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Seis maneras de aprovechar la bollería que se ha quedado seca

Si tienes una bolsa de magdalenas olvidada en la alacena, te han sobrado cruasanes o bollos artesanos o te ha salido un ladrillo-bizcocho, te dejamos todas las soluciones que necesitas para darles una segunda vida.

Aquí se aprovecha todo
Aquí se aprovecha todoCLAUDIA POLO

A nadie nos gusta tirar comida, pero de una manera u otra al final de la semana acaba en la basura más cantidad de alimentos de los que querríamos. Muchas veces el motivo es que no nos hemos organizado bien y lo que tenemos en la nevera acaba poniéndose malo -aquí te enseñamos cómo comprar y cocinar para toda la semana-, otras por falta de conocimiento sobre qué cocinar con tal o cual ingrediente y en otras interviene una oferta para salir a comer (que te hace olvidar lo que ya tienes en casa).

También hay descartes o restos de platos que terminan en el cubo porque no se sabe qué hacer con ellos. En este artículo te explicamos formas de reutilizar alimentos y convertirlos en platos deliciosos: te adelanto que puedes preparar huevos rellenos con sobras de pescado asado o una sopa con el arroz que te sobró de ayer. Hoy venimos a contarte cómo aprovechar la bollería que se queda secorra. Si has comprado una bolsa de magdalenas de la panadería de tu pueblo y se te han olvidado al fondo del armario, han sobrado cruasanes y bollos artesanos del cumpleaños de tu hijo o has preparado un bizcocho sin seguir muy bien las instrucciones y ha salido como un ladrillo, aquí te dejamos todas las soluciones que necesitas para darles una segunda vida.

Cuando un bollo -incluiremos en esta categoría bizcochos, magdalenas, croissants, palmeras, galletas y cualquier dulce con masa esponjosa a base de harina- se queda seco, lo que ocurre es que pierde el agua que contiene. Para alargar el mayor tiempo posible la vida esponjosa de estos, deben guardarse correctamente, es decir, evitar el contacto con el aire para minimizar la evaporación del agua. Podemos ponerlos en una bolsa de plástico correctamente cerrada o en un recipiente hermético. En el caso de las masas hojaldradas esto también acabará afectando a su textura, porque perderán crujiente: en el caso de los croissants, por ejemplo, un golpe de calor en el horno puede ayudar a recuperarla.

Si ya no hay más remedio y tus postres están más duros que una calabaza, existen muchas formas de hacer que se transformen en carroza. Los métodos y recetas que vamos a compartir se basan en dos cosas: aportar la humedad que le falta -añadiendo huevo, leche, almíbar o nata- o aprovechar su sequedad para obtener arenas, crujientes y elementos tostados.

Base para una tarta

Todas las recetas que lleven una base de galleta pueden prepararse con restos de bizcochos, galletas o bollos tipo brioche. Por cada taza de migas se añaden tres o cuatro cucharadas de mantequilla fundida y algunas especias, si se quiere. Se mezcla bien y se coloca en la base de un molde, apretando con los dedos o con una cuchara hasta que quede bien apelmazada.

Después de dejarla un rato en la nevera o el congelador para que la mantequilla se enfríe y la base se compacte, puede cubrirse con un relleno en frío o bien hornearse como se hace con las tartas de queso. Algunas recetas que pueden adaptarse a este formato son esta tarta de queso con melocotón sin horno, esta de vainilla y peras, este banoffee o esta de mousse de chocolate y marrón glacé.

La preferida de Thatcher
La preferida de ThatcherJOSEP NAVARRO

Pastel de migas o streuselkuchen

Este pastel de tradición alemana se forma con una base de bizcocho húmedo y una cubierta crujiente que parecen migas; de ahí su nombre, streusel significa migas en alemán. Otros postres también tienen esta capa crujiente hecha a base de migas, como el crumble, el pie de manzana o los muffins de arándanos. Para aprovechar los restos secos de un bollo/bizcocho y convertirlos en unas migas crujientes simplemente hay que desmenuzar el bizcocho/bollo y mezclarlo con un poco de harina y mantequilla fundida (por cada 100 gramos de bollería seca, una cucharada de harina y una de mantequilla) hasta obtener una textura granulosa y ponerlo por encima de lo que queramos miguear antes de llevarlo al horno.

Con ricos arándanos
Con ricos arándanosDIEGO DOMÍNGUEZ ALMUDÉVAR

Chips de croissant

Vais a dejar unos croissants en una bolsa mal cerrada solo queriendo para preparar esto. Lo vi por primera vez en Santo Bake House y me pareció una genialidad, luego he visto la idea en otras pastelerías y he comprobado con mi propio horno que es una cosa maravillosa. Con unos croissants, napolitanas o bollos suizos quedarán genial. Para prepararlos deben cortarse en rodajas de un dedo de grosor y mojarse en una mezcla que lleve la misma parte de nata que de azúcar y un poco de canela o cardamomo. A continuación se colocan en una bandeja para horno cubierta con papel sulfurizado y se hornean a 130ºC durante una hora. Lo mejor es ir comprobando el horno y cuando adquieran un color completamente marrón avellana, están listos. Hay que dejarlos enfriar para que se sequen completamente y luego ya pueden guardarse en un tarro hermético, aunque no van a durar ni 24 horas.

Trifle o parfait

Esta elaboración consiste en un vaso relleno de capas de frutas, algún tipo de natilla o crema, trozos de pastel o bizcocho y cualquier otra mezcla que se quiera. Para la capa de bizcocho es donde podemos utilizar nuestros restos de bollería seca. La crema que utilicemos -una pastelera, un lemon curd, una trufa a base de nata y chocolate o un yogur montado con frutos rojos- va a humedecer la masa, ya que los vasitos tienen que reposar en la nevera unas horas antes de servirse. Si está insalvable, puede empaparse previamente con un almíbar, aunque en este caso rebajaría la cantidad de azúcar de la crema para que no sea demasiado empalagoso. Algunas recetas de parfait que hemos publicado anteriormente pueden adaptarse utilizando restos de repostería, como estos vasos de tarta de queso, esta crema de chocolate blanco y frambuesas o estas copas de banoffee.

Muy 'british'
Muy 'british'MIRIAM GARCÍA

Migas de bizcocho

Una forma de aprovechar un bizcocho que se ha quedado sin vida o unas galletas en sus últimas es preparar unas migas crujientes. Para prepararlas se deshacen con los dedos o con un tenedor hasta obtener unas migas bien sueltas. Se extienden en una bandeja de horno y se hornean a 130 grados hasta que se sequen; tardan unos 35-40 minutos. Se dejan enfriar en la propia bandeja y luego pueden guardarse en un tarro de vidrio bien cerrado. ¿Para qué sirve tener migas de bizcocho en el armario? Pues para más de lo que puede imaginarse.

Yo suelo añadirle una cucharada de granola o rompo media galleta en la ensalada: le aporta crujiente y textura y un toque dulce que le viene genial. Estas migas hacen el mismo papel. También pueden echarse en un bol con yogur y fruta a modo de cereales, servir como tierra o base para un postre cremoso o decorar una tarta por encima.

Pudin de bollos

Leche y nata, huevos y azúcar conforman un flan. Si le añades palmeritas, napolitanas de chocolate, croissants o bollos suizos se convierte en un pan de Calatrava, un pudin de bollos o un pastel de todo. En todas las culturas hay recetas de aprovechamiento que utilizan restos de ingredientes o elementos que no están tan frescos para no tirar ni medio gramo de comida. Para elaborar este tipo de postre se realiza una mezcla similar a la de un flan y se rellena un molde junto con todos los restos de bollería seca. El líquido la humedece y al coagular forma un pastel sólido al que se le pueden añadir especias, aromas u otros ingredientes como chocolate o caramelo para darle un toque distinto.

Viejunismo
ViejunismoANA VEGA 'BISCAYENNE'

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