Bonai, la marca que ha unido a madre e hijo y aspira a vender sus joyas a la realeza
Aitor Gómez dejó el periodismo para crear su propia firma de joyería y su madre, Boli, se volcó en el proyecto sin dudarlo. Seis años después, este 2024 prevé facturar un millón de euros y entre sus clientas más fieles está Amelia Bono, a quien une un estrecho vínculo con el fundador
Hay tres tópicos que en el caso de Aitor Gómez (Madrid, 29 años) conforman los ingredientes de la fórmula de su éxito. El primero es que el periodismo no siempre es ese oficio intrépido y lleno de adrenalina que uno se imagina cuando decide estudiarlo. “Todo lo relacionado con la creatividad siempre me ha encantado y veía que en ese trabajo no la desarrollaba como yo quería”, reconoce Gómez. Periodista de formación, después de trabajar para la agencia Europa Press o la consultora de comunicación Kreab empezó a desencantarse con la profesión. El segundo está relacionado con la manida idea de que viajar a la India cambia la vida de los turistas occidentales. A él se la cambió en 2015, cuando conoció en el país asiático a una mujer que tras enviudar abrió allí su propio taller de joyería. “Estuve con ella varios días. Me enseñó todo lo que hacía y la verdad es que me quedé enamorado. En la India muchas mujeres no pueden elegir y me dijo que yo, que tenía ese privilegio, intentase dedicarme a algo que me gustase y me hiciera feliz”, recuerda. Tres años después le dio sentido a ese consejo y decidió montar su propio negocio, uno en el que pudiese dar rienda suelta a su creatividad. Así nació Bonai, una firma de joyería que se fundó en 2018 con menos de 500 euros y que este año prevé facturar más de un millón.
Queda todavía el tercer cliché hecho realidad, quizás el más determinante en el crecimiento de Bonai: que no hay nada comparable al amor de una madre. Cuando Aitor le contó a la suya, Emilia (Córdoba, 61 años), más conocida como Boli, su intención de abandonar gradualmente el inestable mundo del periodismo para adentrarse poco a poco en el todavía más incierto mundo del emprendimiento no solo le apoyó, sino que se volcó con él en el proyecto. Al principio lo ayudaba a preparar los paquetes, lo acompañaba en los mercadillos... hasta que se hizo cargo del departamento logístico y de atención al cliente cuando la firma empezó a crecer. “Yo he estado frente un mostrador desde los 12 años porque mis padres tenían una tienda de bisutería, peletería, bolsos...”, cuenta Boli, que como profesora felizmente jubilada se ha convertido en la mano derecha de su hijo. “Bonai es una forma completamente diferente de negocio, pero ver renacer esa tienda de mis padres de otra manera y verlo a él [Aitor] feliz con lo que hace para mí ha sido una experiencia sublime”, cuenta sonriente desde el almacén de la tienda multimarca Non Standard, en Madrid. Es el único establecimiento físico donde se pueden ojear y comprar las joyas de la firma, más allá de la tienda online y las redes sociales. “Por ahora no nos planteamos abrir tienda física porque online nos va muy bien”, confirma, a su lado, su hijo ―el mediano de tres―.
Aitor y Boli se parecen mucho, y no tanto en la apariencia, como comentan las dependientas de la tienda mientras madre e hijo posan para las fotos del reportaje, sino en los gustos y la forma de ver la vida. “Nuestra relación se ha hecho todavía mucho más fuerte y es cierto que cuando vamos a talleres para preparar una colección nueva, para elegir lo que nos gusta, coincidimos mucho”, explica Boli. “Una cosa que me encanta de mi madre es que es muy inteligente emocionalmente y no intenta imponer el papel de madre dentro de la empresa. Siempre respeta mi opinión, siempre la última palabra la tengo yo, aunque podamos debatir una idea”, le concede él, “si no, sería imposible trabajar juntos”.
“Las redes sociales, pero también la agenda de Aitor, muy bien relacionado, fueron de gran ayuda para dar a conocer la firma”, dice la nota de prensa de Bonai. Se refiere a famosas como Eva González, Elena Anaya, Naty Abascal o Amelia Bono, que se han dejado ver luciendo sus joyas en eventos, revistas y perfiles de Instagram. Sobre todo esta última, Amelia Bono, hija del exministro de Defensa José Bono y durante un tiempo cuñada del propio Aitor. “El nombre de Bonai viene porque en esa época [2018] yo tenía mi novio, que era José Bono [el hijo del político, de 40 años], exnovio ahora”, empieza a relatar con cierto nerviosismo, pero una estudiada respuesta. “Y entonces no sabía cómo hacer el nombre y empecé a mezclar nombres con apellidos de mi familia y al final, de repente, junté su apellido con mi nombre y salía Bonai”, explica. La relación de Aitor y José Bono Jr. llegó a su fin en 2021, después de varios años de noviazgo y un matrimonio que no llegó a celebrarse por culpa de la pandemia ―se comprometieron en 2019 y tenían previsto darse el “sí, quiero” el 20 de junio de 2020, fecha que tuvieron que posponer varias veces hasta que se canceló―. “Mantengo una excelente relación con él y su familia, en general”, aclara.
La propia Boli luce en sus orejas unos pendientes de Bonai en forma de enormes hormigas. “Es una marca intergeneracional, la misma joya se la puede poner mi abuela y se la pueden poner mis primas. Que mi madre lleve unos pendientes que lleva una amiga mía es algo que me chifla”, comenta Aitor. Aun así, tienen claro cuál sería su clienta ideal. “¡La reina Letizia!”, comparten entre risas, pero hablando muy en serio. “Me encanta, me parece superelegante y sí, obviamente si la Reina de España lleva tus joyas o cualquier prenda de una marca española, es un gran orgullo para la persona que está detrás de esa marca”, justifica el fundador de la firma.
Además de la ayuda inestimable de su madre, Aitor tiene dos socios que se unieron al proyecto en plena crisis existencial de él, en la que estuvo a punto de cerrarlo todo. Gracias a ellos, que se encargan de la parte financiera y del marketing, Bonai alcanza hoy las cifras que alcanza, a pesar de definirse como un “lujo asequible”. Entre los artículos de su nueva colección de verano ―se limitan a hacer cuatro al año―, por ejemplo, se pueden encontrar desde unos pendientes de 19 euros hasta una pulsera de 160. “Lo que yo quería era que el precio y la imagen sorprendieran, que si alguien ve la imagen en Instagram piense: ‘Wow, qué caro va a ser esto’, y de repente se meta en la web y diga: ‘Me lo puedo permitir”, apunta Aitor.
En el mundo físico solo se pueden comprar sus joyas en esta tiendita madrileña, pero en el mundo online Bonai no para de expandirse. En 2023 empezó a venderse en Estados Unidos y en toda Europa, y desde 2024 se ofertan sus productos también en Oriente Próximo. Actualmente, el 40% de su facturación es internacional. “Asia es un mercado que queremos empezar a investigar y también tenemos el punto fijado en Latinoamérica”, adelanta Aitor. Mientras tanto, Boli y él también siguen expandiendo sus propios horizontes en busca de inspiración. “Va de viaje para desconectar, pero luego siempre acaba viendo cosas que le sirven para Bonai”, comenta Boli. Su hijo dice que la inspiración puede aparecer en cualquier lado: en la naturaleza, en un libro, en la figura de alguien como Jacqueline Kennedy o en el patrón del estampado de una talla en un artesonado de madera, por citar algunos. De ahí se hace un esbozo de lo que quieren, lo presentan en el taller, que les manda las primeras muestras, hacen los ajustes y una vez que tienen la pieza definitiva, se empieza a producir.
Al principio Aitor compaginaba Bonai con su trabajo en Kreab. “Me di un año de plazo y si no iba bien, si no veía que la marca tuviese aceptación, seguía mi carrera de periodista”, explica. Pero tuvo aceptación, así que lo que dejó fue el trabajo en la consultora. Seis años después, la firma ha evolucionado hacia un proyecto sólido y rentable. El nombre, Bonai, sigue siendo el mismo, pero Boli le ha buscado un nuevo significado que represente también la unión maternofilial que ha supuesto para ellos, una imposible de romper. “Bonai, de Boli and Aitor”, propone risueña. A su hijo le parece bien: “Me encanta, para mí es como una historia muy bonita, empezó siendo una cosa, pero ha evolucionado a otra”.
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