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Los 100 días de Mazón: acelerón inicial, polémicas mitigadas y mucha calle

El presidente de la Generalitat Valenciana acaba el periodo de gracia con más palabras que acción de gobierno

Carlos Mazón el día de su toma de posesión, el 17 de julio.
Carlos Mazón el día de su toma de posesión, el 17 de julio.Mònica Torres
María Fabra

El presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, cumple este martes sus 100 días al frente del Gobierno autonómico desde su toma de posesión, un plazo que pone fin al periodo de gracia que se le otorga a todo nuevo Gobierno.

Mazón empezó la legislatura fuerte en el cumplimiento de sus promesas electorales. En el primer pleno del Consell (ya ha celebrado, al menos uno en cada provincia) se aprobó la tramitación para la bonificación del 99% del impuesto de Sucesiones y de Donaciones, tal como había prometido durante su campaña electoral. Tampoco dejó pasar ni diez días en calcular el recorte del gasto público con la supresión de secretarías autonómicas y subsecretarías. Ambas medidas han sido reiteradamente proclamadas durante estos poco más de tres meses y formaron parte del balance que el propio Mazón hizo a los 30 días de tomar posesión. En este, también habló de la congelación de las tasas universitarias -cuando su predecesor, Ximo Puig, las había bajado y había prometido seguir rebajándolas-, la prórroga en la gratuidad del transporte -implantado por el Gobierno de Pedro Sánchez y complementado por el de los gobiernos progresistas valencianos- y “unidad de acción frente al recorte del trasvase Tajo-Segura”. Este, el del agua, es un tema recurrente pero, de momento, la voluntad del dirigente del PP no ha tenido más frutos que el de la reivindicación al Gobierno central, que ya ejercía.

También existe en la agenda de Mazón, y así lo demuestra su actividad en redes sociales, la constante atención sobre la ampliación del puerto de Valencia pero, al igual que el trasvase, se centra más en declaraciones de agravio que en acción de gobierno.

A finales de julio, Carlos Mazón se reunió con los directivos de la empresa que lidera la inversión en la Comunidad Valenciana, PowerCo, que está levantando una gigafactoría de baterías para vehículos eléctricos en Sagunto (Valencia). Y no fue hasta finales de septiembre cuando mantuvo contactos con otros grandes inversores como Stadler o Ford. También fue entonces cuando se dio cita con la patronal valenciana, CEV.

El presidente de la Generalitat valenciana ha hecho varios viajes a Madrid. Como representante de su cargo, al Senado, al desfile de las Fuerzas Armadas y a la audiencia ante el Rey. Además acudió a la fallida investidura del líder de su partido, Alberto Núñez Feijóo, y a la manifestación previa que este convocó contra la posible amnistía a los encausados por el procés, una convocatoria que casi se pierde por coincidir con el que ha sido, de momento, su único viaje al exterior: Bolonia, donde expresó su apoyo al sector cerámico en la feria Cersaie.

Agosto y los primeros días de septiembre fueron para celebrar el triunfo de la selección femenina de fútbol en el Mundial, aunque ni palabra de la polémica del beso, ir al fútbol (de momento, solo ha ido al campo de la cerámica a ver un Villarreal-Barça tras el que dio la enhorabuena a los dos equipos), acudió a tomas de posesión de diferentes cargos así como a todas las fiestas de moros y cristianos que pudo.

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En estos 100 días, Carlos Mazón ha aprobado otras deducciones fiscales (incluso por ir al gimnasio) y ha vivido su primer 9 d´Octubre, en el que no podía faltar la reivindicación de la financiación autonómica justa para la Comunidad Valenciana, y ha mitigado tres polémicas con sus socios de gobierno, Vox. La primera fue a cuenta de la violencia de género que el partido ultra niega. “La violencia machista no existe”, dijo un diputado de Vox incluso antes de que se formara el Gobierno valenciano: “La violencia machista sí que existe, la violencia de género sí que existe y es una lacra social contra la que no vamos a dejar de luchar desde el Consell que yo presida”, contestó de forma tajante Mazón. Sin embargo, semanas después, el PP apoyó en las Cortes ocultar el concepto “violencia de género” en las pancartas que se exhiben en los minutos de silencio cuando hay un asesinato machista. Y así, con una de cal y otra de arena, primero mitigó la polémica y luego apaciguó el escenario con sus socios. Ha sido la misma táctica que ha utilizado con el uso del valenciano. Un consejero de Vox fue el primero en usar un valenciano no normativo, con faltas de ortografía, en un mensaje corporativo. En este caso, el dirigente del PP incluso tuvo que acallar a uno de sus miembros del Consell, el consejero de Educación, José Antonio Rovira (que protagonizó un inicio de curso caótico), que clamó la libertad para “elegir las normas” y cuestionó la autoridad de la Acadèmica Valenciana de la Llengua (AVL), ente normativo recogido por el Estatuto. El presidente de la Generalitat volvió a ser tajante: “Todo el Consell reconoce la autoridad científica y académica” de la AVL, dijo y añadió que “la Generalitat Valenciana en sus comunicaciones oficiales se expresa según las normas de la AVL”. La rotundidad se ha nublado con un cambio de los criterios sobre el uso del valenciano en la administración, que aún no están aprobados y que, según ha adelantado el Consell, respetará las normas oficiales. También el cambio climático, otro de los temas en los que Vox sobresale por su negacionsimo, ha sido motivo de tensión. Uno de los tres consejeros que Mazón cedió a la ultraderecha aprovechó la tribuna de las Cortes Valencianas para criticar el “fanatismo climático, la demagogia y el animalismo” y hablar de la “perversa Agenda 2030 de elites globalistas”. La portavoz del Ejecutivo que preside Carlos Mazón hubo de subrayar de inmediato que, para el Gobierno valenciano, el cambio climático “existe”.

La última decisión notable ha sido sobre sanidad, uno de los pilares sobre los que pivotó su campaña. Carlos Mazón clamó por ceñirse a una auditoría “pormenorizada y rigurosa” para decidir sobre el futuro de los departamentos de salud y hospitales privatizados por sus antecesores del PP. La decisión sobre los dos que están a punto de cumplir el contrato, Denia y Manises, seguirán con el proceso de reversión y la vuelta a la gestión pública, mientras que el Consell ya ha anunciado que en el caso de Elx-Crevillent, cuyo contrato finaliza en 2025, “los informes aconsejan continuar con la concesión”. El anuncio no ha merecido la comparecencia si quiera del consejero del ramo y se comunicó, un viernes por la tarde, a través de una nota de prensa. La auditoría “pormenorizada y rigurosa”, a la que tantas veces se refirió Mazón, son “informes internos” y no públicos, según fuentes de la consejería de Sanidad.

En este tiempo al frente de la Generalitat, el dirigente popular ha batido un récord. Uno propio, el de la media maratón que corrió el pasado domingo mejorando su anterior marca. Tardó algo menos de dos horas, aproximadamente, el mismo tiempo que tardó en negociar con Vox las líneas generales de su gobierno que, a partir de ahora, se tendrá que la elaboración de unos presupuestos que ya vaticina serán “duros” y que tendrán que driblar con la mengua de ingresos que supone la reducción de los impuestos que ha sido el tema central de estos primeros 100 días.

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