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Extra Eventos

El futuro gira en torno a los datos

Pese a las dudas sobre su impacto medioambiental, las enormes necesidades energéticas que requieren y la vertebración del territorio, estos centros tecnológicos suponen una gran oportunidad para el tejido económico y social español, en la que están de acuerdo todos los actores políticos y empresariales

Imagen del evento Retina / Spain DC, celebrado el pasado 26 de febrero en la Fundación Ortega-Marañón de Madrid.
Imagen del evento Retina / Spain DC, celebrado el pasado 26 de febrero en la Fundación Ortega-Marañón de Madrid.Santi Burgos
Miguel Ángel García Vega

Existe un cierto zumbido en el aire. Resulta fácil percibir que no es un foro más. La Fundación Ortega y Gasset-Gregorio Marañón de Madrid está llena. Las palabras discurren en la última nave que el estudio Junquera Arquitectos añadió a uno de los espacios de pensamiento más prestigiosos de la capital, que alberga tres volúmenes. La arquitectura tiene mucha relación con la tecnología. La jornada Centros de datos: una oportunidad de país, con Retina como mediapartner y organizada por la Asociación Española de Data Centers (Spain DC), debate en una de esas tardes madrileñas en las que el cielo parece pintado por el Greco de un azul pedernal el que quizá sea uno de los grandes temas de la acelerada agenda tecnológica moderna.

Dos mesas. La primera, más técnica y económica. En la segunda están representados los cuatro grandes partidos (PSOE, PP, Sumar y Vox) y, al final, tiempo para la exvicealcaldesa del Consistorio madrileño, Begoña Villacís, ahora directora ejecutiva de Spain DC tras su paso por la esfera política. “Sus excompañeros”. Con este término se referirá a ellos todo el encuentro. Pero llegará más adelante.

El presente resume una inquietud. Un sector estratégico para el futuro de la empresa y la industrialización. El mañana depende, en parte, de ellos. Con sus vientos a favor y, también, sus críticas que, a veces, los dejan varados en el puerto. Los centros de datos son espacios físicos, arquitectura donde habita la nube, la inteligencia artificial (IA), el 5G, el internet de las cosas (IoT), la mensajería instantánea o el entretenimiento de cualquier plataforma. Construyen parte de ese tablero que tiene una apertura compleja como es la soberanía digital. Estaríamos a oscuras sin ellos. El sector se queja. De ahí ese zumbido. Hasta cinco años se tarda en entregar un centro. La lentitud de un buey caminando sobre la nieve. ¿Qué fondo de inversión aguanta cinco años para tener su infraestructura? Ningún inversor tiene parados 1.000 o 2.000 millones de euros durante un lustro mientras espera una instalación que se construye en menos de la mitad de ese tiempo.

De izquierda a derecha, Jaime García Cantero, director de Retina, modera a Juan Luis Pedreño, portavoz de IA en el Congreso por el PP; Emma López, secretaria federal de Política Económica y Transformación Digital del PSOE; Pedro Fernández, portavoz de Vox en el Congreso para Transformación Digital e IA; Tesh Sidi, portavoz de Sumar en el Congreso sobre Transformación Digital e IA, y Emilio Díaz, presidente de Spain DC.
De izquierda a derecha, Jaime García Cantero, director de Retina, modera a Juan Luis Pedreño, portavoz de IA en el Congreso por el PP; Emma López, secretaria federal de Política Económica y Transformación Digital del PSOE; Pedro Fernández, portavoz de Vox en el Congreso para Transformación Digital e IA; Tesh Sidi, portavoz de Sumar en el Congreso sobre Transformación Digital e IA, y Emilio Díaz, presidente de Spain DC.Santi Burgos

La Comunidad de Madrid —partidaria, por principio, de regular poco— encabeza esta tecnología. Cuenta con 35 centros de datos — que suman 204 megavatios (MW)— y 11 más en construcción (entre 300 y 306 MW). El PIB digital llega al 54,8%. Estas son las cifras que aporta Ignacio Azorín, director general de estrategia digital de la región. Y recuerda que levantarlos ocupa a 10.000 personas. “En términos de PIB te pega un petardazo”. Y calcula: “Hasta 2026, en Madrid estamos en 6.000 millones de euros en inversión directa y 10.000 millones en indirecta”.

Números largos como las figuras del pintor cretense. “No es solo el impacto económico: el futuro de la humanidad es digital y afecta a todos los niveles”, resume Eulalia Flo, vicepresidenta de Spain DC y consejera delegada de Equinix. “Lo que tira ahora del mundo digital es la IA: aunque es un bum desde hace un par de años. Luego llegará la computación cuántica, y después alguna tecnología que hoy ni conocemos, pero se necesitarán centros de datos”, asegura. Se habla mucho del cómo; de si estas infraestructuras consumen mucha energía y agua para refrigerar los racks (almacenes de ordenadores). “Pero ya han nacido sostenibles. Viene en su diseño. No tenemos que hacer una transición verde”, apostilla Flo.

Proyecto superador

Otra punta de lanza, quizá más compleja, está en Barcelona. Hay tantos reportajes sobre el Barcelona Supercomputing Center (BSC-CNS) que su fama reta al Park Güell. El ingeniero informático Josep María Martorell es el director adjunto de esta especie de nao Santa María con rumbo hacia nuevos continentes digitales. Su capacidad de cálculo supera lo imaginable. “Who doesn’t compute, doesn’t compete” (Quien no calcula, no compite) es uno de los lemas del centro. Una caja de algoritmos que nada tiene que ver con Pandora pero es esencial para apoyar la investigación, por ejemplo, contra infinidad de enfermedades. Su capacidad de procesar datos tiene casi todas las aplicaciones que propone el ser humano. “Está muy bien desarrollar la IA, pero tiene que ser la nuestra, con nuestros valores, ajena a los sesgos, pensemos, que proceden del mundo anglosajón. Porque un día te desenchufan y te dejan seco”, advierte Ignacio Azorín. En la partida entra ahora la geopolítica.

En su última orden ejecutiva, sobre exportación tecnológica, Joe Biden, expresidente de Estados Unidos, calificó las naciones en Tier 1, Tier 2 y Tier 3. Las primeras tienen libertad para adquirir tecnología del país; las segundas, algunas restricciones, y las terceras están “vetadas”. Es sencillo adivinar cuáles y por qué. Pues bien, Luxemburgo —miembro de la Unión Europea— figura entre las Tier 2. ¿Cómo es posible? Es la forma de romper el mercado interno de la UE por detrás; además, allí reside la agencia europea (EuroHP Quantum Center) que vende supercomputadores como los que llegan a España. “Nadie da puntadas sin hilo. La importancia resulta obvia; la clave es la urgencia”, subraya Azorín. Y América es, a la vez, competidor y contratiempo.

Ese es un problema que vuela de un lado al otro de la mesa al igual que una hoja al aire. “No somos capaces de desarrollar los centros al ritmo que los necesitamos”, lamenta Eulalia Flo. “La planificación eléctrica no está pensada para este siglo y estas tecnologías”. De ahí ese sálvese quien pueda geopolítico. Había poca Europa en el último mensaje a la nación del presidente francés, Emmanuel Macron. A partir de ahora Francia comienza una “época diferente en la que será necesario crear compromisos ante los nuevos desafíos. Tenemos que ser ambiciosos […], no podemos permitirnos ni divisiones ni inmovilismo”, sostuvo el mandatario galo. Un politólogo escribiría eso de un discurso en clave interna.

Críticas y desafíos

Estas infraestructuras asumen retos estratégicos y reproches por su consumo. Los centros de datos aumentarán entre un 10% y el 15% la demanda energética europea en los próximos 15 años. Unos 170 gigavatios (GW), estima el banco Goldman Sachs. ¿Mucho? “Si vas a utilizar la IA para trabajar en un tratamiento contra el cáncer, gasta toda la energía necesaria; pero si desarrollas un algoritmo para que Netflix se cargue unos milisegundos antes, eso es otra cosa. Aquí no existe la carta blanca”, aclara César Tello, director general de la Asociación Española de la Economía Digital (Adigital). Debe haber una estructura sólida en la regulación de la gobernanza tecnológica. Todavía hay tiempo de llegar a estas tecnologías pero hace falta apurar mucho el paso. “Porque a día de hoy no soy capaz de entregar en 18 meses el centro de datos que necesita Eulalia”, reconoce Ignacio Azorín.

Miguel Garrido, vicepresidente primero de CEOE y presidente de CEIM.
Miguel Garrido, vicepresidente primero de CEOE y presidente de CEIM.Santi Burgos

Es el momento de la política, y sirven como enlace las últimas palabras de la presentación de Miguel Garrido, vicepresidente primero de CEOE y presidente de la Confederación de Empresarios de Madrid (CEIM). “Tenemos una gran responsabilidad y, a la vez, una gran oportunidad: debemos agilizar las licencias, acometer los planes estratégicos de inversión en las redes [España es una potencia mundial en las submarinas], y aprovechar una coyuntura que no podemos dejar escapar como país”, subraya.

Atravesamos la época de la política de la realidad. “Hay una serie de tecnocracias que quieren afectar a nuestra soberanía”, reconoce Emma López, secretaria federal de Política Económica y Transformación Digital del PSOE. Cree en la importancia de que los algoritmos estén escritos en las lenguas oficiales del Estado y que la IA se trate “con nuestras propias normas; en eso trabaja el Gobierno de España”. Y confía en Europa. Funcionó bien la integración del euro. Pero nada garantiza que suceda lo mismo con las nuevas tecnologías de vanguardia. Irlanda ha sido una especie de paraíso fiscal para las big tech. Hay preocupación. “Nos ha resultado imposible competir con los grandes [Amazon Web Services (AWS), Microsoft Azure, Meta y Google Cloud Platform (GCP)] de la nube porque no había centros de datos”, critica Emilio Díaz, presidente de Spain DC. Y se pregunta: “¿Haremos otra vez lo mismo? Los inversores quieren estar en Madrid. Por qué alguien tiene que decirme dónde sitúo mi actividad empresarial. El gasto de energía que se ha desperdiciado el año pasado es menos de lo que consumen los data centers. ¿Las 200 empresas que estamos presentes hoy vivimos equivocadas? ¿O Alemania que tiene sus centros concentrados en Fráncfort, el Reino Unido en Londres, Francia en París o Estados Unidos en Virginia y Texas?”, cuestiona Emilio Díaz. “Si hay que llevar la energía a otra zona, se lleva”. Y lamenta: “Vamos al ministerio [para la Transformación Digital] y solo obtenemos prohibiciones”.

El equilibro es complejo. Tesh Sidi es ingeniera informática y portavoz de Transformación Digital e IA en el Congreso por Sumar. Ha trabajado en banca. Sabe que la falta de regulación condujo a la crisis financiera (2008) más grave desde la Gran Depresión de 1929. “Resulta fundamental el tiempo y los recursos naturales, sé que suena algo hippy, pero son muy importantes para no invertir rápido”, sostiene. Aunque reconoce que hay que desburocratizar, porque las normas europeas cuando se aprueban ya se han quedado viejas. “Pero, a la vez, debe haber solidaridad entre los distintos territorios y empresas de España”. Y abre una vía: “Construir una sociedad digital es la única manera de crear una soberanía real”.

Sucede algo singular: la totalidad de las fuerzas políticas reconocen que los centros de datos son una prioridad del país. La posibilidad —según Spain DC— de sumar 56.000 millones de euros al PIB nacional y 300.000 empleos. Es raro ver asentir a todos. Aunque quedan fisuras. “Si yo estuviera ahí [se refiere al auditorio de profesionales del sector] estaría preocupado”, observa Juan Luis Pedreño, portavoz de IA en el Congreso por el PP. “Tenemos que apuntar a la Champions League. No nos podemos quedar en el Kit Digital o poner un teléfono en un pueblo; estamos en algo más serio. Quizá necesitamos un ministerio específico”.

Competencia

El responsable del PP lleva el reloj un par de minutos hacia atrás. Antes, Emma López (PSOE), pone en valor las 600.000 pymes beneficiadas por el kit digital y una banda ancha que llega a todo el país. Ve una España diferente frente a la del partido conservador. La primera economía de 2024, según el semanario The Economist. Además, atrae más inversión extranjera que Francia, Italia y Alemania juntas. “Tan mal no lo estaremos haciendo”, ironiza. “No hay que dejarse llevar por cantos de sirena. Mantener la apuesta verde sin dejar a nadie atrás”. Y ahonda: “Nada se prohíbe. Lo que se dice es vamos a ver cómo lo hacemos, y eso es diálogo”. La sonrisa cunde incluso en Vox. Antes se felicitaba —entre murmullos de la sala— por el “rayo de esperanza” que supone Trump. “Vamos a hacer, entre todos, grande digitalmente a España”, comenta Pedro Fernández, portavoz de Transformación Digital e IA en el Congreso por el partido de extrema derecha.

El tiempo se acaba. Un espectador habría rendido el rey si las palabras se hubieran transformado en movimientos de ajedrez. “Espero que nos ayudéis en este camino tan duro que llevamos muchos años recorriendo”, reflexiona Emilio Díaz. “Pero me quedo más tranquilo. A partir de ahora pienso que, gracias a vuestra ayuda, podemos acceder a instituciones a las que nos cuesta mucho llegar”, zanja. Begoña Villacís sube al estrado.

Begoña Villacís: “Es el tema estratégico clave de los próximos años”

Begoña Villacís, directora ejecutiva de Spain DC, la Asociación Española de Data Centers.
Begoña Villacís, directora ejecutiva de Spain DC, la Asociación Española de Data Centers.Santi Burgos

Era la ponente más esperada. Cierra el encuentro. Begoña Villacís (Madrid, 1977), antigua vicealcaldesa de la capital por Ciudadanos, licenciada en Derecho por la Universidad CEU San Pablo y máster en Asesoría Fiscal y Derecho Tributario por la Universidad Pontificia de Comillas, es la nueva directora ejecutiva de Spain DC, la Asociación Española de Data Centers. “Habéis visto que los políticos nos podemos llevar bien. Incluso, alguna vez, han asentido todos. Y eso es a lo que aspiro al formar parte de esta asociación”. Recuerda los días que le tocó gestionar la pandemia. “Sí lo sé no habría firmado”, bromea. “Fue una experiencia de catarsis. Lo primero que aprendes es que no se puede dar nada por hecho: viajar, hablar con tu familia. La sociedad depende de unos alambres que pueden fallar. Pero también podía saber cuántos camiones entraban en Mercamadrid, una infraestructura crítica. Todo lo anterior resulta imposible sin los centros de datos. Tenemos el reto de transmitir a la sociedad su valor. No se habla de ellos en las redes sociales y, posiblemente, es el tema más estratégico que veremos los próximos años”. Y añade: “Resulta importante la colaboración público-privada, que los políticos escuchen al sector. Este acto tiene que ser el comienzo de ese flujo de información”. Nadie recibe más aplausos. Sobre la madera del suelo se nota que tiene tablas. 

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Sobre la firma

Miguel Ángel García Vega
Lleva unos 25 años escribiendo en EL PAÍS, actualmente para Cultura, Negocios, El País Semanal, Retina, Suplementos Especiales e Ideas. Sus textos han sido republicados por La Nación (Argentina), La Tercera (Chile) o Le Monde (Francia). Ha recibido, entre otros, los premios AECOC, Accenture, Antonio Moreno Espejo (CNMV) y Ciudad de Badajoz.
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