Tras los gastos navideños llegan los ajustes presupuestarios. Uno de los capítulos donde es posible reducir gastos es el consumo de vino cotidiano. Según datos de Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, este representa 1,3% del presupuesto destinado a alimentación y bebidas en los hogares españoles, lo que equivale a un gasto per cápita de 23,22 euros por persona al año, lo que se traduce en algo menos de siete litros anuales, en su mayoría vinos con Denominación de Origen. No son cifras muy grandes, lamentablemente muy lejos de las de los países de nuestro entorno, como Francia, Portugal o Italia. En todo caso, hay que tener en cuenta que la estadística incluye a todos los hogares, aunque cada vez más son los que, o bien, no consumen vino, o solo lo hacen en las contadas ocasiones que parece obligado culturalmente hacerlo (comidas con invitados, celebraciones o fiestas). En otras palabras, los que beben vino a diario tienen la ocasión de ajustar significativamente sus gastos sin perder calidad.
Porque nuestro país, el tercer productor mundial y la mayor extensión de viñedo, posee un mosaico de privilegiadas zonas óptimas para el cultivo de la vid, dotadas de una gran diversidad de climas, suelos y variedades autóctonas. Eso le permite elaborar vinos con una relación calidad-precio imbatible. Amplia y variada oferta procedente de numerosas denominaciones de origen, algunas poco valoradas hasta hace unos años, otras apenas conocidas por los consumidores. Como Almansa, Bierzo, Calatayud, Manchela, o Yecla. Y, naturalmente, las prestigiosas Ribera del Duero y Rioja. Tintos de variedades tan diferentes como la bobal, mencía, garnacha, monastrell, y los distintos clones de tempranillo. Estas son algunas de las mejores opciones —pero hay muchas más, como recoge la Guía del Vino Cotidiano, editada por OpusWine— para beber un buen tinto con puntuaciones sobresalientes por menos de ocho euros.
El enólogo, viticultor y bodeguero Juan Antonio Ponce posee pequeñas parcelas de viñedo familiar con una extraordinaria bobal, que da origen a portentosos vinos. Este es el más joven, y resulta doblemente atractivo por su moderado precio. Ha vinificado en cubas de roble francés de 10.000 y 15.000 litros, donde permanece siete meses. Aroma de intensa frutosidad, con recuerdos florales y de hierbas de monte, todo enriquecido por el leve toque de la madera y las especias. Sabroso, expresivo, suave, fresco, con un largo y complejo final.
Estévez es un proyecto familiar que busca recuperar su legado centenario en Valtuille de Abajo, donde elaboran vinos únicos de viñedos históricos. Su primer vino, Versos de Valtuille Mencía, proviene de un viñedo de 90 años a 400-600 metros de altitud, plantado sobre suelos arcillo arenosos. Tiene una crianza de ocho meses en fudre. Aroma de gran expresividad frutal (cerezas y frambuesas), adornada de notas florales (violeta), hierbas balsámicas y leves notas especiadas. Boca fresca, jugosa, estilizadamente frutal, de paso vivo.
Paco Mulero posee un amplio catálogo de vinos procedentes de distintas denominaciones de origen, todos con una calidad media-alta a precios ajustados. Un buen ejemplo es este tinto joven elaborado con uvas procedentes de viñedos de garnacha tintorera cultivados en suelos calizos. Intensa expresión aromática que encierra, junto a matices balsámicos, la fruta roja muy madura, casi compotada, con elegantes notas florales y recuerdos de hierbas. Suculento, goloso, pero equilibrado por la correcta acidez que alarga su afrutado final.
Bodegas Castaño es la referente de Yecla, una D.O. que aspira a encontrar su sitio entre los vinos de calidad, más allá del trasiego de graneles y el comercio de cantidades. Así lo entendió el pionero Ramón Castaño con hitos como Casa Cisca y este Hécula, un tinto con leve crianza de 6 meses en barrica de roble francés (80%) y americano (20%). Aromas intensos y complejos a frutas rojas compotadas (arándonos y ciruela), con la presencia sutil de balsámicos, especias y tostados. Concentrado, muy sabroso, equilibrado y largo. ·
El gran Florentino Martínez Monje, viticultor alavés de corazón euskaldun, es capaz de convertir sus viejas viñas de tempranillo en grandes vinos, desde jóvenes hasta reservas. Su gama sigue teniendo como pilar a Luberri, típico vino de cosechero, y uno de los mejores tintos de maceración carbónica, al que consigue dotar de complejidad y consistencia sin alterar el método tradicional. Amplia gama de frescos aromas frutales (mora, frambuesa, plátano) y notas florales. Vivo, carnoso, de golosa frutosidad y agradable amargor final.
Bodega familiar de tres generaciones de bodegueros que ha virado en los últimos años a los orígenes para dar protagonismo al terruño de su finca Valdomingomartín, ubicada Nava de Roa (Burgos), a 820 metros de altura. Tras la fermentación maloláctica en barrica, se cría durante cuatro meses en roble americano y francés. Aroma intenso a moras silvestres maduras, con una leve aportación de la madera, notas de especias y balsámicos, sobre un ligero fondo tostado. Boca golosa, suave y equilibrada, con un fresco postgusto muy frutal.
La aragonesa Ateca perteneciente al grupo jumillano Gil Family Estates, posee el pequeño tesoro de cepas centenarias, plantadas en las laderas pizarrosas de los montes que dan nombre a la bodega, en la Comunidad de Calatayud. Con sus uvas elaboran este tinto joven de curioso nombre fermentado en depósitos de acero inoxidable. Aroma a fruta roja madura (cerezas, frambuesa) dotada de matices florales, hierbas de monte bajo balsámicas, y recuerdos de terruño. Boca muy sensual, suave, frutosa, con final levemente amargo. ·
Periodista, escritor, y crítico enogastronómico. Premio Nacional de Gastronomía 2002. Es crítico enológico de EL PAÍS desde finales de los ochenta. En 1989 participó en la fundación de Slow Food, donde ha sido vicepresidente internacional y presidente nacional. Es autor de libros como 'El Libro del Vino' y 'El Libro de los Aguardientes y Licores'.