El tablero nacionalista vasco echa chispas
El PNV y EH Bildu pugnan por erigirse en la voz de los vascos en Madrid y, a la vez, miden sus fuerzas con vistas a la gran batalla que librarán en las autonómicas de 2024
En la sede central de EH Bildu en San Sebastián ya tienen todo preparado para vivir este domingo “otra noche mágica” como la del 28-M y dar el sorpasso al PNV. En la otra ventanilla nacionalista, situada en Sabin Etxea, en Bilbao, están convencidos de que van a revalidar su liderazgo entre el electorado de Euskadi. El tablero vasco echa chispas. Puede darse un triple empate con cinco representantes de PNV, EH Bildu y el PSE-EE (el PP, con dos, y uno de Sumar completarían la cuota de las tres provincias vascas en el Congreso). Las dos principales formaciones nacionalistas llegan con las fuerzas muy igualadas y han coincidido, con matices, en que van a tratar de impedir que la derecha vuelva al poder. Si finalmente se impone el bloque conservador, temen que eso suponga un freno para un mayor autogobierno en Euskadi.
Estas elecciones generales son una prórroga de las municipales de mayo, en las que el PNV y EH Bildu acabaron más igualadas que nunca, y al mismo tiempo suponen la antesala de las autonómicas que se celebrarán en 2024. Ahí es donde los nacionalistas van a librar la auténtica batalla. El partido que dirige Andoni Ortuzar se presenta de nuevo como la voz de Euskadi en el Congreso, un valor seguro para los intereses de los vascos. Pero ahí le ha salido un competidor en EH Bildu. Rafa Leonisio, profesor de Ciencia Política de la UNED, opina que “el discurso abertzale reivindicativo ha estado bastante apagado” durante la campaña. Y añade: “PNV y EH Bildu no han conseguido meter codo. Han centrado sus discursos en que son el voto útil para los intereses del País Vasco; es una lucha por demostrar quién es el mejor conseguidor en Madrid. No se les ha oído decir que van al Congreso a pedir la independencia vasca, eso ha quedado aparcado”.
“Son dos formaciones cuantitativamente pequeñas [en las Cortes], pero pueden influir decisivamente en la política española”, afirma Jonatan García Rabadán, doctor en Ciencia Política de la Universidad del País Vasco (UPV): “Estas elecciones son una competición entre estos dos partidos nacionalistas por rentabilizar al máximo su presencia en Madrid y que eso se entienda por el electorado como un valor añadido para la competición casera en Euskadi”. Durante la etapa de Sánchez, el Gobierno vasco ha recibido las transferencias de las tres cárceles vascas y del Ingreso Mínimo Vital (IMV), entre las más relevantes. Sigue reclamando el traspaso de otras pendientes, como el Cercanías de Renfe y, sobre todo, el régimen económico de la Seguridad Social.
En una campaña caracterizada por la polarización entre Sánchez y Feijóo, el PNV ha tratado de presentarse como la mejor opción para defender la llamada “agenda vasca” en Madrid. Para ello, no ha echado apenas mano de la figura de Iñigo Urkullu. La presencia del lehendakari en la campaña ha sido escasa y solo en el tramo final. Se ha quedado en un segundo plano para dar protagonismo al candidato Aitor Esteban, al que consideran “la voz de los vascos” en la capital. El partido que lidera Arnaldo Otegi ha incidido en que es el voto útil para los votantes de izquierdas. “Bildu ha tratado de podemizarse para tratar de crecer entre el electorado de izquierdas no abertzale”, señala Leonisio. No ha exhibido su discurso ultraindependentista, más allá de dos actos electorales que celebraron conjuntamente con ERC en Durango (Bizkaia) y Barcelona.
Las opciones de estos dos partidos nacionalistas en la política estatal durante los próximos cuatro años dependerán de los posibles juegos de mayorías en la Cámara baja. Ya han advertido de que se van a colocar en el bando contra la llegada de la derecha al poder. De salida, ambos son refractarios a los acuerdos con el PP, especialmente tras los pactos de este partido con Vox en diferentes comunidades y ayuntamientos de toda España.
Itziar García Carretero, consultora de comunicación política, expresa un matiz: “No creo que se sumen a esa imagen PP-Vox que pueda ser utilizada, a futuro, en las elecciones autonómicas. Cuestión diferente puede ser el apoyo a ciertas leyes que generalmente pasan más desapercibidas entre la opinión pública. El día a día de las Cortes trasciende de la investidura, y puede haber leyes puntuales en las que el PNV puede ser un partido muy interesante tanto para el PP como para el PSOE. El partido jeltzale tiene una amplia experiencia gestora que puede ser muy atractiva para los dos grandes partidos. Los pactos con el PNV no dañan la reputación como lo podría hacer un pacto con Bildu”. El PNV tiene acuerdos de gobernabilidad con el PSE-EE desde 2015 para gobernar en las principales instituciones vascas y esto podría condicionarles en el Congreso.
Eva Silván, politóloga y directora de Silvan&Miracle, sostiene: “El PNV se juega frenar la pérdida de votantes que tuvo el 28-M, atraer de nuevo al votante que decidió quedarse en casa y trasladar el mensaje de que su hegemonía no está en cuestión, que sigue siendo la referencia para una parte mayoritaria de la población vasca. EH Bildu está en disposición de seguir creciendo y de afrontar las elecciones autonómicas del año que viene con garantías de cuestionar la hegemonía del PNV”.
Esta contienda tiene en Euskadi un componente político que va más allá del reparto de escaños, según Leonisio: “Las elecciones vascas de 2024 son la cabeza de león. Si EH Bildu consigue más escaños será un espaldarazo, como hizo en 2011, y un aviso a navegantes”. “Una victoria de EH Bildu en Euskadi puede suponer el inicio de una precampaña electoral con el horizonte puesto en Ajuria Enea a un año vista”, dice García Carretero.
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