¿Qué pasó con la izquierda? Una parte se quedó en casa. Otra votó al PP
Los datos dicen que hubo más abstención en barrios de izquierdas. Y las encuestas, que el 10%-15% de los votantes del PSOE de 2019 iban a votar por los populares
Andalucía ha dado un giro a la derecha fortísimo y es inevitable ir desbrozando explicaciones. Una primera pregunta clave es decidir si hubo una participación diferencial (y los votantes de izquierdas se han abstenido en masa) o si hubo fugas (y lo que han hecho es votar por el Partido Popular). La respuesta, en este caso, es que ambas cosas son ciertas al mismo tiempo.
Este domingo apenas votó el 58,4% de los andaluces, una participación bajísima que descenderá más cuando se cuente el voto CERA de personas ausentes. Es posible que haya votado menos gente que en 2018 (56,56%) y que en los últimos 30 años. Muchos andaluces se habrán quedado en casa, y lo habrán hecho especialmente en feudos de izquierdas.
Es lo que sugieren los datos del voto calle a calle. En Andalucía, los barrios más de izquierdas suelen ser más pobres y en ellos la abstención es más elevada. Esto era un patrón ya en 2015: en esas elecciones, en los distritos izquierdistas votó el 62% de los electores, mientras que en los de derechas lo hizo el 76%. ¿Qué ha pasado ahora? En 2022 la participación ha caído en los primeros vecindarios, pero no en los segundos.
En los barrios de izquierdas la participación se ha desplomado, y ha pasado del 62% al 47% entre 2015 y 2022. En cambio, en los barrios más de derechas, donde la suma de PP, Vox y Ciudadanos ya arrasó en 2015, la participación no solo no ha bajado, sino que incluso sube un poco.
Es una señal fuerte de participación diferencial. Los andaluces han votado menos en general, pero seguramente el grueso de los ausentes sean antiguos votantes del PSOE, Podemos e Izquierda Unida. Para estas fuerzas esto es una buena noticia. Es decir, si te van a arrasar en unas elecciones, es mejor cuanto más simpatizantes te hayas dejado en casa, porque la alternativa es que hayan votado por los partidos rivales.
Sin embargo, esta no es toda la historia.
En Andalucía parece claro que también ha habido fugas de votos de personas que votaron a partidos de izquierda y ahora se han decantado por la derecha. La primera pista son las cifras absolutas: entre PP, Vox y Ciudadanos han sumado 400.000 votos más que en 2018. Puede que sea teóricamente posible que vengan todos de la abstención, pero me atrevo a decir que eso es difícil.
Además, tenemos otra señal de que hay votantes del PSOE cambiándose al PP: ¡lo dicen ellos mismos en las encuestas! Según el último sondeo preelectoral de 40dB. para EL PAÍS y la Cadena SER, hasta un 13% de quienes votaron por el partido socialista en las generales de 2019 decían hace unos días que ahora votarían por el PP.
No tengo datos postelectorales todavía, pero serán similares a la matriz de transferencia preelectoral, que es la que muestro. Era una matriz ya muy buena para el PP, que estaba recogiendo votos de todas partes. Se habrá comido la mitad o más de los votantes de Cs y casi un tercio de los de Vox, que eran los cauces naturales.
Pero el flujo más sintomático es ese 13% de votantes del PSOE que iban camino del PP, porque es una cifra de otra época. Desde que tenemos un equilibrio multipartidista, después de 2015, la vía entre bloques se había convertido en poco transitada. Los votantes tiene formaciones alternativas en la izquierda y en la derecha, y cuando se enfadan con su partido, lo que hemos visto es que saltaban al vecino —de PSOE a Podemos, de Ciudadanos al PP, etcétera—. Un flujo entre bloques es una novedad, que será una señal de algo, quizá del buen momento de la derecha, quizá de una grieta en el clima polarizado.
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