Tortilla de patata, calabacín y restos de espárragos
Hay personas que me llaman pijo por criticar al supermercado del pueblo llano y defender lo ecológico, el comercio justo y ese tipo de chorradas. Pues bien, deberían saber que bajo mi apariencia de finolis-progre-con-dinero-para-caprichitos-bio se esconde una auténtica abuela de la posguerra de esas que lo aprovechan todo para no gastar ni medio euro más de lo necesario.
Aparte de mi obsesión por comerme la piel de las cosas, que cualquier día de estos me va a causar una sobredosis de fibra, últimamente estoy metido en la batalla de reciclar los restos de las verduras. Hablo de esas hojas de la remolacha, esas zonas verdes del puerro o la cebolla o esas partes duras del espárrago que no hay Dios que se tome si las cocinas con las tiernas. En esta última hortaliza, mi truco consiste en pelar esas zonas leñosas y cortarlas en rodajitas finas para romper las fibras. Y después usarlas en pastas o, como en el caso de hoy, en tortillas.
Sé que a una tortilla de patatas tradicional no hace falta ponerle nada para alcanzar con ella el clímax, pero si te interesa por el motivo que sea añadirle un poco de verde, estos restos de espárrago son una gran opción. Y si ya le añades calabacín, te sientes incluso más estilizado mientras la comes. No hace falta decir que puedes cerdear todo lo que quieras esta receta poniéndole un poco de jamón, chorizo, panceta o el producto del gorrino que más te guste.
Dificultad: Para rescatados.
Ingredientes
Para 4 personas
- 300 g de patatas
- 300 g de calabacín
- Partes duras de 12-18 espárragos verdes (o los que tengas)
- 1 cebolla grande
- 5 huevos
- Aceite de oliva
- 1 pizca de tomillo
- Sal y pimienta negra
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