Qué hay que comer para prevenir y controlar la diabetes tipo 2
Las cifras de la enfermedad se han disparado en las últimas décadas. Lo bueno es que, en la mayor parte de los casos, este tipo de diabetes se puede controlar con un patrón de vida adecuado en el que la comida es protagonista
La diabetes de tipo 2 es un trastorno metabólico caracterizado, inicialmente, por la resistencia a la insulina y que progresa de forma característica hacia el descenso de secreción de la misma. A pesar de todos los avances científicos en el terreno del diagnóstico y el tratamiento, la prevalencia de la diabetes mellitus ha crecido de forma espectacular en los últimos 60 años. Hay que tener en cuenta que se trata de una enfermedad no transmisible; igual que el cáncer o las enfermedades cardiovasculares, no se contagia. Así, y sin poder negar una cierta predisposición genética en su aparición, lo cierto es que los -malos- estilos de vida, relacionados con la falta de actividad física y mala alimentación, condicionan de forma significativa su diagnóstico.
No hay una dieta para tratarla y prevenirla: hay decenas
A pesar de la idea general, extendida incluso entre algunos profesionales sanitarios poco actualizados, hay muy pocos matices que hacer sobre la alimentación recomendada a las personas con diabetes. Así, el perfil dietético que deben seguir es aquel que es el que se asocia con un patrón de alimentación saludable (incluso pecando de ser poco específico). Ante la pregunta de cómo ha de comer una persona con diabetes, la respuesta ha de ser categórica y sin la necesidad de dar más explicaciones: bien. Sin macronutrientes arriba o abajo. Bien.
Lo mejor de todo es que, además, ese patrón dietético es idéntico al que se plantea para su prevención. Si lo prefieres, se podría decir que hay que comer como una persona con diabetes para, precisamente, no tener diabetes. Centrémonos en seguir una alimentación saludable, como dejan claro diversas instituciones que tienen el foco de su trabajo en la diabetes. Por ejemplo:
- Las recomendaciones sobre la terapia nutricional en personas con diabetes de la Asociación Americana de Diabetes afirman, con pocas dudas, que no hay un nivel de evidencia concluyente que indique la cantidad ideal de ingesta de hidratos de carbono en los pacientes con diabetes; que tampoco hay evidencia concluyente para recomendar una cantidad ideal de proteínas; ni la que indique la cantidad ideal de ingesta de grasas en estos pacientes.
- Por su parte la Guía de recomendaciones nutricionales basada en la evidencia para la prevención y el manejo de la diabetes del Instituto Británico de la Salud (NICE) sostiene que, más que la cantidad de macronutrientes, lo importante está en la cantidad de energía que se consume, venga de donde venga.
Al final, tal y como comentamos en este artículo, las guías dietoterápicas de las distintas enfermedades no transmisibles -cáncer, diabetes, etcétera- son virtualmente idénticas en sus planteamientos, y a su vez, estos también son los que se dirigen a la población general a través de las guías de alimentación saludable más actuales.
El día a día frente -y contra- la diabetes tipo 2
Los pacientes con diabetes tipo 2 diagnosticada pueden hacer mucho con sus estilos de vida, más allá de medicarse y seguir haciendo lo mismo. A pesar de ser reiterativo, es más necesario que nunca seguir la estrategia del martillo pilón y repetir, las veces que haga falta, recomendaciones que se pueden seguir día a día para mejorar el pronóstico de esta enfermedad. Toma en consideración estos consejos:
- Evita en todo lo posible los productos ultraprocesados y centra tus elecciones en opciones naturales. Es decir, alimentos frescos y a poder ser de temporada. Una buena estrategia consiste en hacer la compra en el mercado o, si lo tienes más a mano, en el supermercados pero solo comprando los alimentos que también encontrarías en un mercado.
- Los alimentos “para diabéticos” no suelen ser una buena opción. Su existencia responde más a cuestiones comerciales y de marketing que a una verdadera utilidad.
- En cada ingesta que hagas a lo largo del día incluye una ración o al menos una porción de alimentos vegetales. Desde el desayuno a la cena, las frutas, verduras y hortalizas han de ser un denominador común. Los puedes preparar de infinidad de maneras, desde crudos a cualquier receta que se te pase por la cabeza: el fondo de armario Comidister siempre te puede echar una mano con recetas de ensaladas, fruta y verdura (puedes pasar un buen rato buscando y consultando esta herramienta usando distintos filtros).
- Las legumbres son amigas, muy amigas de la alimentación de las personas con diabetes. No dudes en ponerlas allá donde quieras, sin miedo y con alegría. En las comidas principales podrían estar presentes de tres a cuatro veces por semana. Los recursos Comidísticos en lo que refiere a las legumbres son, de nuevo, bastante útiles (en frío, en caliente, en puré o como prefieras).
- Cuando añadas alimentos basados en cereales como arroz, pasta o pan, escoge preferentemente sus versiones integrales.
- Ve pensando en reducir la carne, sin estar ni mucho menos prohibida,. Siempre puedes dar más presencia a otras fuentes de proteína como los huevos o los frutos secos (naturales o tostados, sin más añadidos).
- El pescado también es una magnífica opción para incluir esa fuente saludable de proteínas y con grasas saludables. Aquí tienes unas cuantas recetas.
- En el caso de los lácteos, el problema suelen ser los productos que a menudo los acompañan (galletas, cereales “de desayuno” y similares). Así, la leche -con café, té y poco más- el yogur natural, sin más, y el queso elaborado con leche, cuajo y poca sal están bien, y el resto… pues “no bien”.
- El ejercicio: como todos los seres humanos, hemos nacido para ser activos, así que cualquier estrategia, a poder ser diaria y constante, que escojas, será bienvenida para incrementar los beneficios del ejercicio. No todas las jornadas laborales o de cuidado familiar son compatibles con una visita diaria al gimnasio, y la precariedad afecta directamente a este factor, pero por poco que puedas, busca la manera de moverte.
¿Y si esta enfermedad crónica pudiera remitir?
Hace aproximadamente 25 años la comunidad científica sintió, como diría Obi Wan Kenobi, una conmoción en la fuerza: algunos pacientes diagnosticados con diabetes tipo 2 dejaron de cumplir con los criterios diagnósticos para esta enfermedad. El primer indicio de que la diabetes tipo 2 era totalmente reversible provino de la cirugía bariátrica. En este estudio se puso de relieve que los niveles de glucosa en sangre se normalizaron en personas obesas con diabetes tipo 2 sometidas a esta cirugía y que 10 años después, casi el 90% seguía libre de la diabetes. Más tarde se contrastó que la cirugía bariátrica no era el artífice del “milagro”, pero sí el mecanismo que condujo a estos pacientes a comer de manera más saludable.
En este otro trabajo, Diabetes tipo 2: etiología y reversibilidad se contrastó que, en algunos casos y sin cirugía de ninguna clase, se podía conseguir la misma meta con un manejo bastante estricto tanto de la dieta como de la actividad física. El paso del tiempo y las nuevas investigaciones parecen reafirmar este nuevo paradigma en el abordaje de esta enfermedad: la diabetes tipo 2 puede revertirse en no pocos pacientes. Además, en aquellos en los que no se alcanza la remisión total, la misma intervención sobre dieta y actividad física favorece en gran medida el pronóstico y calidad de vida de los pacientes.
Desconozco por qué la diabetes tipo 2, una enfermedad crónica y hasta cierto punto degenerativa, con muchas comorbilidades, que ha crecido de forma descomunal en los últimos años -y seguirá- y al mismo tiempo es tan previsible, es desconocida o ignorada por parte de la opinión popular y las autoridades sanitarias. ¿Cuántas campañas públicas has visto enfocadas a su prevención?
El asunto se pone serio de verdad cuando algunos profesionales sanitarios llegan a sostener que la dieta del paciente con diabetes puede ser libre, al contar con la insulina y otros fármacos, abogando por la democratización en su uso como única herramienta. No puedo evitar preguntarme: ¿cuál es la finalidad de que las personas con diabetes puedan seguir comiendo lo mismo que les puso enfermos?
La diabetes, en cifras
En 1980 los casos de diabetes afectaban a 108 millones de adultos en todo el mundo, en la actualidad hay cerca de 537 millones de afectados y se prevé que para 2045 sean 783 millones. En el marco europeo -incluyendo a la Federación Rusa y a Turquía- España, en 2021, con un 10,3% ocupa el segundo puesto en cuanto a prevalencia de la enfermedad: solo nos superaba Turquía con un 14,5%. En cuanto al número de afectados, España está en el cuarto lugar (5,1 millones) por detrás de Turquía (nueve millones), Federación Rusa (7,4 millones) y Alemania (6,2 millones). Si de por sí son preocupantes estas cifras, peor aún es compararlas con las de hace 10 años: en 2011, la prevalencia en España era del 6,5% y afectaba a 2,8 millones de adultos.
Existen distintos tipos de diabetes mellitus: en general, y aunque en la actualidad se está avanzando mucho en la identificación de características propias de otros tipos de diabetes, se reconocen, básicamente, la diabetes mellitus de tipo 1, de tipo 2 y la gestacional. Uno de los aspectos más significativos del incremento epidémico de la diabetes es que, en la actualidad, entre el 90 y el 95% de todos los nuevos diagnósticos lo son de diabetes tipo 2, una a tipología para la que los estilos de vida tienen un papel fundamental. Tanto, que según la International Diabetes Federation, unos adecuados hábitos de vida -en cuanto a actividad física y alimentación- podrían evitar entre el 50 y el 60% de los diagnósticos. Un reciente estudio publicado en la revista Nature avanza en la misma línea.
La diabetes mellitus es una patología grave que condiciona la esperanza de vida y que supone un serio menoscabo en la calidad de la misma, además de importantes costes económicos relacionados con su tratamiento. De hecho, se estima que más del 12% de todo el gasto sanitario mundial se destina al tratamiento de la diabetes y sus complicaciones: insuficiencia renal, mayor riesgo cardiovascular y de infecciones, ceguera o amputaciones de miembros inferiores. De hecho, se trata de una enfermedad con una carga global, que asume una de las principales causas de mortalidad, sobre todo debida a complicaciones cardiovasculares.
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