Ensalada de garbanzos, bacalao y pimiento rojo
En España, los garbanzos han sido vistos históricamente como un símbolo de ordinariez. La perra (dicho en sentido cariñoso) de Valle-Inclán llamaba “Don Benito el garbancero” a Pérez Galdós, porque le resultaba demasiado prosaico y ramplón para su exquisito gusto de estilista. No le debían de oler muy bien las escenas de cocido que el escritor realista metía de vez en cuando en sus novelas para describir la España popular del siglo XIX.
Supongo que la mala fama de esta legumbre -hasta la RAE describe "garbancero" como "persona o cosa vulgar"- se debe a un cúmulo de factores: es barata, ergo comida de pobre; mal acompañada se convierte en una masa pastosa en la boca, y si está dura sólo se la puede tragar un muerto de hambre. Además, el esfuerzo digestivo que requiere, sumado a los gasecillos que puede generar en nuestro interior y que acaban como el amor, en el aire, le ha restado posibilidades como alimento favorito de damiselas y finolis.
A pesar de los pesares, a mí los garbanzos me vuelven loco. Me gustan como me gustan los libros de Don Benito, en los que encuentro verdad e inteligencia, no zafiedad. Con permiso de las lentejas y las alubias, son mi legumbre seca favorita. Dame unos garbanzos bien cocidos, y que se quite el foie.
La receta de hoy hermana estas pequeñas bolitas mágicas con un montón de ingredientes con los que se lleva fenomenal: el pimiento, el huevo cocido, el bacalao o el perejil, éste último usado más como un componente de pleno derecho que como una simple hierbecita decorativa. Se trata de un plato frío y nada pesado porque no incluye ningún tipo de grasa caliente y en el que el bacalao no está cocido, sino simplemente desalado. Además, admite dos versiones: una artesanal para los que les vaya la comida lenta, cociendo los garbanzos y asando los pimientos, y una fast food comprando estos ingredientes envasados.
Dificultad: Para atontolinados.
Ingredientes
Para 4 personas
- 400 g de garbanzos cocidos
- 200 g de bacalao desalado
- 2 pimientos rojos
- 2 huevos
- 1 manojo de perejil
- 1 limón
- Aceite de oliva virgen extra
- Sal y pimienta negra recién molida
Instrucciones
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.