El PSOE firma el peor resultado en su gran bastión y baja del millón de votos
Juan Espadas no contempla dimitir tras empeorar los resultados de Susana Díaz en 2018. Los socialistas pierden tres escaños
El PSOE ha recibido esta noche un golpe durísimo y directo al corazón, en su feudo histórico de Andalucía, en el que ha empeorado los resultados de 2018 con tres escaños menos y, también por primera vez, se ha quedado por debajo de la barrera psicológica del millón de votos. El aviso no puede resultar más inquietante para Pedro Sánchez, a menos de un año y medio de las elecciones generales. La victoria inédita del PP en Andalucía por mayoría absoluta y, por tanto, sin tener que depender de Vox, combinada con el hundimiento de los socialistas, también sin precedentes, aunque por encima del límite de 30 escaños que podría haber abierto una crisis de consecuencias impredecibles, supone una advertencia letal antes del ciclo electoral que arrancará dentro de 11 meses con las autonómicas y municipales.
Pese al desastre, por muchos paños calientes que le ponga el PSOE, Espadas no contempla su renuncia, como ya dijo en EL PAÍS, y mantiene la confianza de Ferraz (sede central socialista en Madrid), a la espera de cuál será la respuesta de Sánchez a la tercera derrota consecutiva en un año. Con una diferencia abismal: el significado de la debacle en Andalucía, tótem para la izquierda, no tiene nada que ver el de Madrid y Castilla y León. La noche ha dejado más símbolos caídos: el PP se estrenó como el partido más votado en Sevilla. Un hito que rompe la hegemonía del PSOE en la única provincia de España en la que, hasta ahora, un mismo partido había ganado en todas las elecciones.
El otrora todopoderoso PSOE andaluz no ha recuperado la pegada que le hizo temible. El gigante ha seguido dormido y no solo ha sido incapaz de movilizar a los 400.000 votantes que en 2018 se quedaron en casa y pusieron punto y final a 37 años de gobiernos socialistas en la Junta. Los socialistas han perdido el 19-J otros 130.000 votos. La pretensión de Espadas y su dirección, que se aferraban a las buenas sensaciones que recibían a pie de calle a diferencia del ambiente que se palpaba hace cuatro años, no se han cumplido y hacen mejores los resultados de Susana Díaz. “Nos pusimos un objetivo, que no era otro que el de la movilización. No se ha producido y cuando la participación es baja es la izquierda la que suele sufrir”, ha reconocido Espadas en una comparecencia sin preguntas en la que le ha respaldado su dirección.
Las elecciones en Andalucía, en directo | El PP arrasa en Andalucía con una victoria histórica
Los trackings internos, en los que, según fuentes gubernamentales, el PSOE no salía de una horquilla de entre 26 y 28 escaños, no se terminaron cumpliendo, pero por poco. Un alivio menor que no maquilla el descalabro. “Desde mañana seré el jefe de la oposición y ahí me encontrarán los próximos cuatro años, defendiendo los intereses de los andaluces. Lo más importante es saber levantarse. Desde mañana en pie para volver a recuperar la confianza de Andalucía”, ha afirmado Espadas, que horas antes accedió por una puerta trasera en la sede donde siguió el recuento.
El hotel Renacimiento no hizo honor a su nombre: la victoria pírrica de 2018 dio paso a una derrota sonora. Fuentes de Ferraz insistían en que el resultado no tenía una traslación nacional y que durante la campaña ya constataron que no remontaban de unas expectativas bajas. Aun así, llama la atención que el presidente del Gobierno y secretario general del PSOE ha liberado su agenda de actos para este lunes. La ejecutiva federal sí se reunirá, como acostumbra en Ferraz, para analizar los resultados. Las fuentes consultadas sostienen que Sánchez no tiene previstos cambios, al menos a corto plazo. El presidente, conocido por su hermetismo, tendrá la última palabra.
El lema del PSOE, “Si votamos ganamos”, sobrevenido durante la campaña, permitía una doble interpretación. Y explica el éxito del PP y el desplome del PSOE: el electorado socialista desencantado no se movilizó. Los golpes en el pecho tanto de Ferraz como de la cúpula de Espadas, que hacían gala del ejército de 45.000 militantes en la comunidad -50.000 incluyendo las Juventudes-, lo que supone que uno de cada 200 andaluces milita en el PSOE, no sacaron a los votantes del PSOE de la apatía. Pese a los denodados esfuerzos de Espadas, la izquierda no ha logrado romper el marco que el PP escogió para celebrar unas elecciones que, como las de Madrid y Castilla y León, se han desemparejado de las municipales. Otro hándicap para los socialistas, con 459 alcaldes en los 784 Ayuntamientos andaluces, frente a los 192 del PP. El PSOE tampoco le sacó provecho a su fortaleza municipal, lo que deja otro mensaje preocupante con vistas a las elecciones locales.
Erigir al PSOE en una alternativa con opciones frente a la pujanza de Juan Manuel Moreno se ha antojado en una misión contrarreloj imposible para Espadas. El candidato no ha podido voltear en unas semanas la inacción de los tres años que los socialistas han estado sin hacer oposición. A la tarea del PSOE no le han ayudado ni el shock que supuso la pérdida de la Junta y paralizó al partido. Tampoco ha contribuido la presencia de Susana Díaz y sus consejeros en la bancada de la oposición en el Parlamento andaluz, lo que dificultaba aún el control al Gobierno del PP y Cs. Cuando la renovación se produjo, ya era tarde.
En su lucha contra los elementos, desde las encuestas a un electorado distante, Espadas se ha desvivido con un carrusel de hasta cinco actos diarios, sin contar las entrevistas y otros formatos, para darse a conocer. Su grado de conocimiento mejoró en la campaña hasta el 74,7% según el CIS, pero le seguían sin conocer uno de cada cuatro andaluces (antes de la campaña era un tercio). Demasiado para alguien que quería devolver al PSOE al Palacio de San Telmo (sede de la presidencia de la Junta). La evolución de la movilización del electorado socialista tampoco era para tirar cohetes, como se ha terminado demostrando: pasó del 64,5% en mayo al 71,1% de la última encuesta de 40dB. para EL PAÍS y la Cadena SER. Un porcentaje, pese a la mejora, muy por debajo del afamado PSOE de Andalucía. “Esta campaña no la voy a olvidar en mi vida”, dijo Espadas el miércoles en su sprint final. El resultado no deja ningún consuelo para el PSOE. Y enciende todas las alarmas.
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