Christo resucitado
La protección del monumento de mosén Jacint Verdaguer de Barcelona recuerda los intentos de artista búlgaro de empaquetar el de Colón en 1976 y 1984
El monumento a mosén Jacint Verdaguer situado en el cruce entre paseo Sant Joan y la Diagonal de Barcelona luce desde hace unos meses un sorprendente envoltorio. La lona colocada para protegerlo de los trabajos del colector que pasa a escasos metros recuerda a las intervenciones efímeras que hicieron famoso al artista búlgaro Christo Javacheff que envolvía, con miles de metros de tela y cuerda, monumentos y edificios como el dedicado a Vittorio Emanuele en Milán, en 1970; la muralla Aureliana de Roma, en 1974; el Pont Neuf de París, en 1985, y el edificio del Reichstag, en 1995, entre otros muchos. Christo falleció en mayo de 2020 sin conseguir hacer realidad uno de estos proyectos: empaquetar el monumento de Colón de Barcelona. Y no será porque no lo intentó en dos ocasiones: en 1976 y 1984, con lo que ahora el envoltorio de Jacint Verdaguer resucita la peculiar forma de crear de este artista.
Cuando el año pasado falleció el artista el crítico de arte Ricard Mas se zambulló en la hemeroteca para intentar saber que pasó y qué rastro habían dejado en la prensa sus dos intentos. Todo comenzó en 1975 cuando Christo expuso sus dibujos y fotografías por primera vez en Barcelona, en la desaparecida galería Ciento, entrando en contacto con el mundo cultural de la ciudad. En septiembre de 1976 en una reunión celebrada por los presidentes del Colegio de Aparejadores, del Real Círculo Artístico, del FAD y el Círculo Artístico Sant Lluc en el Colegio de Arquitectos decidieron enviar una carta al alcalde Joaquín Viola pidiendo permiso para Christo pudiera llevar a cabo su acción. Lo haría coincidiendo con su visita a Barcelona ese noviembre para la primera edición de Expoarte. En esa petición se apuntaba que el artista correría con todos los gastos, unos 12.000 euros.
Según Ricard Mas, que publicó su trabajo en Mirador del les Arts, la reacción de muchos cronistas tras conocer la petición no se hizo esperar: Sempronio, Lluís Permanyer, Quim Monzó y Pere Calders, cargaron su pluma de calificativos nada elogiosos, mientras que desde la alcaldía dieron carpetazo temiendo ser objeto de chistes y burlas por parte de los barceloneses. El alcalde Viola denegó el permiso asegurando que los ciudadanos “no comprenderían el significado de la obra”.
“Era demasiado novedoso para esta ciudad en la que no había acogido en ningún espacio institucional una exposición de tema conceptual en un momento en el que se comenzaba a digerir a Joan Miró”, explica Mas, tras hacerle notar la coincidencia con la acción en el monumento de Verdaguer. “Es verdad que la recién estrenada democracia parecía que todo era posible; pero el alcalde todavía lo había nombrado el régimen y Christo no era el artista mundialmente famoso que luego fue”, prosigue Mas, que cree que, desde el Ayuntamiento, ni se le respondió.
Pese a todo eso, Christo volvió a Barcelona en enero de 1977 a exponer en las galerías Joan Prats, cuyo interior envolvió totalmente y en Trece, donde se pudieron ver sus dibujos, collages y fotomontajes del proyecto frustrado. Ferran Monegal en su crónica sobre la muestra califica a Christo de “guardamuebles frustrado por su pasión por envolverlo todo”.
Tendrían que pasar unos años para que se volviera a hablar del asunto. Fue después de que trascendiera que el alcalde de Madrid, Enrique Tierno Galván le había propuesto o simplemente tenía la idea de encargarle a Christo que cubriera la Puerta de Alcalá. Entonces el alcalde Pasquall Maragall rescató el proyecto y el artista y su pareja, Jeanne-Claude Denat, viajaron a la ciudad en junio de 1984 con el doble objetivo de dar una conferencia en la II Feria de Escultura en la calle de Tàrrega y entrevistarse con los técnicos de Barcelona para considerar el empaquetamiento a Colón. Daniel Giralt-Miracle, por entonces jefe de Artes Plásticas de la Generalitat, apuntó a los periodista que la acción se llevaría a cabo, durante tres o cuatro días, para Sant Joan del año siguiente, coincidiendo con la inauguración del Moll de la Fusta. Christo aseguró que no emplearía su característica lona blanca sino de color “rosa-polvo semejante al de las piedras de la ciudad”.
Como en 1976 no faltaron las críticas. Algunos proponían envolver Mujer y pájaro, de Joan Miró y Monumento a Picasso de Antoni Tàpies, las dos instaladas un año antes envueltas en polémica. El especialista en Gaudí, Joan Bassegoda proponía envolver al propio Maragall, mientras que Ricardo de Churruca y Colón de Carvajal, descendiente de Colón, pedía en una carta al director que no se secundara esta ida “absurda” y “ridícula”.
“Christo dijo en junio que volvería en septiembre para ultimar detalles, pero no fue así. Estaba inmerso en otro proyecto: envolver el Pont Neuf, que fue el que lo consagró. Fue una doble oportunidad perdida para Barcelona de su resurgir cultural tras la dictadura; un pubnto de inflexión”, prosigue Mas, que apunta que hubo que esperar a 1992, a los Juegos Olímpicos para que se produjera. Mas destaca que es en este momento, cuando, precisamente, “Miralda vuelve a hacer protagonista el monumento con su proyecto Honeymoon en el que casó a Colón, con la Estatua de la Libertad. Fue una especie de revancha de Miralda”.
“El empaquetado del monumento de Jacint Verdaguer es una intervención puramente preventiva, sin ese componente romántico”, explica el arquitecto Eduard Melè, de la dirección de Arquitectura y Patrimonio del Ayuntamiento de Barcelona que lleva a cabo el mantenimiento de su arte público. “Cuando supimos que la empresa Bcasa realizará unas obras para instalar un colector junto al monumento se nos aseguró que no corría peligro, pero valoramos hacer la intervención, porque nunca se sabe”, comenta.
Tras retirar el bordillo perimetral de piedra natural se colocaron hasta tres capas de protección: “Un geotextil que permite a la piedra respirar, una red más tupida y una tercera más resistente que lo protege de las vibraciones. Las dos últimas capas son las que se ven”, explica Melè. El coste del envoltorio corre a cargo de la empresa que realiza los trabajos.
Pero esta misma labor preventiva es la que ha hecho que el monumento a Colón si que luzca, desde octubre de 2019, un envoltorio blanco como los que quería hacer Christo, en concreto en seis de sus esculturas situadas en la base de la enorme escultura. “En los dos casos es la mejor forma de protegerlos, en el caso de Colón para evitar que las personas que pasan por allí les afecte un posible desprendimiento de las piedras afectadas por la humedad”. En ninguno de los dos casos se sabe cuándo se quitarán las lonas. Serán pues dos de los christos de mayor duración.
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