (incluyendo sus operaciones quirúrgicas de reasignación sexual) y la discriminación que sufren las que son como ella. En la red social TikTok, con el sobrenombre de Daniela Sirena, suma la cifra de 830.000 seguidores. Aunque no era su intención, ha entrado en política, al cargo de la secretaría LGTBI y Diversidad del PSOE valenciano. Ahora ha lanzado el libro Mamá soy mujer, diario de una chica trans (Planeta). Habla con seguridad y notable desparpajo. A pesar de todo, le gustan los cayetanos.
Pregunta. En España hay dos transiciones que levantan polémica: la Transición política y la transición en la que usted se ha embarcado. Lo ha contado todo minuciosamente en las redes, a pesar de los haters.
Respuesta. Es que creo que es necesario visibilizar a nuevos referentes trans. Cuando yo era adolescente solo estaban La Veneno y Bibi Andersen. Me gustaría que las personas jóvenes de ahora encontraran en mí a un referente, y no solo la sordidez de la noche, la droga, la prostitución y el espectáculo que muchas veces se ha asociado a lo trans.
P. ¿Qué referente ofrece usted?
R. Una chica de 30 años, que ha tenido apoyo familiar, que ha ido a la universidad, que ha viajado, que ha disfrutado. Una chica normal con el pequeño o gran matiz, depende a quien le preguntes, de que es una persona trans.
P. ¿Por qué se ha dado aquella imagen sórdida de lo trans?
R. Porque es lo que los medios de comunicación enseñaban, y porque es lo que muchas veces había: las personas trans tenían que recurrir con frecuencia a esos ambientes. Pero las nuevas generaciones somos enfermeros, profesores, abogados, lo que cada uno quiera.
P. Relata usted detalles muy íntimos, por ejemplo, de sus cirugías.
R. No soy la primera persona que cuenta su transición en las redes, pero veía que se hacía de forma superficial. Yo quería tratar todos los temas con naturalidad: mi vaginoplastia se puede ver en YouTube.
P. ¿Cómo se hace esa transición?
R. Tiene una parte hormonal y otra quirúrgica, pero primero de todo una mental y emocional. Yo antes de tomarme la primera pastilla de hormonas ya pasé por una transición muy jevi. Debates internos, conflictos, miedos, un día piensas que sí, otros que no… Luego, cuando todo está claro, empieza la transición física. Y después de la transición física viene otra transición emocional para adecuarse a los cambios.
P. ¿Cómo es?
R. Tienes que ir cogiendo seguridad, aprender a relacionarte de otra manera con la sociedad, la sociedad te empieza a percibir de otra forma. Hay una etapa en la que estás en limbo, como entre Pinto y Valdemoro. Tú ya te sientes mujer, pero sigues siendo vista como un hombre.
P. Trans, gender fluid, personas no binarias, queer… Las identidades se multiplican y para muchos es difícil orientarse en este territorio.
R. Hablando de transiciones: estamos en una donde están apareciendo nuevas formas de pensamiento, orientaciones sexuales, identidades de género, y me parece absolutamente maravilloso que cada persona tenga la libertad de ser quien es. Pero, tanto es así, que a veces hasta yo misma, que formo parte del colectivo, me pierdo.
P. ¿Ha sufrido episodios de transfobia?
R. Sí. Por ejemplo, un médico de cabecera, muy arcaico, no veía bien derivarme a la Unidad de Identidad de Género. Me expuso todos los males, me dijo que mentalmente siempre iba a ser un hombre, que mi esperanza de vida iba a menguar incluso hasta los 35 años, muchas barbaridades. Pero no le hice mucho caso. Por lo demás, mi aspecto no suele delatar que soy trans, por lo que me ahorro problemas de este tipo.
P. ¿Y a la hora de intimar?
R. Cuando aún no estaba operada, muchos chicos se llevaban la sorpresa, y entiendo perfectamente que algunos aceptaran y otros dieran marcha atrás: cada uno tiene sus preferencias. Ahora que estoy operada ya no lo entiendo tanto: después de mi cirugía ya no hay diferencia entre una mujer cis y yo.
P. Usted, sorprendentemente, tiene preferencia por los chicos de derechas, los cayetanos, los pijos.
R. Qué le voy a hacer, físicamente me gustan, me siento atraída, siendo yo del PSOE. Soy más de personas que de ideologías. Mi último romance fue con un votante de Vox, imagínate. Suelo provocarles conflictos internos, pero muchas veces consigo que me acepten como soy.
P. De alguna manera está usted haciendo una labor social.
R. Cuando consigo que un chico que vota a Vox sea capaz de conocerme más allá de mi condición de trans, estoy llevándole del lado oscuro al lado de la luz. Es maravilloso.
P. Ligues aparte, qué opina del auge de la ultraderecha.
R. Desgraciadamente, Vox está teniendo mucha acogida mientras fomenta discursos de odio que se traducen en agresiones al colectivo LGTBI, que están aumentando. Al mismo tiempo que crece la libertad y las nuevas opciones, se presenta la reacción a ellas de una pequeña parte de esa derecha.
P. Cuando usted dijo “mamá soy mujer” su familia lo aceptó sin demasiado drama.
R. Faltaban tres días para empezar el tratamiento hormonal y todavía no se lo había dicho a la familia. Pero una vez lo dije, hubo una aceptación brutal y eso me ha hecho ser como soy ahora, optimista y positiva.
P. ¿Y por qué sus padres le aceptaron así?
R. Pues es una familia que suele votar al PP, así que tampoco te imagines un ambiente muy de izquierdas… Pero son personas con dos dedos de frente. Son buenas personas. Saben diferenciar lo que es bueno de lo que es malo.
P. ¿Cómo se metió en política?
R. No me lo había planteado, ni de coña. En la facultad de Periodismo decía: “Ni política, ni economía, ni deportes”, y ahora mira. Pero me lo ofrecieron, me dijeron que no tenía que ser diputada o algo por el estilo, que bastaba con que siguiese difundiendo el mensaje que difundo en las redes sociales, pero con el apoyo del PSOE. No tengo planes de ascender en ese ámbito.
P. La ‘ley trans’.
R. Se va a aprobar ahora, pero debería haber sido para ayer. Las personas trans solo queremos la igualdad, y la autodeterminación de género es algo necesario, sin que un médico tenga que decirnos quienes somos.
P. ¿Qué opina de las feministas transexcluyentes, conocidas como TERF?
R. Son unas pesadas, tienen un mensaje muy contradictorio. Si una se opera y es una chica femenina, que lleva escote, está sexualizando la figura de la mujer. Pero si no se opera, dicen que es un hombre disfrazado, que desvirtúa la figura de la mujer. Yo creo que el feminismo es la lucha de todas las mujeres unidas, también las trans. Afortunadamente las TERF son pocas, aunque hagan mucho ruido.
P. Ser una persona trans no es su única característica controvertida. También lo es la prensa rosa televisiva que a usted le fascina.
R. Es que soy una vedete. Siempre me ha gustado, tanto como periodista como para poder formar parte de ella, y es donde tengo experiencia laboral. El otro día me entrevistó Ximo Rovira, el que era presentador de Tómbola, y sentí una mezcla de satisfacción, orgullo y melancolía.
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