Barcelona se pone fantástica con un nuevo festival literario

Hay quien sostiene que el siglo XXI no tiene una realidad, sino muchas. Y que para ello se necesitan nuevos instrumentos para explicarla. De ahí el auge de la ciencia ficción y toda narrativa no realista, que lo invade todo: desde la literatura a los videojuegos, pasando por las series de televisión y los juegos de rol o la ilustración. En ese contexto efervescente, el Ayuntamiento de la capital catalana lanza 42, Primer Festival del Géneros Fantásticos de Barcelona, que tendrá lugar del 3 al 7 de noviembre en la fábrica de creación Fabra i Coats con, inicialmente, un centenar de autores de todo el mundo. Como comisario del que se perfila, por ambición, uno de los eventos del género más importantes de España junto al Festival Celsius 232 de Avilés estará uno de los mayores conocedores del sector, el escritor y periodista Ricard Ruiz Garzón.

El nombre del evento es puro género y toda una declaración de intenciones: 42, número por antonomasia de la ciencia ficción, es la extraña solución que da el ordenador Pensamiento Profundo tras 7,5 millones de años intentando responder a la pregunta “¿Cuál es el sentido de la vida, el universo y todo ello?” que le formulan los personajes del clásico La guía del autoestopista galáctico, de Douglas Adams. La cifra no sólo es extraña sino que el ordenador se atreverá a decir que la cuestión está mal formulada, lo que obligará a buscar otra y replantárselo todo. “El festival enriquecerá el debate del género y de lo que nos rodea y hará, básicamente, más preguntas”, apunta el comisario, él mismo autor transversal (Mangata, Janowitz...)

Jugando con otra fase del género (“la fantasía tiene una ventaja sobre el conocimiento y es que éste es limitado”), el comisario aseguró que 42 “no tiene límites”. El contexto, que él mismo ha resumido hoy en la presentación, se lo facilita: eclosión generalizada del género que en catalán crece exponencialmente en autores, editoriales y premios; auge en castellano, con los grandes grupos editoriales con sello propio y una revolución estilística en América Latina con una notable “hibridación de géneros que encarnan Mariana Enríquez y Mónica Ojeda” y la sensación de que “en la vida cotidiana ya se ha incorporado lo fantástico, como el debate de leyes robóticas, el cambio climático, el posthumanismo o las distopías”. Abriendo foco, Ruiz Garzón hace hincapié en la reivindicación que se hará de la fantasía: “La literatura realista es sólo una cara de la realidad; hoy tenemos sobredosis de realidad y la lectura también puede y debe ser escapista; no todo el arte debe ser práctico”.

Una buena parte de los lectores de las narrativas no realistas son jóvenes, que lo consumen a través de los juegos. Para el comisario, el festival ayudará también a “trasladar los códigos de esos juegos al mundo del libro sin que eso comporte arquear las cejas, como aún pasa en algunos sectores”. Ese trabajo con los jóvenes, a través de un fomento de la lectura en las escuelas con la ayuda del Consistorio, será también uno de los ejes diferenciadores de 42 con el “festival hermano” Celsius 232, como lo serán también la atención al género en catalán y una mayor dedicación a lo que bautiza como “itinerarios adyacentes”, como son juegos de mesa, cómic, ilustración, cine y series.

El filón de la juventud no le ha pasado desapercibido al Ayuntamiento de Barcelona a la hora de acoger 42, que le aportará un público muy distinto del que convocan los hasta ahora tres grandes festivales literarios que cobija: el BCNegra, el de Barcelona Poesía y el de Novela Histórica. El ahora póquer de eventos refuerza, a su vez, la etiqueta de Ciudad Literaria que otorgó la Unesco a la capital catalana. “Seguramente, podremos contribuir a que la ciencia ficción y la fantasía se consoliden seriamente, como en su momento el BCNegra hizo con el género policiaco”, apunta Ruiz Garzón. En esa línea, se concederán unos premios a las mejores obras publicadas el año anterior.

Aunque invitados y actividades se presentarán en octubre, una muestra de la ambición y diversidad de la programación la dan, amén de un notable cartel gráfico, obra del diseñador Tono Cristòfol y los ilustradores Álex Ferreiro y Mercè Iglesias, los ya revelados actos con relación al centenario del creador de Solaris, Stanislaw Lem, o a la de la palabra robot; el recuerdo a los 25 años del inolvidable Olvidado Rey Gudú, de Ana María Matute, y las presencias ya confirmadas de autores como Albert Sánchez Piñol, Elia Barceló y el inglés Adrian Tchaikovsky (Herederos del tiempo). Y, potencialmente, no se excluirá a nadie, ahora que hasta la alta literatura, con todo un premio Nobel como Kazuo Ishiguro (Klara y el sol) transita cada vez más sin complejos por esas latitudes. “No somos puristas ni haremos test: cualquier autor que juegue con los códigos del género puede estar aquí; queremos tender puentes y más en momentos de hibridación como los que vivimos”, apunta Ruiz Garzón. Un nuevo festival literario para unos nuevos tiempos.