El pulpo con las patas rotas y las frutas feas se los comen en Inditex
El comedor de la multinacional gallega sirve 1,5 millones de comidas al año y genera más de nueve millones en la economía local
Se ha convertido en un comedor de empresa ejemplar. La iniciativa comenzó en 2016, cuando Inditex decidió que era importante cuidar la alimentación de los empleados de la sede central de la multinacional en Arteixo (A Coruña). Uno de los asiduos a la cantina siempre ha sido Amancio Ortega, el fundador e ideólogo de un concepto de comedor 360 grados, esto es, un nuevo modelo de restauración colectiva más sostenible, inclusivo, con más beneficios sociales y menos costes ambientales. Una apuesta por los proveedores de proximidad, con la mirada puesta en el impacto medioambiental y en el desperdicio de alimentos dentro de un grupo que durante el primer semestre de su ejercicio fiscal 2024/25 dio empleo de media a 153.541 personas, según datos enviados a la CNMV.
Solo en Galicia, Inditex cuenta con seis restaurantes, que dan de comer a 5.500 usuarios diarios, esto supone 1,5 millones de cubiertos al año, lo que supone un impacto socio-económico en compra local de nueve millones de euros al año —hace ocho años esta cifra era de 300.000 euros—, ya que el 85% de las compras se realizan a empresas gallegas y el 55% de los productos que se consumen son de kilómetro cero de pequeños productores locales. Todo esto supone, según explicó Senén Barral, responsable del departamento de innovación, infraestructuras y servicios de restauración de Inditex (España), durante su participación este miércoles en el congreso de Madrid Fusión, un ahorro económico, en embalajes, transporte y CO2. Utilizan, además, energía verde y generan cero residuos.
La multinacional textil tiene otros ocho restaurantes repartidos en diferentes ubicaciones, como Madrid, Barcelona o Zaragoza, y donde sirven 6.500 comidas diarias e intentan aplicar el mismo modelo que en Galicia. En total, 12.000 cubiertos diarios. “La clave son los proveedores pequeños. Esto no se podría hacer si no tenemos la sabiduría de nuestros proveedores. Programamos con ellos sus cosechas, el cebado de los animales. Parece difícil, pero no lo es. Nosotros tenemos a un cliente cautivo. En diciembre ya sabemos cuantas comidas vamos a dar hasta diciembre”, añadió Barral, que sostuvo que en un principio nadie podía creer que ser más rentable pasaba por ser más ecológico y económico. También aclaró que es un precio de colectividad, ha de ser barato, dado que no es un precio de menú.
Y citó varios ejemplos, como es el aprovechamiento alimentario. Por ejemplo, en frutas y verduras, donde asegura que desde 2018 ahorran entre un 30 y un 80% en esta partida. “Cuando vamos a las huertas, los agricultores nos enseñan la parte central, lo mejor de su producto, pero si vamos al lateral, a los bordes, ves el producto feo, imperfecto, el que se malvende, el que acaba en residuo o en compost, y al que nosotros queremos revalorizar. Es más feo, tiene un color diferente, pero es perfecto”, agregó. Son productos —tomates, calabacines o arándanos— que por su aspecto, tamaño o forma, no llegarían a presentarse en un lineal, pero mantienen intactas sus propiedades. En total, 17.000 kilos de fruta consumidos, lo que supone un ahorro de 25.000 euros al año.
Otro de los puntos en los que hizo hincapié fue en la reutilización del agua. En la sede central de Galicia cuentan con una zona de lavado de vegetales, donde tratan 3.000 litros de agua al día, que recirculan a sus propios aljibes, donde recuperan un millón de litros, que utilizan posteriormente para la limpieza de garajes, de cuartos de baño o para el riego. En 2016 vieron lógico que si compraban a proveedores locales debían eliminar el embalaje. Ese año suprimieron 15.200 cajas de plástico, lo que supuso una reducción de 16.000 euros al año. “Si aumento el coste de mi servicio, soy menos productivo”.
Un millón de artículos para la cesta de Navidad
Cuando llega Navidad, Inditex prepara 50.000 cestas al año, con 22 productos gastronómicos cada una, lo que supone manejar más de un millón de artículos. Otro quebradero de cabeza en esa búsqueda de residuo cero. Idearon un nuevo sistema de entrega de la mercancía para que los proveedores enviaran sus artículos en granel y unas cajas baúl de gran capacidad, con la finalidad también de disminuir el coste. Esto supuso una reducción del 85% de embalajes, un 65% menos del uso del plástico y un 40% menos de tiempo de montaje. “Esto es ecología y economía”, aseguró Barral, que insistió en que el plato fuerte son los proveedores, a los que se les exige que apuesten por la economía social —24 de ellos ya lo hacen—, por la agricultura regenerativa y el producto ecológico. El objetivo de Inditex es llegar en cuatro años a ser un 99% ecológicos —hoy lo son al 30%—, con el propósito de acompañar al proveedor en esa transformación, “que es costosa y complicada, ya que la Administración exige dos o tres años en conversión, y eso implica asumir riesgos cuando el mercado paga como si fuera producto convencional”. Por ello, desde el primer día Inditex paga al proveedor que inicia esa conversión como si fuera en ecológico.
Para que esa conciencia cale en los empleados, todos los jueves se celebra en Arteixo un mercadillo de venta de productos locales. “Es una forma de encontrar producto que no se encuentra en los supermercados, a la vez que creamos conciencia para ser transformadores”, apuntó el responsable de la compañía, quien también destacó la creación de la plataforma Galia, en la que figuran todos los proveedores gallegos a los que otros colectivos pueden adquirir sus productos.
Un modelo que apuesta por la eliminación de latas, de envases de tetrabrik, de cápsulas de café —compran café arábica a granel— y se reafirma en el uso de los envases de cristal, en el consumo de alimentos desnudos o de pescados de descarte. En Inditex miran hasta el último euro: comen pulpo, pero el que tiene alguna pata rota y que se vende con un 50% de descuento.
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