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A MI BOLA
Columna
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Sin filtros

Para mí libertad es no necesitar encadenar a nadie para sentirme libre

Miembros del Banco de Alimentos de Lavapiés dando comida a voluntarios de la Asociación de Inmigrantes Senegaleses en España.
Miembros del Banco de Alimentos de Lavapiés dando comida a voluntarios de la Asociación de Inmigrantes Senegaleses en España.Olmo Calvo (EL PAÍS)
Asaari Bibang

Voy a escribir este texto sin filtros porque estoy harta de que se nos pida corrección a los que no somos nadie, mientras aquellos a los que se les debe exigir un comportamiento modélico hacen y dicen lo que les da la real gana.

Me da miedo cuando pienso en lo que han cambiado las cosas, para mal. No es que no hayamos ido hacia adelante, es que hemos retrocedido en el camino de una lucha por los derechos humanos, que ya de por sí, era lenta.

Cuando era niña, 2020 quedaba lejísimos y tal como sonaba yo estaba segurísima de que a estas alturas ya habría robots por todas partes y sabríamos volar. Y no solo no volamos sino que hay personas que siguen sin poder caminar tranquilas por la calle, cogidas de la mano de su pareja, orgullosas del color de su piel, seguras con su minifalda, su hiyab, solo porque para algunos, humillarles, es su única forma de sentirse volar. Cada vez hay más robots.

Esa humillación ya existía antes, pero no quedaba grabado, no lo veíamos, dicen. Ahora queda grabado y a veces incluso les citan para grabarlo como si no supieran lo que van a decir. Tratan de calmarte haciéndote ver que no ha ido a peor, que solo es más visible.

Yo pienso que si es más visible, debería haber ido a menos. Porque el colmo de ser mala persona es que te de igual que todo el mundo lo sepa.

Dicen que todo aquello que importa lleva su tiempo, a juzgar por el tiempo que nos está llevando, este asunto importa y mucho.
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Lo peor de permitir que siembren el odio, es que ese odio sembrado, no se recoge en las altas esferas. Se recoge en la calle y se arroja, a bocajarro, sobre la piel, el género, la pobreza, la sexualidad, los amores y hasta en la infancia más desafortunada. Y yo sé que si nos uniéramos los odiados y los que nos aman, marcaríamos la diferencia.

Pero con el odio queda tan marcada la diferencia, que hasta entre los odiados, nos odiamos.

Somos los avatares de Street fighter y nos pensamos que movemos el joystick.

¿Cómo hemos consentido que ocurra esto?

Dicen que todo aquello que importa lleva su tiempo, a juzgar por el tiempo que nos está llevando, este asunto importa y mucho.

Vuelvo a cuando era niña e imaginaba coches volando, trenes superando la velocidad de la luz, que podríamos tele transportarnos.

Desconozco cuándo empezamos a asistir atónitos a todo lo que está ocurriendo.

Si estábamos juzgando de fuera todo lo que estaba ocurriendo dentro porque parece que así avergüenza un poco menos.

Yo de niña ignoraba muchas cosas que ahora sé y trato de ignorar a veces, para sostenerme, pero ya entonces sabía que para mí libertad es no necesitar encadenar a nadie para sentirme libre.

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