París bien vale un acuerdo tecnológico
Una gran inversión emiratí en inteligencia artificial en Francia revela la dura batalla geopolítica que se libra en digitalización

Las cabeceras de las grandes agencias y los principales medios del mundo abrieron con el mismo hecho: el Premio Nobel de Química 2024 recaía conjuntamente en David Baker “por el diseño computacional de proteínas”, y en Demis Hassabis y John M.Jumper “por la predicción de su estructura”. Desde luego, la trascendencia real de este hallazgo está al alcance de unos pocos. Pero hay una singularidad, y es semántica pura: los tres son ingenieros. Algo raro en la concesión del premio, y además trabajan en empresas privadas. Todavía más extraño. Hassabis y Jumper han desarrollado un modelo de inteligencia artificial (IA) que resuelve un problema que ha durado 50 años: predecir las estructuras complejas de las proteínas. Los tres lograron descifrar su código. El potencial de esos descubrimientos resulta inmenso ya que controlan todas las reacciones químicas que sostienen la base de la vida.
Detrás, claro, hay un algoritmo muy trabajado. “¿Pero hasta qué punto, de verdad, lo han resuelto?”, cuestiona Josep María Martorell, director adjunto del Barcelona Supercomputing Center (BSN-CNS). “Encuentran la solución; sin embargo, no te explican cómo lo han logrado”. Casi exige una reflexión más filosófica que química. El camino al descubrimiento era —hasta ahora— parte inherente de cualquier respuesta.
Este es un ejemplo de los tiempos que llegan. Da igual el cómo. La tecnología avanza. El metaverso no ha calado, aunque “quién sabe si en 10 años no estaremos todos conectados”, advierte Eulalia Flo, vicepresidenta de Spain DC y consejera delegada de Equinix. La verdad es que empezamos a caminar. Surgen tantas incertidumbres como en el poema Palabras para Julia, de Goytisolo: “Perdóname no sé decirte nada más / pero tú comprende / que yo aún estoy en el camino”. “Se puede utilizar la IA para construir modelos de centros de datos que consuman menos energía, diseñar baterías más eficientes o buscar sistemas de almacenamiento que sean económicamente viables”, reflexiona Eulalia Flo, pensando en quienes ven en estas infraestructuras un riesgo medioambiental. También una respuesta puede ser la ecuación hidrógeno verde y energías renovables.
Cada uno barre para su casa
Pero además hay geopolítica, y mucha. La agencia AFP fue una de las primeras en publicar un anuncio que Emilio Díaz, presidente de Spain DC, califica de “salvaje”. Trascendió el pasado 6 de febrero: un fondo de inversiones de Emiratos Árabes construirá en Francia un campus dedicado a la IA que incluye un gran centro de procesamiento de datos, lo que representa un desembolso “de entre 30.000 y 50.000 millones de euros”, describió la presidencia francesa. España debe conformarse con invertir 62 millones en la primera de las siete AI Factory europeas.
Esas inversiones multimillonarias forman parte de una alianza sobre la IA firmada en París en presencia del presidente francés, Emmanuel Macron, y su homólogo emiratí Mohamed Bin Zayed Al Nahyan. El campus será desarrollado por el fondo de inversiones MGX, respaldado por emiratos. Este movimiento evidencia cierta división europea, aunque Francia pensará que es un enorme avance de inteligencia diplomática.
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