Fango, la coctelería de vanguardia ideada en Copenhague e inaugurada en Ávila
La desarrolladora de bebidas Esther Merino y el cocinero Diego Prado han creado el lugar al que peregrinarán quienes busquen innovación líquida, sólida y honestidad
“Lo que no ha conseguido mi madre lo ha logrado Carlos”, así cuenta la investigadora y desarrolladora de bebidas Esther Merino (Valladolid, 34 años) cómo el cocinero Carlos Casillas la convenció para regresar a Castilla y León. Tras varios años trabajando en algunos de los mejores restaurantes del mundo, como Noma o Alchemist, en Copenhague, Merino ha vuelto para inaugurar Fango, su proyecto más personal. Se trata de una coctelería ubicada en la parte de abajo del restaurante Barro (Carretera Salamanca, 4, Ávila), que mira a la muralla de Ávila, se inspira en la tierra que la rodea, se nutre del conocimiento y la brillantez de la vallisoletana y hace felices a quienes entran. “El otro día vino un grupo de mujeres de la ciudad. Se lo pasaron fenomenal y me hizo mucha ilusión”, cuenta Merino sonriendo hasta con la mirada.
En Fango no solo se pueden beber las combinaciones originales de Merino, con alcohol y sin alcohol como el kéfir de polen o las kombuchas, cuenta con una carta de sorprendentes snacks creados por el cocinero chileno Diego Prado, con el que Merino coincidió trabajando en Alchemist. “La idea es que te puedas tomar un buen cóctel y un snack por no mucho dinero”, asegura Merino. Y que las elaboraciones líquidas caminen de la mano con los bocados. Así sucede con creaciones como La Higuera de Elvira, un destilado de hoja de higuera, sirope de hoja de higuera, zumo de limón, té milky oolong (14 euros) perfecto para tomar con el sándwich helado de hoja de higuera, confitura de higo con PX y no chocolate de higuera y barquillo (8 euros). También tienen un menú degustación, el Festín Fango por 85 euros, pensado para que el maridaje de los mundos de Merino y Prado, dos profesionales con años de experiencia en investigación gastronómica, sea perfecto. Además, hay sorpresas como los bombones sin chocolate, pero sí con insectos o garbanzos. Una oferta única en España que quiere poner a Ávila en el mapa mundial.