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Guía completa de Reus para conocer y participar de su euforia por el vermut

La historia de esta localidad catalana con el aguardiente la catapultó en el siglo XIX hacia una fructífera relación que se deja ver en restaurantes, bares, museos y fiestas

Vermut Miró, en El Café de Reus
Vermut Miró, en El Café de Reus.Gianluca Battista

El vermut es a Reus (Tarragona) como el calçot a Valls, a pesar de que su origen se ubica mucho más lejos. Este popular vino macerado con botánicos y alcohol se remonta al descubrimiento en Egipto del ajenjo, una hierba imprescindible en su fórmula secreta. En el siglo XVIII, los italianos —que señalaron su origen en Bulgaria y Alemania— lo perfeccionaron hasta conseguir que medio mundo supiera lo que era un Martini, y los franceses se sumaron al carro inventando el vermut blanco.

Reus, que por aquel entonces era la capital catalana del aguardiente, tenía la infraestructura y la experiencia necesarias para convertirse en la nueva capital del vermut. A finales del siglo XIX, más de 30 empresas elaboraban hasta 50 marcas distintas, un pasado que resiste en la actualidad gracias a la marca Vermut de Reus —en la que se incluyen Cori, Rofes, Miró, Iris, Fot-li, Olave, Yzaguirre y Or del Camp— y a los bares, restaurantes, rincones y actividades que mantienen viva su esencia.

Vermuts Rofes, en el restaurante homónimo ubicado en Reus.
Vermuts Rofes, en el restaurante homónimo ubicado en Reus. Gianluca Battista

Dónde beberlo (y comerlo)

Si hay un lugar perfecto para iniciar una ruta del vermut en Reus es el Museo del Vermut, ubicado en una antigua fábrica modernista de sombreros. Joan Tàpias, artífice del proyecto, buscó un lugar donde mostrar al público su colección de más de 6.500 artículos de más de 2.000 marcas de vermut diferentes. Las botellas, carteles, publicidad y otros detalles de hasta 57 países se reparten en dos plantas y varios salones.

Preparación del vermut en las bodegas De Muller.
Preparación del vermut en las bodegas De Muller. Gianluca Battista

Además de admirar el museo del vermut más grande del mundo, inaugurado en 2014, y su arquitectura, vale la pena probar su carta líquida con más de 100 referencias de vermut —incluyendo el Cori, su marca propia— que se acompañan del típico aperitivo de enlatados (de 3,25 a 7,70 euros) o de sus deliciosas (de 4 a 19 euros). Pero otra de sus sorpresas aguarda en el menú mediodía (20 euros) y la carta de comidas, donde ofrecen recetas como los dados de bacalao en tempura con reducción de vermut Cori Negre (7,10 euros), recientemente galardonado con el premio Vinari d’Or.

Otro de los que cargan con una gran historia a sus espaldas es el Restaurant Vermut Rofes, que ocupa el edificio donde antiguamente se ubicaba la Bodega Rofes, operativa desde 1890 hasta 2007. Tras reconvertirla en vermutería, restaurante y lugar de eventos, Salvador Rofes, bisnieto del fundador, decidió no dejar la tradición del vermut familiar, que ahora se elabora en la bodega De Müller, abanderando una cuarta generación que ha virado hacia la restauración.

Uno de los platos elaborados por Restaurant Vermut Rofes, en el centro de Reus.
Uno de los platos elaborados por Restaurant Vermut Rofes, en el centro de Reus. Gianluca Battista

En sus diferentes espacios —terraza, sala de barricas, salas privadas y restaurante— se ofrece una carta donde se bebe y se come su vermut. Dados de salmón marinados con soja, gelatina de vermut y polvo de cítricos (17 euros) o sorbete de vermut con helado de café y polvo de crumble son algunas de sus creaciones. Además, ofrece menús degustación a la carta donde el vermut está presente en todos sus platos y una experiencia para disfrutar de la historia y el sabor del vermut.

Para darle un bocado al vermut también se puede reservar mesa en el histórico restaurante El Círcol, donde Joan Urgellés hace de esta bebida típica un ingrediente más en su cocina divertida, pero tradicional. Más de 15 años haciendo recetas con vermut han dado lugar a bocados donde las salsas como el kimchi o los pescados y carnes asados —además de postres como la crema inglesa— tienen ese toque herbáceo y dulce del vermut.

Detalle del Restaurant Vermut Rofes, en el centro de Reus.
Detalle del Restaurant Vermut Rofes, en el centro de Reus. Gianluca Battista

La hora del vermut

No es solo una bebida, es también un concepto. Pasear por el centro histórico de Reus rozando el mediodía es asomarse a un mundo donde se encuentran el modernismo y el vermuteo en su máximo esplendor. Una de las mejores terrazas para ello se esconde en las alturas del Gaudí Centre, un museo con una de las vistas más bonitas de la ciudad, con la Iglesia de Sant Pere formando una postal perfecta sobre la Plaza del Mercadal.

A tan solo unos metros, otra terraza en las alturas se asoma a la iglesia reusenca. Para disfrutarla, se han de traspasar las puertas del Hotel Centro Reus, donde el Club Cèntric Utopía ofrece vermuts y platillos como los sándwiches de pollo o de ragú de ternera, los huevos rotos o las minihamburguesas. Ya a ras de suelo, a dos calles, el mítico restaurante El Café de Reus, ubicado en una antigua mercería del siglo XIX, combina desde hace más de 40 años música y gastronomía en un espacio que va desde la terraza hasta un interior de época donde degustar vermut —o su propia cerveza— y acompañarlo de tablas de embutido o queso, carpaccios y cocas saladas.

Interior de El Café de Reus.
Interior de El Café de Reus. Gianluca Battista

Asimismo, invitan a mover los pies en el Va de vi, un pequeño bar donde todos los sábados hacen música en directo y organizan catas de vinos en las que también triunfan las empanadas argentinas y las tablas de ahumados entre el buen ambiente de sus propietarios. En el bar L’amagatall la cultura se materializa con una cuidada carta de vinos, cavas, sangrías y vermuts, que se combinan con fondues, tablas de quesos e ibéricos o pizzas sin gluten y opciones veganas pensadas para cualquier momento o, todavía mejor, durante alguna de sus catas o eventos.

En la Tasca Xivarri organizan cajas vermuteras para compartir con las tapas más generosas. Por menos de 30 euros, incluyen un litro de vermut acompañado de aceitunas y chips con tapas como chistorra al vino, boquerones en vinagre, pimientos de padrón, invenciones propias, como el kronut kanalla, o ensaladillas, croquetas y tablas variadas.

Alejándonos un poco del centro, la Casa Rull, un edificio modernista del arquitecto Lluís Domenech i Muntaner construido en 1900, actual sede del Área de cultura y del Instituto Municipal Reus Cultura, esconde un coqueto jardín que hace de escenario perfecto para disfrutar de una variada carta de vermuts y eventos como monólogos, cine al aire libre o conciertos.

Entre rutas y fiestas

Más allá de restaurantes y bares, el vermut se da a conocer en experiencias alrededor de la ciudad y en diferentes momentos del año. Uno de los mejores ejemplos son las visitas a Casa Navàs con catas de vermut Miró, donde no solo conocer la historia del edificio modernista más famoso de Reus, sino también la de su bebida típica.

La oficina de Turismo, por su parte, organiza visitas guiadas tematizadas, que incluyen lugares como el Museu del Vermut, Vermuts Rofes o la Casa del Vermut y Estación Enológica, la más grande del país, en la que se explica la historia del aguardiente y de cómo se inició la tradición del vermut. Otras empresas turísticas, como Còdol Educació o La Teva Ruta, disponen de rutas originales que mezclan otros aspectos interesantes de la localidad, como puede ser la gastronomía, los comercios o la cultura.

Uno de los espacios de la bodega De Muller, donde se ofrece una carta en la que se bebe y se come su vermut.
Uno de los espacios de la bodega De Muller, donde se ofrece una carta en la que se bebe y se come su vermut. Gianluca Battista

Y aunque es cierto que vale la pena comprarlo como souvenir en una de sus tiendas míticas, como el centenario Colmado Baró, el Celler de Reus o la Bodega la Parra, donde encontrar una gran variedad, no hay nada mejor que probar la bebida estrella de Reus en algún vermut musical o vermutada popular de las que se organizan durante el año, acudir a la Fira del Vi o aún mejor, sumergirse en alguna de las dos fiestas grandes de la localidad, en las que se consume el masclet, una preparación hecha con vermut y plim, un refresco de frutas local.

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