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María Guardiola se resiste a aclarar qué hará con Vox: otro capítulo de su relación en zigzag con la ultraderecha

La candidata del PP, que en 2023 incumplió su compromiso de no gobernar con el partido de Abascal, afirma ahora que no pasará “por el aro” de la ultraderecha, pero no aclara en qué se concreta esa afirmación

Ángel Munárriz

“Creo que siempre he sido muy clara”, afirmó este lunes en Puebla de la Calzada (Badajoz, cerca de 6.000 habitantes) María Guardiola, candidata del PP a la presidencia de la Junta de Extremadura. Era su respuesta a una pregunta de la que ningún favorito en las encuestas al que los sondeos no le dan mayoría absoluta puede librarse: la pregunta sobre los pactos.

— Cuando usted afirma, como hizo el viernes pasado, que no pasará “por el aro” de Vox, ¿en qué se concreta ese compromiso?, ¿en no gobernar con ellos?, ¿en no dar un discurso de investidura como el de Juanfran Pérez Llorca en la Comunidad Valenciana? —se le inquirió durante su canutazo ante los medios en la Plaza de España del pueblo, que se engalanó después para la celebración de la Purísima, sacada en procesión tras una misa a la que asistió la propia presidenta.

Guardiola evitó despejar la equis. “Los extremeños y las extremeñas saben perfectamente cuáles son mis límites”, dijo. Pero no especificó cuáles son ahora esos límites, que no han estado siempre en el mismo sitio. Dijo que era “evidente” la falta de simpatía que siente por ella el presidente de Vox —“no le caigo bien”—, cuestionó el compromiso de este con Extremadura —“el señor Abascal es un turista”—, se presentó como una mujer fuerte, capaz de parar los pies al líder de la ultraderecha: “No debe estar acostumbrado a que alguien le lleve la contraria, por eso pide mi cabeza”. Y proclamó que “siempre” había sido “muy clara” sobre lo que está dispuesta a ceder y lo que no. Pero no concretó esas líneas rojas supuestamente claras. Tampoco lo hizo ante otra pregunta sobre su disposición o no a gobernar con Vox, en la que se le recordó que las encuestas no le dan mayoría absoluta, por lo que es probable que necesite pactar para mantener la presidencia. “Ninguna encuesta me daba que podía gobernar [en 2023] y llevo daños y medio”, respondió, encontrando una salida que le permitía eludir la cuestión.

Las declaraciones de Guardiola dan continuidad a una historia en zizgaz, la de su relación con Vox, abundante en choques, giros, encuentros y desencuentros. Este es un recorrido por esa relación desde 2023.

Dureza inicial. Desde la precampaña de las autonómicas del 28 de mayo de 2023, Guardiola (Cáceres, 47 años) destacó dentro del PP por su dureza contra Vox, partido que a su vez solía arremeter contra ella al presentarla como adalid del PP más progre. “Vox es un partido que no respeta a mi tierra, que no quiere a mi tierra”, llegó a declarar antes de las elecciones la candidata del PP, que dijo que Abascal solo buscaba “ruido”.

Primera oferta. El PP y el PSOE empataron el 28-M. Para convertirse en presidenta, Guardiola necesitaba el apoyo del partido del “ruido”. De inmediato, la candidata popular reclamó a Vox su apoyo para consumar el “cambio” que —afirmaba— habían dictado las urnas y desalojar del poder al socialista Guillermo Fernández Vara. “Tenemos toda la disposición del mundo para llegar a acuerdos con Vox”, declaró el 3 de junio, urgiendo a la dirección nacional de Vox a dar libertad a su candidato, Ángel Pelayo Gordillo, para que negociara con ella. Ante la actitud remisa de Vox, la propia Guardiola hizo una oferta el 19 de junio: un programa para convencer a Vox con bajadas de impuestos, medidas en defensa del campo y contra la “ideología” en las aulas, ayudas a la natalidad y la derogación de la ley de memoria. Además, daba al partido de Abascal la presidencia de la Asamblea. Eso sí, lo dejaba fuera del Gobierno que ella presidiría.

No a gobernar con Vox. Ante el no a su oferta de Vox, que quería entrar en el Ejecutivo, Guardiola pegó un puñetazo en la mesa. “Yo no puedo dejar entrar en Gobierno a aquellos que niegan la violencia machista, a quienes usan el trazo gordo, a quienes están deshumanizando a los inmigrantes, y a quienes tiran a una papelera la bandera LGTBI”, declaró el 20 de junio de 2023. Fue una auténtica sacudida. No había pasado ni un mes desde las elecciones y los puentes entre el PP y Vox parecían volados. “Si hay que ir a nuevas elecciones, se va”, afirmaba Guardiola. Sobre el pacto del PP con el partido de Abascal en la Comunidad Valenciana, donde la extrema derecha sí entró en el Gobierno, declaró: “Yo en Extremadura no habría permitido entrar en el Gobierno a un partido que [...] viene a hacer ideología”. Guardiola no solo se comprometía a no gobernar con Vox, sino que dejaba en evidencia a sus compañeros en municipios y comunidades que sí lo hacían.

El fruto de la presión de Génova. Tras una fuerte presión de la dirección nacional del PP, liderada por Alberto Núñez Feijóo, Guardiola empezaba a cambiar el tono el 26 de junio. Lo hizo con una carta en la que declaraba “imprescindible” mantener “el respeto, el diálogo y el acuerdo” con Vox. No obstante, su pretensión era todavía que fuera un pacto programático y gobernar sin los de Abascal en su gabinete.

Rectificación completa. Guardiola retira su órdago el 30 de junio. “Mi palabra no es tan importante como el futuro de los extremeños”, dijo la misma Guardiola que menos de un mes antes había afirmado: “Mi palabra es sagrada”. Con gesto serio, sin ocultar el amargor del trago, Guardiola firmaba un acuerdo de 60 puntos que ampliaba el catálogo de las cesiones con respecto a las ofrecidas el 19 de junio. La presencia de Vox en el Gobierno era de una sola consejería, Gestión Forestal y Mundo Rural, aunque era relevante entregar un departamento así a un partido que niega o minimiza el cambio climático.

Pacto PP Vox Extremadura

Vox en el Gobierno. No puede decirse que el paso de Vox por el Gobierno extremeño haya dejado una profunda huella política. Su consejera inicial fue la ganadera María del Camino Liria, que dimitió en octubre de 2023, en una decisión que cogió por sorpresa incluso a Vox. Su sucesor fue Ignacio Higuero, que era director general de la anterior consejera. Cuando en julio de 2024 Vox rompió los cinco gobiernos de coalición que compartía con el PP, incluido Extremadura, Higuero ignoró a Abascal y se quedó como consejero. Guardiola, la misma que había amagado con negarse a gobernar con Vox, celebraba la decisión de Higuero, al que agradecía su “compromiso” y “voluntad”. Higuero acabó dimitiendo hace algo más de cuatro meses tras descubrirse que había falseado su cirrículum.

Contra la ley de memoria. Aunque fuera del Gobierno, Vox ha seguido siendo básico para que el PP logre mayorías en la Asamblea. A cambio, ha exigido peajes. El momento en que más nítido se vio el giro a la derecha que ello supone se produjo el 9 de octubre, cuando ambos partidos derogaron la “ley de memoria” y la sustituyeron por una “ley de concordia” en la que no hay alusiones a la “dictadura”, ni al “golpe”. El texto se propone “reparar el daño” provocado por “uno y otro bando” e incluye entre las víctimas a las del terrorismo, pese a que estas ya tienen una ley autonómica desde 2020.

Abierta al pacto. A diferencia de otros barones del PP, como Fernando López Miras en Murcia y Carlos Mazón y Juanfran Pérez Llorca en Valencia, Guardiola se ha cuidado mucho —al igual que Juan Manuel Moreno en Andalucía— de usar la retórica de Vox. Ese rasgo ha facilitado a la presidenta extremeña poder seguir presentándose como una líder alejada de Vox, a pesar de las cesiones. También Vox, que la critica continuamente, le ha allanado el terreno para ello. Pero lo cierto es que Guardiola sigue abierta al pacto von Vox. Tras anunciar en octubre el adelanto electoral, declaró: “No hago cordones sanitarios”.

Unos límites imprecisos. La actual posición de Guardiola es un compromiso genérico: no pasará “por el aro” de Abascal, dijo el viernes, utilizando la misma expresión que el líder de Vox. Guardiola no ha aclarado en qué se concreta ese compromiso. Si no logra los 33 escaños de la mayoría absoluta, necesitará a Vox para seguir siendo presidenta, bien con su abstención (si el PP logra más escaños que toda la izquierda), bien con su voto favorable (si no lo logra). Abascal no ha aclarado tampoco qué quiere a cambio de su voto favorable o su abstención, ni ha dicho que su intención sea entrar en el Gobierno, aunque tampoco lo contrario. Lo que sí han advertido desde el partido es que el precio será mayor que el pagado en la Comunidad Valenciana por Pérez Llorca, que tuvo que aceptar las tesis de Vox contra la inmigración y contra el pacto verde.

Ante la beligerancia de Vox contra ella, Guardiola ha optado por no arredrarse: acusa a Abascal de machismo, lo trata de “turista” que solo está de paso por Extremadura, desafía a los “señoros” que controlan el partido y los acusa de hacer una “pinza” con el PSOE para “bloquear” Extremadura. No suena a lo que uno diría de alguien a quien va a hacer excesivas concesiones, pero los antecedentes aconsejan no dar nada por sentado.

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Sobre la firma

Ángel Munárriz
Ángel Munárriz (Cortes de la Frontera, Málaga, 1980) es periodista de la sección de Nacional de EL PAÍS. Empezó su trayectoria en El Correo de Andalucía y ha pasado por medios como Público e Infolibre, donde fue director de investigación. Colabora en el programa Hora 25, de la SER, y es autor de 'Iglesia SA', un ensayo sobre dinero y poder.
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