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La plataforma Bolt entra en Barcelona con servicio de VTC entre dudas sobre la regulación del sector

La entrada de la empresa pone más presión al Govern, que asumirá las competencias en esta materia a finales de septiembre

Imagen promocional de los taxis y coches VTC de Bolt en Barcelona
Imagen promocional de los taxis y coches VTC de Bolt en BarcelonaQuim Roser
Josep Catà Figuls

La plataforma Bolt, que ofrece servicios de movilidad, empezará a operar en Barcelona a partir de este próximo lunes como aplicación móvil para contratar viajes en taxi y también en coches con licencia VTC (vehículos de transporte con conductor). El inicio de operaciones de esta tecnológica estonia, que ya ofrece estos servicios en Madrid, llega en un momento de tensión creciente por la incertidumbre sobre el futuro de la regulación de las VTC, que debe decidirse a finales de septiembre, y por el amplio rechazo que ya ha mostrado el sector del taxi a otros servicios similares como Uber y Cabify, actualmente también operativas en la capital catalana mediante fórmulas distintas.

Bolt, fundada en Estonia en 2013, está presente en 45 países y empezó a operar en España en 2019. Primero lo gizo como servicio de micromovilidad –patinetes y bicicletas– en Madrid y en Barcelona, y después como aplicación para contratar taxis y VTC en Madrid en julio de 2021, para expandirse luego en la Costa del Sol y en Sevilla, a finales del año pasado. La empresa asegura que más de 8.500 conductores de taxi y VTC realizan sus servicios a través de su plataforma. Su irrupción ha sacudido el mercado en España. Un informe de Crunchbase indicó en abril que Bolt había logrado, en la segunda mitad de 2021, una cuota de mercado del 12,4% en clientes de taxi y VTC. Esto situaba a la compañía como clara perseguidora de Cabify y Uber.

El director de VTCs y Taxis de Bolt en España, Daniel Georges, destaca en una entrevista por videoconferencia que estos números ya son viejos: desde diciembre la empresa ha más que doblado su actividad en España. La empresa, además, cuenta con una alta capacidad de financiación: ha levantado más de 2.000 millones de euros en varias rondas de financiación en las que ha participado y en enero su valoración llegó a los 7.400 millones de euros.

Pese a ese gran despliegue, a la empresa le faltaba una plaza muy codiciada pero también muy compleja: Barcelona. El anuncio del lanzamiento el 20 de junio puede revolucionar un sector muy agitado en la capital catalana, donde Cabify está presente como operador de servicios VTC, Uber solo para taxis, y Bolt apostará por ofrecer los dos servicios. Georges asegura que, antes del lanzamiento oficial, ya cuentan con más de 1.000 conductores de taxis y de coches de VTC interesados en usar su plataforma, aunque no detalla cuántos de cada. En Madrid cuentan con el 70% de los conductores registrados en global en España, y de estos, 2.500 son taxistas y el resto conductores con licencia VTC.

En los últimos años, la relación de Barcelona con las plataformas que usan coches con licencia VTC ha sido muy tortuosa. Para estas, se trata de un caramelo por la gran afluencia de turistas y el potencial negocio que obtendrían. Pero para los taxistas, las tecnológicas de este tipo son, según denuncian, una amenaza a su supervivencia porque ofrecen el mismo servicio con una regulación distinta y a partir de un precio más bajo por licencia. El precio de estos permisos en Barcelona ronda en el mercado secundario los 35.000 euros, mientras que la licencia de taxi supera los 120.000. En el área metropolitana de Barcelona hay 10.521 licencias de taxi y en Cataluña hay 3.066 licencias VTC, 2.900 en la provincia de Barcelona, según los datos del Govern, aunque solo 1.200 han estado operativas en los últimos dos meses.

La incertidumbre de la regulación

La resistencia del sector del taxi, que en los últimos tiempos ha protagonizado duros paros que han bloqueado la ciudad, ha empujado a las Administraciones a mantener una regulación restrictiva de la actividad de las VTC. Pero esto puede terminar este otoño, cuando expire la moratoria de cuatro años aprobada en 2018 por el Gobierno en el decreto sobre la regulación de las VTC impulsado por el exministro de Fomento, José Luis Ábalos. En aquel momento, y acuciado por las huelgas de taxistas en Barcelona y Madrid, el Gobierno aprobó un a normal según el cual las autorizaciones de ese tipo de licencias de ámbito estatal quedarán habilitadas solo para prestar servicios interurbanos. Pero aprobó una moratoria de cuatro años para aplicarla y traspasó las competencias a las comunidades para que, una vez terminado el plazo, decidiesen o no si se permiten los viajes interurbanos. El límite de la moratoria es el 30 de septiembre.

La Comunidad de Madrid ya ha aprobado, no sin polémica, una ley que seguirá permitiendo esta actividad, pero el Ejecutivo catalán todavía no se ha pronunciado. La normativa que está en vigor es el decreto del Govern aprobado en enero de 2019, que indica que las empresas VTC pueden operar en Barcelona siempre que la contratación del servicio se haga con 15 minutos de antelación. Este decreto provocó la huida de Cabify y Uber, aunque luego el primero volvió con contratos con los clientes según los cuales solo deben esperar un cuarto de hora en el primer servicio (la misma fórmula que usará Bolt) y Uber volvió pero solo como plataforma para taxis.

La decisión de la empresa estonia de entrar en Barcelona se produce a tres meses de que se decida el futuro de la actividad en territorio catalán. “Hay incertidumbre, porque Cataluña no se ha posicionado más allá del decreto de 2019, pero no han dicho si lo van a dejar así o no”, explica Georges, que admite que han tenido conversaciones con la Generalitat antes de decidir entrar en Barcelona: “Tenemos nuestros contactos”. “Están trabajando, no nos han adelantado nada, pero el Gobierno catalán puede o no hacer nada y eliminar esta actividad, o dar una prórroga hasta que se llegue a un acuerdo, esto en un contexto en el que la Comisión Europea ya se ha pronunciado [en que se debe permitir la actividad]” , añade. El directivo de la empresa admite que en Barcelona “hay más desconfianza que en Madrid” entre los taxistas, pero cree que “se puede ser cooperativo y no competitivo” y que la pandemia “ha hecho reflexionar al sector del taxi, que ha sufrido un bajón importante”. “Se están dando cuenta de que las plataformas son una oportunidad de ingresos”, destaca.

En Barcelona, Bolt no contará con ninguna flota propia por lo que, según Georges, “la compañía no puede intervenir en las relaciones laborales entre la flota y un conductor asalariado, aunque hay muchos conductores autónomos también”. Con todo, el responsable del negocio indica que ha habido “subidas salariales en el sector por la escasez de conductores”, y está a favor de que se apruebe un convenio colectivo de sector. Por cada viaje, Bolt carga a la flota o al conductor autónomo una comisión del 15%: “Es la más competitiva del mercado, casi un 50% más barata que los competidores, y esto da margen para que las flotas incentiven al conductor”. Preguntado por el margen de negocio o la inversión que supone entrar en Barcelona, Georges elude dar cifras pero destaca que “es un sector de margen bajo pero con mucho volumen”. El tiquet medio, explica “dependerá mucho, no estará regulado, dependerá de la temporada, etcétera”.

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Sobre la firma

Josep Catà Figuls
Es redactor de Economía en EL PAÍS. Cubre información sobre empresas, relaciones laborales y desigualdades. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona. Licenciado en Filología por la Universidad de Barcelona y Máster de Periodismo UAM - El País.

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