Cataluña acepta ahora las clases en línea ante la prolongación del confinamiento
Educación se había resistido porque considera que fomenta la desigualdad por la falta de recursos tecnológicos de las familias vulnerables
Con la vuelta al cole en el aire, el Departamento de Educación se ha visto obligado a mover ficha y a adoptar medidas en principio no deseadas para mitigar los efectos negativos de estas semanas sin escuela. El consejero Josep Bargalló se mostró, desde el inicio del confinamiento, contrario a las clases en línea porque no todos los alumnos tienen los recursos tecnológicos para acceder a ellas. Pero el sábado anunció un plan para activarlas, aunque el Departamento insiste que no se tendrán en cuenta en la nota final.
El sábado el Departamento de Educación anunciaba el Plan de Acción: centros educativos en línea, que consiste en un conjunto de recursos digitales “que puedan dar continuidad al aprendizaje”. El plan se basa en tres portales web, aunque nuevo solo hay uno: Eix, que viene a ser un entorno virtual parecido a Moodle y que permite realizar clases virtuales. El Departamento lo implantará —a partir de este martes y de forma progresiva— en las escuelas que no dispongan de un entorno virtual, que son unas 400. El segundo es el sistema Nodes, un modelo para homogeneizar las webs de las escuelas, pero que incorpora aplicaciones para que los centros se comuniquen con las familias. “Este es menos pedagógico, pero también es útil en un momento complicado como este en que la comunicación es tan importante”, remarca Mar Camacho, directora general de Innovación y cultura digital. La tercera pata del plan es Odissea, destinada a la formación de los profesores.
Desde la clausura de los colegios, Bargalló rechazó la educación en línea por la brecha digital. “Hay familias que no tienen conexión a Internet en casa ni aparatos. Si lo hiciéramos, dejaríamos fuera precisamente al alumnado más desfavorecido”. Camacho defiende que el cambio de criterio se debe a que “el escenario del confinamiento se alarga”. Para superar esta brecha, Camacho anuncia que están trabajando en diferentes medidas como acuerdos con las operadoras de telefonía para que ofrezcan datos gratis, el reparto de ordenadores entre alumnos vulnerables, la liberación de web educativas (que se pueda navegar en ellas sin consumir datos) o la emisión de contenidos educativos en la radio y la televisión públicas.
Desde la Fundación Bofill defienden la puesta en marcha de la educación en línea, a pesar de esta brecha. “No hacer nada también aumenta las desigualdades”, defiende su director, Ismael Palacín, en referencia al nivel cultural y los estímulos que pueden recibir durante el confinamiento los alumnos según el nivel cultural de los padres. Para Palacín, en estas semanas no se trata de proporcionar un gran volumen de deberes, “porque se queman las ganas de aprender”, sino de mantener “el vínculo escolar”. “Hay que establecer un acompañamiento del alumno para que no pierda el vínculo con la escuela”, asevera.
Pilar Gargallo, presidenta de la Federación de Movimientos de Renovación Pedagógica incide en la realidad que las familias vulnerables viven durante el confinamiento. “Seguramente hay un móvil, pero ¿para cuántos hermanos? ¿Tienen la comida asegurada? La situación dentro de las casas puede ser compleja y no idónea para las tareas escolares”. En la misma línea se expresa Belén Tascón, presidenta de la Fapac. “No es lo mismo vivir en un piso que en una habitación compartida”. Cuando se acabe el confinamiento la Fapac asegura que “la brecha se habrá incrementado, el panorama será peor”.
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