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Getafe es la ciudad que vota más y Algeciras, la que menos

La ciudad al sur de Madrid, con una larga historia de reivindicaciones ciudadanas, supera en más de ocho puntos la media de participación en las elecciones municipales. En la localidad andaluza, con varios barrios muy abstencionistas, los no votantes son mayoría

elecciones municipales
Carteles electorales de las elecciones municipales y autonómicas en Getafe (Madrid).INMA FLORES

Nadie levanta la vista para ver los carteles electorales que cuelgan de la estación de Getafe Central. Y no será porque se hayan quedado cortos de tamaño. Una de las enormes lonas detalla “vivienda pública asequible”, “psicólogo municipal”, “triplicar árboles”. Otra, aún mayor, “ganas”. Pero ese desdén de los usuarios de Cercanías hacia la cartelería morada, azul, roja y verde es solo aparente; Getafe (183.000 habitantes) es la sexta ciudad en población de la Comunidad de Madrid, pero la primera de España en participación en las municipales: en los tres últimos comicios, votó casi un 70%, más de ocho puntos por encima de la media de las poblaciones de más de 100.000 habitantes. La historia democrática de la localidad, espoleada por las reivindicaciones ciudadanas, está detrás de esas cifras. En el extremo contrario, Algeciras (Cádiz, 122.000 habitantes) presenta las mayores cifras de abstención en elecciones municipales: vota menos gente que la que deja de votar.

Al escuchar su récord, los getafeños a los que se les pregunta primero se sorprenden, pero enseguida dicen que no les extraña tanto. Refieren una clave común, un espíritu de participación que se remonta a la dictadura y a los años de la emigración que hizo del pueblo, ciudad. Andaluces, extremeños, castellanos... buscaron prosperidad alentados por las grandes industrias de la zona y se asentaron en barrios con muchas carencias. Lo que exigían las asociaciones de vecinos cristalizaba luego en las urnas. Lo recuerda con viveza el músico Antonio García de Diego, 72 años, que forma parte de la banda de Joaquín Sabina y se crio en el barrio de El Bercial. Ahora supera los 18.000 habitantes y acoge muchas familias de clase media, pero el entorno que trae a la memoria García de Diego de su niñez apenas acogía a “unas 100 personas, obreros y sus familias” que trabajaban en una fábrica de tractores y estaban unidos con Getafe solo por un carril que las mujeres, para las compras, recorrían en motocarro. “Para nosotros El Bercial era una especie de pueblo y Getafe, como una capital”. Cuando llegó la democracia el “obrerismo” del barrio se tradujo en compromiso y afán por votar. “Había mucha agitación, efervescencia”, recuerda el músico en un descanso de la gira.

De ese activismo ciudadano da cuenta Ángeles González, Gelu, que dirige el Centro Cívico Juan de la Cierva, inaugurado en 1982, “el primero que se hace en España, junto al de Barakaldo”. Si no fuera porque “los vecinos se opusieron”, en su lugar se levantaría hoy una comisaría. “Entonces no había proyectos como tales de animación sociocultural, pero sí conciencia del nivel de alfabetización, muy pobre”. Recuerda unos talleres de costura y unas pruebas deportivas que dieron “estructura” común a gentes de regiones bien diversas. El edificio del centro cívico salió del estudio del arquitecto y dibujante José María Pérez, Peridis, muy de la mano del delineante local Antonio Elvira Moreno. En los setenta y ochenta, Peridis estuvo implicado en proyectos de una ciudad “llena de escuelas-taller”, de la que refiere unos alumnos “que subían de estatus porque rehabilitaban edificios viejos y los ponían de nuevo al servicio de la sociedad”. Tantos años más tarde, concluye: “No me extraña que Getafe sea tan participativo, porque allí se sabe que la política está para hacer cosas”.

Los inmigrantes de otras partes de España terminaron votando, en masa, en las primeras elecciones democráticas y siguieron haciéndolo elección tras elección. Ahora otros esperan hacerlo algún día. Juan Carlos, 50 años, colombiano, lleva cuatro en Getafe y está pendiente de los papeles de la nacionalidad. Tiene ganas de poder votar, porque eso será señal de que ya es español. “Votaría a quien me ofrezca cambios para el barrio de Juan de la Cierva”. Othme, peluquero marroquí de 21, apenas lleva una semana en la ciudad. No ha venido para poder votar, aunque le gustaría, sino “porque aquí pagan 10 euros por cortar el pelo y en Melilla, 5″. Cerca de la peluquería, Santi, kiosquero getafeño de 55 años, rememora la primera vez que fue a las urnas. Fue en el referéndum de la OTAN, en 1986. “No había cumplido ni los 18, pero me enteré de que ya estaba en el censo y voté que sí”. Hoy es un convidado de piedra en las discusiones políticas que se suscitan delante de los fajos de periódicos de su kiosco. Pero a la fuerza. “En estas elecciones noto crispación, pero aquí me tengo que morder mucho la lengua, incluso cuando algún cliente me dice que hay que votar a quienes van a echar a los inmigrantes”, comenta indignado. La joven Asmaa, de 18 años y familia de origen marroquí, tiene ganas de votar por primera vez, pero lo hará “solo en las elecciones autonómicas”, no en las municipales.

Santiago, kiosquero, en su establecimiento del barrio de Juan de la Cierva (Getafe).
Santiago, kiosquero, en su establecimiento del barrio de Juan de la Cierva (Getafe).INMA FLORES

Aunque tiene más habitantes que 31 capitales de provincia, la mayoría de los entrevistados se refieren a la ciudad como “mi pueblo”. Y en eso puede que esté unas de las claves de la participación y de las campañas. “Que Getafe es un pueblo para muchos se nota en que es importante que los políticos muestren un trato cercano”, describe José Luis Martín, 49 años, jefe de estudios de la Escuela de Música Maestro Gombau, que insiste: “Que saluden a todo el mundo; que le cojan el pulso a Getafe”, sentencia. La actual alcaldesa, la socialista Sara Hernández, concurre para un tercer mandato en una ciudad que desde las primeras elecciones democráticas, salvo un mandato, ha votado PSOE. “Siempre hemos sido conscientes de una alta participación y es producto de cómo se ha conformado esta ciudad: es obrera, participativa, los mayores me han contado la lucha a favor de las libertades sindicales en empresas grandes”. El popular Antonio José Mesa se presenta por primera vez para alcalde. Aun siendo rivales, comparten valoración sobre la idiosincrasia de esta localidad industrial: “Es una ciudad muy participativa en todos los ámbitos: cultural, deportivo, social... y en el llamamiento a las urnas también lo demuestra”, apunta Mesa. Uno y otra coinciden también en su abordaje de una campaña con “mucha calle”, en la que la socialista da “prioridad absoluta al acceso a la vivienda” y enarbola una promoción municipal de 1.500 viviendas “en su mayoría de alquiler” en el barrio de la Aviación, y el candidato del PP recalca la necesidad “de gestionar bien y sacar de la parálisis a la ciudad”. Ambos hablan “con todos”, pero la socialista especifica que si tuviera que escoger un sector al que pedirle en especial que vote, serían los jóvenes. El popular cree que aquí no se dirime una batalla entre “rojos o azules”, porque “lo local no es tan ideológico”.

Ningún entrevistado menciona ningún gran problema de Getafe, pero al preguntarles qué piden varios mencionan un auditorio para la única ciudad de la Comunidad, fuera de Madrid, con una orquesta sinfónica, que ahora ensaya el Capricho Español de Rimski-Kórsakov. Desde la lejanía ya de sus años como concejal de Cultura, Paco Díaz, 73 años, comenta que las polémicas de la política nacional se filtran en la local y la terminan copando por completo. Marta Ruiz, 20 años, estudia Periodismo en la Universidad Carlos III, ubicada en el municipio: “Se habla mucho de la política nacional en clase, pero en Getafe no se habla apenas de Getafe”.

Desánimo electoral en Algeciras

En el extremo opuesto al de Getafe está Algeciras, con grandes bolsas de abstención en varios barrios. La lebrijana Ángela Zambrano se estrenará el día 28 en el censo electoral de Algeciras con las municipales, tras afincarse en la ciudad de su pareja. No tiene dudas de que votará: “Siempre lo he hecho, porque si no, no nos podemos quejar”. Lo que desconocía es que Algeciras es el municipio de más de 100.000 habitantes más abstencionista en municipales de España y tampoco sabía que su compañero, Antonio González, de 44 años, es uno de los que alienta esa estadística. “No sé qué hacer, no estoy contento con lo que hay, ni con la alternativa. Soy de izquierdas, en las generales o las autonómicas voto, pero en las locales no suelo hacerlo”, reconoce ante una Zambrano sorprendida. “Creo que me he enterado ahora”, dice entre risas antes de seguir el paseo de mediodía por la calle Ancha de la localidad gaditana.

La postura de González no sorprende tanto ni al actual alcalde, el popular Jose Ignacio Landaluce, ni a la candidata del principal partido de la oposición, la socialista Rocío Arrabal. Ambos se han visto obligados a modular su campaña a la cruda realidad de que en la ciudad que pretenden gobernar los próximos cuatro años, un 51,58% de los ciudadanos con derecho a voto, de media, se quedaron en casa en las tres últimas elecciones municipales. “Me he encontrado gente de mi edad que me reconoce que nunca ha votado. Es una situación preocupante”, explica sin rodeos Arrabal, de 45 años. Al otro lado, Landaluce, regidor de la ciudad desde hace 12 años, tampoco esconde el problema: “La abstención es un problema general de la clase política y del hartazgo que sufre la población ante algunas decisiones públicas incomprendidas”.

Vecinas de Algeciras en los bancos de la Plaza Alta de la ciudad andaluza.
Vecinas de Algeciras en los bancos de la Plaza Alta de la ciudad andaluza.MARCOS MORENO

Algeciras es una ciudad portuaria, multicultural [conviven hasta 129 nacionalidades, con una mayoritaria de ciudadanos marroquíes] y de contrastes, gracias a su situación geopolítica. En esa amalgama, barrios desfavorecidos y periféricos como El Saladillo o La Bajadilla tiran de la estadística abstencionista hacia arriba, precisamente zonas en las que el PSOE y los partidos de izquierda tienen un importante caladero de votos. “Si movilizamos a esos vecinos, probablemente tendríamos un mejor resultado. Es la desafección, el desapego, la sensación de que la clase política no está bien vista por el ciudadano lo que hace que se aleje”, explica Arrabal. Aunque Landaluce pone más el foco en otra realidad de la abstención: “Algunos barrios destacan por una mayor participación, son los que tienen una población más envejecida. Lo que nos indica el desapego político de los más jóvenes”.

La marroquí Zaida Kalifi lleva 43 años viviendo en España y, de ellos, 33 los ha pasado en Algeciras. Recuerda la “emoción” que sintió cuando votó por primera vez como ciudadana española hace ya dos décadas. Tiene claro que ella y su hija irán a las urnas el domingo, que en su caso vote “probablemente socialista”, pero no está tan segura si conseguirá convencer a su hijo de 38 años de que se anime. “La gente joven tiene menos interés. Dice que no se cree nada y no está convencido. Veremos si va”, avanza la vecina, mientras conversa animada con una amiga en un banco de la plaza Alta de Algeciras. A pocos pasos, militantes del PP regalan abanicos y pulseras de Landaluce. Está por ver si las visitas de barrios, el merchandising y las promesas por doquier consiguen romper el cóctel de desapego de los barrios más desfavorecidos, de los jóvenes y el hartazgo generalizado con la política local que parece vivirse en Algeciras.

Factores que favorecen y dificultan la participación electoral

Robert Liñeira, investigador en la Universidad de Glasgow (Reino Unido), especifica que en el nivel de participación en las municipales operan dos factores, los de la composición social del municipio y también de orden político-institucional: suele haber más abstención allí donde el censo electoral tenga una mayor proporción de jóvenes, gente con menos nivel de estudios e ingresos, o más gente de origen no español; y allí donde las elecciones municipales no coinciden con otros comicios o donde el partido que controlará la alcaldía "está más claro de antemano". María Soledad Escobar, investigadora de la Universidad Autónoma de Madrid, que ha estudiado el voto de los migrantes en estos comicios, señala que la mayoría de la población extranjera con posibilidad de votar en España no ejerce este derecho. "Las razones pueden ser múltiples, desde que no se sientan interpelados en los discursos políticos, hasta que su nivel de integración política (conocimiento de las instituciones, del sistema de partidos y del sistema electoral) sean bajos en el caso de algunas personas". En cuanto al tamaño de la población, en general, cuanto más pequeño es un lugar más vota su gente. 


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