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Columna
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La urna caliente

Los partidos tienen ciclos electorales positivos, como el que disfruta el PP tras ganar en Madrid, Castilla y León y Andalucía, y negativos, como el que sufren las izquierdas

Urnas con papeletas de las elecciones en Andalucía este domingo en un colegio de Sevilla.
Urnas con papeletas de las elecciones en Andalucía este domingo en un colegio de Sevilla.EDUARDO BRIONES (Europa Press)
Víctor Lapuente

En baloncesto, tanto jugadores como comentaristas inciden a menudo en el mito de las rachas encestadoras o la “mano caliente”. Da igual que la ciencia haya demostrado que esa sensación es, fundamentalmente, una ilusión cognitiva. Que la semana pasada Curry en las finales de la NBA o Causeur, en las de la ACB, metieran dos triples seguidos no hacía más probable que encestaran el tercero. Pero nuestro sesgo mental nos hacía creer que sí.

De forma parecida, en política, tanto candidatos como periodistas insisten en las rachas electorales, o lo que podríamos llamar la “urna caliente”. Los partidos tienen ciclos electorales positivos, como el que disfruta el PP tras ganar en Madrid, Castilla y León y Andalucía, y negativos, como el que sufren las izquierdas.

No dudo que exista un cierto contagio, y que haya tiempos más propicios para unas ideologías que otras, pero todo eso palidece frente al principal factor explicativo de las victorias del PP: la gestión económica. Que, por cierto, es el mismo factor que catapultaba a Pedro Sánchez hasta hace poco en las encuestas, cuando, a pesar de la impopularidad de los indultos a los presos del procés y de los problemas de coordinación y comunicación del Gobierno de coalición, el PSOE mantenía un porcentaje de apoyo elevado. La gente valoraba, y quizás seguirá valorando si la economía progresa adecuadamente en el futuro, los buenos números en creación de empleo y riqueza.

La recomendación de Edward Tufte en 1978 —“cuando pienses en elecciones, piensa en la economía”— sigue siendo válida hoy, como confirman muchos estudios. Y explica la paradoja de que presidentes autonómicos tan opuestos, como Ayuso y Moreno, ganen de forma tan aplastante. No han vencido gracias a sus mensajes, copiando o ignorando a Vox, sino a la percepción de que sus políticas funcionan. El estilo del candidato importa poco, aunque nos guste teorizar mucho sobre eso. Ayuso siempre ha tenido el mismo tono provocador o trumpista, pero era visto como un lastre cuando Madrid parecía un caos al inicio de la pandemia y pasó a ser la clave de su éxito casualmente cuando la Comunidad de Madrid se convirtió en referencia del éxito económico —hasta el punto de que independentistas catalanes te decían que la votarían—.

Moreno ha ganado porque la gente ve que la economía andaluza va bien. Así de sencillo de diagnosticar y de complicado de conseguir. @VictorLapuente

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