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Columna
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La búsqueda de seguridad vence al cabreo

El PP ha operado como refugio en las elecciones andaluzas, mientras que la izquierda, por diversos factores, no ha logrado transmitir estabilidad y protección

Alberto Núñez Feijóo
Juan Manuel Moreno, con el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, el martes en la reunión de la Junta Directiva Nacional popular en Madrid.Gustavo Valiente (Europa Press)
Cristina Monge

En estos tiempos frenéticos envejecemos cada vez que se abren las urnas. Al observar su veredicto tenemos una fiel imagen de cuánto se ha transformado la sociedad. Cuando el resultado es muy distinto al anterior decimos que está cambiando el ciclo, pero conviene no equivocarse: no cambia el ciclo electoral porque algún tipo de magia haga soplar los vientos a favor o en contra, sino que lo que ha cambiado es el comportamiento de la ciudadanía, que lo expresa a través del voto. Quien sepa caracterizar ese momento y dé las respuestas adecuadas liderará el periodo.

¿Qué cambios ha desvelado Andalucía? Tras años de pandemia, guerra, crisis energética e inflación, la sociedad se siente insegura, asediada por la incertidumbre e impotente. Lo advierten, entre otros, los Eurobarómetros. En este contexto, y como se vio en anteriores elecciones autonómicas, la opción ganadora es aquella que consigue transmitir estabilidad, seguridad y protección. La indignación pasó, y con ella el apoyo a nuevas formaciones rupturistas que no acreditan su capacidad de gestión.

En Andalucía el Partido Popular ha operado como refugio. Tanto, que, por una carambola en el devenir de los relatos, al final de la campaña solo quedaban dos opciones: gobernaba el PP en solitario, o con Vox. Paradójicamente, los conservadores tradicionales se convirtieron en voto útil para sacar de la ecuación a la ultraderecha. Ante la agresiva sobreactuación de Macarena Olona, el anhelo de protección y seguridad venció al cabreo. El perfil de Juan Manuel Moreno Bonilla —educado, discreto y sin estridencias— encajó a la perfección.

¿Por qué la izquierda no logró transmitir estabilidad y protección, si viene poniendo en marcha medidas en esa línea? Como siempre, por un cúmulo de factores: la bronca y desconfianza interna en el ámbito de las izquierdas “a la izquierda”, la incapacidad del PSOE para iniciar un proceso de renovación creíble tras su tropiezo electoral en 2018, y las dificultades del Gobierno de coalición a la hora de relacionar lo que dice con lo que hace y convertir esto último en expresión de lo que es y lo que quiere ser. El electorado progresista se siente impotente y no encuentra suficientes razones para ir a las urnas.

Andalucía recuerda también aquello de “nunca digas nunca jamás”: cuando se suponía que los líderes histriónicos triunfaban, ha ganado la imagen de la educación y el acuerdo. Cuando se había desterrado la posibilidad de volver a ver mayorías absolutas, ha emergido con fuerza una donde menos se esperaba. Guardémonos de establecer patrones antes de hora. Por eso, parece precipitado sentenciar que estemos de vuelta al bipartidismo. En Andalucía ha ganado el PP y han perdido todos los demás. Lo que sí se constata una y otra vez es la muerte de la “nueva política”. Ese ciclo está cerrado: en el caso de Ciudadanos, es obvio, y aunque quizá de forma menos evidente, también en el de Podemos, que retorna a las dimensiones y el espacio de lo que fue Izquierda Unida.

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Sobre la firma

Cristina Monge
Imparte clases de sociología en la Universidad de Zaragoza e investiga los retos de la calidad de la democracia y la gobernanza para la transición ecológica. Analista política en EL PAÍS, es autora, entre otros, de 15M: Un movimiento político para democratizar la sociedad y co-editora de la colección “Más cultura política, más democracia”.

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