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Menú para hoy: la lechuga no sirve solo para ensaladas

La lechuga ha sido ninguneada y relegada a sosas ensaladas mixtas durante años, pero lo cierto es que esta verdura tiene muchos posibles usos en la cocina. Te enseñamos cómo aprovecharla para hacer una crema.

Alguien con las prisas se ha dejado la camisa de Emidio Tucci justo al lado de la crema
Alguien con las prisas se ha dejado la camisa de Emidio Tucci justo al lado de la cremaRAQUEL BERNÁCER
Raquel Bernácer

Vivimos tiempos convulsos. Quién nos iba a decir que terminaríamos haciendo yoga en casa, cocinando como si fuésemos el catering de un crucero y haciendo Skypes hasta con los compañeros de la EGB (sí, aquí una tiene su edad). Llevamos ya unos días de confinamiento y es más que probable que se te empiecen a acumular productos frescos que te piden a gritos que te los comas. Sabes que en esta casa de bien que es El Comidista, podrás encontrar multitud de recetas para aprovechar excedentes, ideas de platos que sueles pedir pero puedes hacer en casa, inspiración para cocinar barato o recetas para reducir el desperdicio de alimentos, como la que te propongo hoy. Sigue leyendo y verás.

Crema de lechuga y guisantes

Si eres de los que piensa que la lechuga es el vegetal más aburrido del planeta (y ojo, no te culpo) venimos aquí a abrirte los ojos y ponerte, cara a cara, ante la evidencia: la lechuga mola. Vale que su asociación con las dietas de adelgazamiento, sumada a la ubicuidad de la ensalada mixta en los menús del día, sobre todo hecha con poca gracia, ingredientes mediocres y de poca calidad, nos deja a la pobre lechuga a ras del suelo, pisoteada, y ninguneada por aquellos que la han cambiado por la rúcula.

Pero esta receta de crema de lechuga, “engordada” con guisantes y un poco de patata, te hará cambiar de opinión. Estoy segura de que, quien más quien menos tiene una lechuga en la nevera, patatas en la despensa y una bolsa de guisantes en el congelador. Con estos ingredientes ya te apañas una crema muy decente. Si, además, tienes cebolla y ajo y los sofríes previamente con un pelín de mantequilla o aceite para darle más de sabor, el tema sube enteros. Y, ya si añades algún queso y hierba aromática, la cosa se pone muy fina.

Aunque la puedes hacer con cualquier parte de la lechuga, es estupenda para aprovechar sus hojas externas, esas que son más oscuras y duras, y que solemos tirar a la basura. Te aseguro que es una absoluta maravilla, extremadamente fácil de hacer, barata y al alcance de todos, anímate a probarla y nos cuentas.

Ingredientes

  • 1 cebolla mediana
  • 2 dientes de ajo
  • 1 patata mediana
  • 8-10 hojas de lechuga romana (pero sirve iceberg, cogollos, francesa, la que tengas)
  • 20 g de mantequilla (o aceite de oliva)
  • Sal al gusto
  • 400 g de guisantes congelados
  • 1,2 litros de caldo de verduras, pollo o agua

Para rematar

  • Perejil picado
  • Queso azul

Instrucciones

1.
Pelar la cebolla y los dientes de ajo y picarlos. Pelar la patata y cortarla a trozos pequeños.
2.
Lavar las hojas de lechuga y picarlas. Añadir la mantequilla a una olla mediana y fundir a temperatura media-alta. Cuando empiece a burbujear, añadir la cebolla, una pizca de sal y sofreír, removiendo, hasta que tome un ligero color dorado. Añadir el ajo picado y cocinar uno o dos minutos más.
3.
Incorporar los guisantes, la lechuga, la patata, el caldo y llevar a ebullición. Dejar hervir 10 minutos semitapado, apagar el fuego y dejar reposar otros 5-10 minutos.
4.
Triturar hasta obtener una mezcla de consistencia homogénea. Probar y corregir de sal. Servir con un poco de perejil picado y queso azul desmenuzado.

No tengo queso azul ni perejil

Añádele cualquier queso que tengas en la nevera, rallado. Una mozzarella dará mucho menos sabor que el queso azul que propone la receta, así que mejor apuesta por los quesos curados. El manchego, el parmesano o grana padano o el rulo de cabra desmigado pueden ser buenísimos sustitutos. Si no tienes perejil, asómate al balcón y mira que ofrecen tus macetas o los restos de hierbas que tengas en la nevera: la albahaca, la menta o el eneldo también le quedarán de muerte, y si tienes plantado tomillo o romero ponles unas hojas tiernas o unas flores (ahora mismo están llenos).

¿Qué más puedo ponerle?

Si quieres convertir esta crema en un plato completo, perfecto para una cena ligera, puedes añadirle unos picatostes caseros y un huevo mollet. Para que el huevo tenga la clara cocida y la yema fluida, cuécelo cinco minutos y medio; para evitar que se rompa al ponerlo en el agua hirviendo, asegúrate de sacarlo de la nevera con tiempo y que esté a temperatura ambiente. Pasado el tiempo de cocción, ponlo en abundante agua fría para pararla: si le añades un buen chorro de vinagre, la cáscara se ablandará y el huevo se pelará más fácilmente.

Para preparar los picatostes de pan, podemos aprovechar cuando estemos asando verduras, pollo, pescado o cualquier cosa que pida que lo encendamos a 180 grados con calor arriba y abajo. Podemos frotar rebanadas de pan -de hogaza, de molde o el que tengamos- con un diente de ajo pelado, y después cortarlas en dados pequeños. Mezclar en un bol un par de cucharadas de aceite con sal, pimienta, y las hierbas secas o especias que queramos. Meter dentro los trozos de pan y mezclar uniformemente. Colocar los picatostes sobre una bandeja de horno, cubierta con papel vegetal o de aluminio, y hornear a media altura unos cinco minutos, hasta que se doren. También podemos hacerlo en la sartén a fuego medio-bajo, removiendo sin parar para que no se quemen.

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¿Qué comemos hoy?

COMIDA

 

Crema de lechuga

Merluza a la gallega

Uvas y queso curado

 

 

CENA

 

Lentejas con setas y cebolla encurtida

Tortilla francesa de lo que quieras

Mandarina

 

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Sobre la firma

Raquel Bernácer
Es dietista-nutricionista, cocinera y divulgadora. Máster en Nutrigenómica y Nutrición Personalizada por la Universitat de les Illes Balears y actualmente cursando el Máster en Nutrición, Medicina y Salud Hormonal de la Mujer por la Universidad de Murcia.

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