Los mercados municipales de Madrid se reinventan para sobrevivir a la crisis
El de Tirso de Molina inaugura terraza exterior, dentro del plan estratégico del Ayuntamiento de Madrid para revitalizar estos espacios, y el de Pacífico busca digitalizarse
Desde el pasado 23 de julio, Amalia Quesada (56 años) tiene un nuevo trabajo: responsable de terraza en el mercado municipal de Tirso de Molina (Puerta del Ángel), el primero de los 45 que hay en la capital en recibir la licencia del consistorio madrileño para montar mesas en el exterior del edificio. A las 12:30 empieza su jornada. “Preparo las mesas y las coloco como me ha dicho el Ayuntamiento: con dos metros de distancia entre una y otra”, dice la empleada, que también trabaja para Paella Planet, uno de los 12 establecimientos de restauración que hay en el interior del mercado.
Los clientes pueden pedir dentro en cualquiera de ellos y, tras abonar el importe, sacar sus consumiciones a la terraza. Desde la semana pasada, deben cumplir otra norma en ella: llevar mascarilla incluso en el exterior ante una posible multa de 100 euros. “Yo les informo del procedimiento y cuando terminan, recojo y desinfecto”, añade Quesada. El Ayuntamiento de Madrid confía en que esta terraza contribuya a mejorar la capacidad de atracción del mercado. “Aunque sea un medida para la parte de restauración, también nos afecta positivamente a los locales de alimentación”, dice Antonio Lázaro, presidente de la Asociación Profesional de Comerciantes Mercado Tirso de Molina, que cuenta con 30 puestos en total y un 100% de ocupación. “Al final se trata de que más gente nos conozca, y si algunos lo hacen porque vienen a la terraza, bienvenido sea”, añade.
La nueva terraza se ubica en uno de los laterales del mercado tradicional –construido en 1932–, en la plaza de Huarte de San Juan. Durante el día, y debido al calor estival, solo unos pocos como Ramón, de 73 años, se sientan en estas mesas. “Yo acostumbraba a tomarme dentro mi chatito de vino, pero con esto del coronavirus es mejor estar en sitios abiertos, no quiero sustos”, dice el hombre. Al caer el sol, como cuenta Quesada, “todos los días se llena la terraza”. Solo los jueves, viernes y sábados tienen permitido abrir hasta las 23:30.
El consistorio ha comunicado que pronto se incorporarán terrazas exteriores en otros mercados municipales de la ciudad, “no solo para promover la reactivación del local al que se asocia la terraza, sino para impulsar su revitalización”. Los del mercado Tirso de Molina ya han empezado a notar un aumento de su clientela, aunque no todos participan de este proyecto. “Además de la licencia que hay que pagar al Ayuntamiento, están los sueldos de las tres personas contratadas para el mantenimiento y recogida de la terraza, unos 2500 euros al mes, pero algunos establecimientos no han querido o podido abonar su parte”, explica Lázaro.
Esta no es la única medida que se ha lanzado en los últimos años para impulsar la actividad en los mercados municipales de la capital, tocados desde los años 80 del siglo pasado por la aparición de nuevos formatos comerciales y nuevos hábitos de consumo. Desde hace dos décadas, su revitalización se ha convertido en uno de los objetivos prioritarios del consistorio madrileño, independientemente del color del ejecutivo. Ya en 2003, se inició –bajo el mandato del alcalde popular Alberto Ruiz-Gallardón– un proceso de remodelación integral de 23 de ellos y otro de rehabilitación que afectaría a 13.
El último plan estratégico para recuperar estos espacios municipales se inició con el anterior Gobierno municipal (Ahora Madrid) en 2018 y se prolongará hasta 2021, en el que se encuentran medidas como la bonificación del IBI (Impuestos de Bienes Inmuebles) al 95%. Pero la crisis sanitaria, obligó al consistorio actual (PP-Cs) a tomar nuevas decisiones sobre estos espacios municipales, cuya actividad económica se vio afectada como la de otros tantos negocios de la ciudad. En abril, se aprobó una moratoria del pago del canon hasta noviembre de este año.
El plan actual también se centra en la modernización y digitalización de las infraestructuras; aunque la adaptación de los mercados no se realiza de manera homogénea. En el de Pacífico, llevan meses esperando a que su gestora (los mercados municipales están gestionados por diferentes empresas concesionarias) se lo instale. “Aun así, nos hemos defendido durante el confinamiento”, dice el también pescadero y presidente de la asociación de comerciantes del mercado de Pacífico Francisco González.
Los puestos de alimentación de los mercados municipales siguieron abiertos durante estos meses, haciendo un importante esfuerzo para servir a domicilio. “Todos los pedidos son por teléfono o por WhatsApp, y sin WIFI, o tiramos de los datos de nuestros móviles, o si no, es complicado que podamos crear algo para vender online”, añade González sobre la idea de potenciar el comercio electrónico.
Sin espacio para montar una terraza exterior, el mercado de Pacífico, con más de 60 años de vida, subsiste de “la clientela de toda la vida y de alguno nuevo que se ha mudado recientemente al barrio”. “Se nota cierto miedo entre los clientes todavía”, dice González, segunda generación de pescaderos.
Para Lázaro, “esta crisis sanitaria ha creado un cambio de tendencia”. “La gente que antes no podía venir entre semana porque trabajaba, al dejar de trabajar o hacerlo desde casa durante el confinamiento han empezado a venir y así nos ha descubierto. Ahora, sobre todo los sábados es cuando se nota mucha más afluencia de gente”, dice el presidente de la asociación de comerciantes del mercado de Tirso de Molina.
Su homólogo en el mercado de Pacífico espera que más gente se dé cuenta de lo importante que son los mercados municipales. “El esfuerzo que hemos hecho durante estos meses, hemos estado y seguiremos estando ahí para los clientes”, concluye.
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