Un 30% de las escuelas infantiles privadas cerrará para siempre por la pandemia y la falta de ayudas
Los centros privados retoman las clases ahogados en gastos y sin que la Comunidad les abone el cheque guardería de los últimos meses porque no han realizado trabajo presencial
Marta López se pasa el día enganchada al ordenador o al teléfono. Manda correos sin parar para pedir ayuda a todas las administraciones, a la Casa del Rey, al Defensor del Pueblo...no se ha dejado a nadie por escribir. Pero no hay oídos que la escuchen. O al menos que tengan capacidad para ayudarla. Es la codirectora de la escuela infantil privada Guireli, en Torrejón de Ardoz, y cuando responde al teléfono todavía tiene en la cabeza el día anterior, el del jueves, un día descafeinado en comparación con el de hace un año. Entregaron los diplomas y los enseres de sus alumnos, de 0 a 3 años, a los padres, pero sin fiestas ni alharacas. Esta vez tocaba mantener la distancia de seguridad con la mascarilla puesta. Pero eso no es lo que le preocupa. La pandemia le ha puesto la soga al cuello y está a punto de colgar el cartel de cerrado mientras espera a que la Comunidad libere un dinero que no llega.
La escuela lleva cerrada desde el 11 de marzo y, por ahora, mantendrá la persiana bajada durante el verano, aunque sin saber si podrá subirla en septiembre. La opción de retomar las clases este 1 de julio para aquellos niños cuyos padres tengan que trabajar de manera presencial es inviable para ella y su hija, con quien comparte el negocio. Muy pocos alumnos para todos los gastos que conlleva abrir el negocio, como sacar a sus trabajadores del ERTE. Lo único que les puede salvar, asegura López, es cobrar lo que corresponde a los cheques guardería, un dinero que la Comunidad de Madrid ingresa normalmente por los alumnos que cumplen determinados requisitos, y que no ha liberado durante los últimos meses. La razón, según la Consejería de Educación, es que infantil no existe el teletrabajo: “la normativa vigente en ningún caso permite justificar la asistencia de los niños cuando no han acudido a la escuela presencialmente”. Las escuelas, sin embargo, aducen que han mantenido la actividad de manera online a través de vídeos para entretener a los niños, consejos para ayudar a los padres a construir juguetes con cartulinas o canciones y juegos para mantener la actividad de los menores durante el confinamiento. Trabajar, han trabajado. Pero en este caso la presencialidad es necesaria para cobrar.
Y, mientras, los gastos ahogan a las escuelas privadas. Un 30% de ellas cerrará sus puertas para siempre debido a los estragos de la pandemia, según una estimación de las propias escuelas. CC OO ratifica esos cálculos y vaticina que sobre todo peligran las más pequeñas. En activo, la Comunidad de Madrid cuenta con 888 escuelas infantiles privadas y 396 públicas (de gestión directa, indirecta y con convenidos con Ayuntamientos), según datos de la administración. “Yo he tenido que poner en venta mi casa para salvar mi negocio”, cuenta la codirectora de Guireli. “Y lo mejor que he conseguido, porque el tiempo apremiaba, es alquilarla con opción a compra. Así que me he ido a vivir con mi hija y con lo que me dan de alquiler me da para pagar la hipoteca y poco más. Me sobran al mes 300 euros, sigo sin poder pagar el local de la escuela”, desmenuza López, una mujer de 62 años que lleva 40 a los mandos de su negocio.
Guireli tiene una capacidad para 100 alumnos, aunque la crisis de 2008 ya le dio un primer revés. Desde entonces, ha conseguido mantenerla a flote con un tercio de alumnos y tres trabajadoras, aparte de su hija y ella misma, que tuvo que ponerse a los mandos de la cocina y la limpieza para ahorrar en gastos. Así han ido tirando hasta ahora, con 38 alumnos que pagan entre 210 y 335 euros mensuales, dependiendo del número de horas que pasen en el centro. De esos 38, 20 tienen la beca guardería, que supone el pago de 100 euros por cada uno de ellos por parte de la Comunidad, justo lo que López y su hija pagan por el local. Los dueños, por el momento, le han congelado el pago. Pero los meses pasan, y la crisis arrasa con todos ellos.
La Comunidad de Madrid, por su parte, anunció el 10 de mayo que iba a destinar cerca de 18 millones de euros para paliar los efectos económicos que la crisis de la covid-19 estaba causando en las escuelas infantiles. Debido a la situación de emergencia, el Gobierno regional decretó el cierre de todos centros educativos desde el 11 de marzo. Por ello, la administración aseguró que iba a crear una nueva línea de subvención para las escuelas infantiles con niños matriculados que tenían derecho a los cheques de educación infantil. Además, se iban a modificar los convenios con los Ayuntamientos y otras instituciones para poder aportar recursos a las escuelas que dependen de ellas. El objetivo es que puedan atender los gastos originados desde el 11 de marzo hasta que vuelvan a su actividad ordinaria, periodo durante el cual han carecido de ingresos. Esta cuantía se incrementaría si se prolongara el cierre de las escuelas infantiles.
Sin embargo, esa ayuda todavía no ha llegado. Y CC OO matiza el asunto: ese dinero que prometen ahora ya estaba destinado a las escuelas en los presupuestos aprobados hace un año. “Es decir, lo que no han pagado, por suspender los convenios, lo ponen como si fuera nuevo. Es el mismo dinero previsto, con otro nombre”, explica Isabel Galvín, representante del sindicato del área educativa. Pero lo más grave, dice, es el desprecio del consejero de Educación, Enrique Ossorio, hacia las escuelas infantiles. “Durante todos estos meses, Ossorio se ha dedicado a manifestar que en la educación infantil era imposible el teletrabajo dando muestras del absoluto desconocimiento del carácter educativo de la etapa y del apoyo a los menores y a sus familias que han realizado en el confinamiento. El desprecio del Consejero a la educación infantil y su papel de motor de generación desempleo, Ertes y desatención educativa demuestra que es incompatible con el cargo que ocupa”.
En Torrejón de Ardoz, solo una de las 30 escuelas infantiles privadas podrá abrir sus puertas en julio. En el resto de la Comunidad de Madrid pasa lo mismo. López se afana en publicitar en redes sociales su negocio para intentar salir a flote. Sin casa propia, la escuela es lo último que le queda.
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