Puigdemont, sin amnistía pero blindado ante el congreso de Junts
Las trabas al perdón judicial desincentivan que surja una propuesta alternativa al ‘expresident’ y Turull toma posiciones para desplazar definitivamente a Laura Borràs
El grupo de diputados de Junts per Catalunya en el Parlament viaja esta semana a Waterloo (Bélgica) para mantener una reunión de trabajo con Carles Puigdemont, con vistas a conocer qué estrategia les ordena aplicar en el próximo debate de política general en la Cámara catalana —que se celebrará del 8 al 10 de octubre— y para tratar de averiguar con qué intenciones afronta el fundador del partido el congreso político de Junts, previsto para dentro de cuatro semanas. Puigdemont, huido de la justicia desde hace casi siete años, mantiene la incógnita con respecto a si dará un paso al frente para convertirse de nuevo en presidente de la formación, toda vez que la actual presidenta, Laura Borràs, ha perdido influencia y ha sido progresivamente arrinconada por Jordi Turull, secretario general. La idea de Turull, según fuentes del partido, es que Puigdemont le acompañe en una suerte de candidatura oficialista, convencido de que el empaque del tándem que conforman desincentivará cualquier intento de presentar pelea por parte de algún hipotético rival. “Hasta que no se le haya aplicado la amnistía, nadie será tan osado para presentarse como alternativa a Puigdemont”, analiza un miembro de la ejecutiva. Una interpretación que comparten varias fuentes.
En las últimas semanas, Turull ha puesto empeño en presentarse como un fiel colaborador de Puigdemont. Exhibe la idea de que la sintonía entre ellos es total, un mensaje interno en la previa del congreso que Junts celebrará en Calella el 26 de octubre y, de paso, una reivindicación de la vigencia del influjo del expresident. Tras la marejada que ha provocado dentro del independentismo la investidura del socialista Salvador Illa y la pérdida de la mayoría en el Parlament, ha crecido el murmullo que demanda relevos al frente del movimiento. Incluso Lluís Llach, presidente de la ANC, o el expresidente de la Generalitat Quim Torra han verbalizado la conveniencia de echar mano de la cantera para buscar caras nuevas. Turull ha salido a defender que no se puede comparar a Puigdemont con Oriol Junqueras, expresidente de ERC y candidato a recuperar las riendas del partido, porque “no hace 13 años que lidera un partido ni viene de un ciclo de derrotas”. Puigdemont fue investido en enero de 2016 y cesado como president el 27 de octubre de 2017, con la aplicación del artículo 155 de la Constitución.
Turull ha reconocido que acompañó al expresident en la escapada que protagonizó el pasado 8 de agosto, su irrupción fugaz en el centro de Barcelona para volverse a marchar a Bélgica y evitar ser detenido por los Mossos, y ha defendido públicamente el sentido de aquella peripecia. Tras una reunión de los cargos del partido, el secretario general manifestó que en el encuentro había 66 personas y que por “unanimidad” se consideró “un acierto” la puesta en escena de Puigdemont porque “abre muchas oportunidades”.
Pero en los corrillos y en los grupos de whatsapp no oficiales hay diputados que confiesan no comprender qué motivaciones tenía el líder del partido para dar un discurso a las puertas del Parlament y, luego, volverse a escapar a Bélgica sin asistir al pleno de investidura de Illa, como se había comprometido a hacer. Puigdemont domina el arte de la sorpresa. Tiene capacidad para descolocar incluso a aquellos que forman parte de su círculo cercano. El cantante Valtonyc, que ha trabado una estrecha relación con el expresident en Bélgica —donde el músico también se instaló para evitar cumplir una condena judicial en España—, reveló recientemente en el podcast l’Arrabassada el pasmo que le supuso una reacción de Puigdemont tras haber sido invitados, ambos, a la tribuna VIP de un partido de futbol entre el Standard de Lieja y el Amberes. Valtonyc cuenta que, después de que les sirvieran champán y comida en abundancia, Puigdemont salió del estadio maldiciendo porque perdió una apuesta de 5 euros.
Por mucho que sus conductas puedan desconcertar, Puigdemont no ve peligrar su liderazgo en Junts. “Sigue sin estar amnistiado pese a que la ley está aprobada, y mientras dure esa irregularidad nadie se atreverá a pelear el puesto”, manifiesta un alto representante del partido. Junts es una amalgama de distintas corrientes que supuestamente confluyen en la idea común de perseguir la independencia de Cataluña.
A menudo se asocia al sector más inclinado hacia las tesis de la antigua Convergència las principales discrepancias con el proceder de Puigdemont. Una persona que ejerció altas responsabilidades en los gobiernos de CiU y que mantiene contacto fluido con los actuales jefes de Junts señala que “la misión de Junts es defender la agenda catalana” y opina que, “cuando se ha puesto a hacer política, Puigdemont ha hecho política”. “¿O es que no nos acordamos de que hizo presidente del Gobierno a Pedro Sánchez?”, plantea. “Una candidatura alternativa a Puigdemont implica proponer una política distinta, y no sé qué se puede hacer distinto a lo que propone él”, defiende la misma fuente.
Si finalmente accede a integrar un puesto en el cuadro de mandos del partido, Puigdemont reparará la anomalía que supone que él sea la persona que decide toda la estrategia de la formación sin ocupar, desde 2022, ningún cargo en el organigrama, lo que dificulta que la militancia le pueda pedir explicaciones. Si ese puesto fuera el de presidente del partido, como propone Turull, la operación serviría para desplazar definitivamente a Laura Borràs.
La actual presidenta de la formación está pendiente de cumplir cuatro años y medio de cárcel y trece de inhabilitación por una sentencia judicial que la declaró culpable de trocear contratos públicos para beneficiar a un conocido suyo adjudicándoselos a dedo. La influencia de Borràs dentro de Junts ha quedado muy reducida y recientemente recibió otro revés cuando se hizo pública la noticia de que Aurora Madaula, muy cercana a Borràs, maniobró para alentar una denuncia falsa por acoso contra Eduard Pujol, actual senador de Junts.
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