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Los expertos dan por muerto al ficus centenario cuya poda drástica autorizó el Ayuntamiento de Sevilla

Los arboristas que han estudiado el ejemplar, declarado Bien de Interés Cultural (BIC), coinciden en que sus posibilidades de salir adelante son nulas

Ficus centenario de Sevilla
El ficus centenario de Sevilla, convertido en símbolo de la lucha del ecologismo en la ciudad, seco este miércoles.Alejandro Ruesga
Javier Martín-Arroyo

Los arboristas que han estudiado la salud del ficus centenario del barrio de Triana en Sevilla, sometido a una poda radical hace justo dos años, lo dan por muerto. El árbol, de 111 años de antigüedad y declarado Bien de Interés Cultural (BIC), se convirtió en un símbolo de la lucha de los ecologistas y vecinos para conseguir salvarlo de la tala propuesta por la orden religiosa de los dominicos y que autorizó el Ayuntamiento. Un juez ordenó en agosto de 2022 paralizar la tala, pero llegó tarde por unas horas dado que los operarios trabajaron de noche para acelerar los cortes con sus motosierras y casi rematar el ejemplar, antes de que interviniera la justicia a la mañana siguiente para detenerla. La drástica poda ha tenido, dos años después, un resultado letal.

El Ayuntamiento sevillano (PP) asegura que desde hace un año ha intentado darle al árbol cuidados paliativos para que saliera adelante, pero con el 70% de su estructura desaparecida, el ejemplar solo tiene una vena de savia en el tronco sin capacidad de regeneración, según los expertos. Está muy debilitado por la necrosis que sufre, el agrietamiento del tronco y los hongos patógenos instalados en sus raíces y que han descompuesto la madera. “No hay posibilidad de supervivencia”, coinciden los arboristas. El Ayuntamiento ha encargado ahora un informe para determinar el camino a seguir, con dos opciones: conservar el muñón seco de 10 metros de altura, como quieren los ecologistas, o plantar otro árbol que dé sombra en una esquina de mucho tránsito de vecinos y turistas, y con temperaturas disparadas en verano por el asfalto urbano. El ficus, plantado en 1913, llegó a alcanzar los 24 metros de altura y tenía carácter de monumento por su declaración como BIC.

“Cuando haces una poda tan agresiva le quitas la masa foliar, que es su forma de alimentarse, porque a través de las hojas crea su alimento. Si no hay hojas para la fotosíntesis padece una pérdida radicular y empiezan a morir raíces, se rompe la espiral de crecimiento. Además, al ficus le afecta mucho el sol y toda la cara suroeste quedó expuesta, mientras que la cara norte ha sido la última en morir. El árbol no ha tenido recursos para alimentarse”, explica Pedro Rodríguez, arborista que ha cuidado del ficus desde el verano de 2023 hasta esta primavera.

Fuentes de la delegación sevillana de Parques y Jardines que exigen anonimato, matizan: “Pensábamos que tendría la vitalidad para recuperarse y por eso los primeros meses facilitamos esa regeneración. Intentamos liberar el suelo para airear la nutrición de las raíces tras las intervenciones de pavimentos hechas durante los últimos 100 años. Le dimos nutrientes y micorrizas [hongos simbióticos que impulsan el desarrollo de las raíces], pero el árbol ha ido para atrás y no hay síntomas de nuevas brotaciones ni posibilidad de supervivencia”.

El ficus centenario de Sevilla, antes y después de su poda drástica.
El ficus centenario de Sevilla, antes y después de su poda drástica.

Otro experto de una empresa externa que ha tratado el ficus durante el último año y que pide no ser identificado coincide en el diagnóstico: “El árbol está muerto al 99%, tiene un decaimiento irreversible y se murió debido a la atrocidad. El empeño para revivirlo no ha servido. Es un tema triste porque hemos invertido mucho tiempo y porque la disputa inicial entre el párroco y Parques y Jardines se podría haber evitado. Ha sido una lenta agonía de un ser vivo, es duro”.

Durante este sofocante verano los ecologistas han convocado a los vecinos para regar el árbol con cubos de manera colectiva, pero los expertos advirtieron que un caudal y humedades mayores de lo necesario podrían acelerar la aparición de enfermedades.

El Ayuntamiento, que asegura haber gastado 13.000 euros en mantener el ficus el último año, prepara ahora un informe técnico para solventar la papeleta. “Esto determinará las próximas actuaciones tras el daño producido por el descopado radical en el intento de tala, que acabó con el 70% de la estructura del árbol y eliminó su capacidad fotosintética, de nutrirse, respirar y vivir”, avanzó el pasado lunes la delegada de Arbolado, Parques y Jardines, Evelia Rincón.

Una de las ideas que está sobre la mesa es buscar ejemplares que sean tan icónicos como el ficus y que den a la zona una sombra como la que existía antaño. Rodríguez ilustra: “Si el muñón es seguro, se puede dejar ahí por su valor simbólico. El problema es que no da sombra ni beneficios ecosistémicos”. El catedrático de Ecología de la Universidad de Sevilla, Enrique Figueroa, añade: “El ficus es un símbolo de la lucha ciudadana y nunca tendremos el ficus de siempre antes de esta salvajada”. Los ecologistas denuncian que el árbol no ha sido regado este año y exigen al Consistorio que el muñón se quede: “El ficus debe quedarse igual que el roble de Guernica, que se ha regenerado varias veces. Es un icono y emblema histórico del barrio y un aviso de lo que no se debe hacer con el arbolado de Sevilla”, reclama Javier Ros, portavoz de la plataforma en defensa del árbol centenario.

Mientras, el párroco de la iglesia de San Jacinto contigua al ficus, Javier Rodríguez, que solicitó apear el árbol cuando estaba en su finca, antes de que comprara la esquina el Ayuntamiento el año pasado, echa ahora balones fuera: “Yo no pretendía hacer el mal como algunos pensaban. Yo intentaba hacer lo que está bien con todas las de la ley, pero se le dio la vuelta. Quizás me confundí [al solicitar el apeo del ficus], pero lo hice de buena fe. Estaré satisfecho si se apea en el próximo mes, evidentemente”.

Estado original del ficus en una imagen incluida en el informe de la parroquia de San Jacinto.
Estado original del ficus en una imagen incluida en el informe de la parroquia de San Jacinto.

Para autorizar la tala y descartar medidas alternativas como una pérgola, el Ayuntamiento alegó que peligraba la seguridad de los peatones por accidentes previos y que las raíces dañaban la estabilidad de la iglesia. El Juzgado de lo Contencioso 9 advirtió que estudiaba paralizar la tala, pero el alcalde, a pesar de saber que el juez tenía solo dos días para tomar una decisión por tratarse de una medida cautelarísima, decidió no esperar bajo el pretexto de que la tala la impulsaba la Iglesia, y le dio luz verde al párroco.

¿Por qué movió ficha el Ayuntamiento sin esperar a que el juez estudiara el caso?

“En cumplimiento de la seguridad jurídica y administrativa que rige cualquier acto administrativo, la orden de paralizar la licencia por parte del Ayuntamiento de Sevilla se dio una vez que fue notificada la orden judicial al Ayuntamiento”, aduce Antonio Muñoz, el exalcalde socialista que autorizó la polémica tala. El apeo se inició para derribar el ficus y durante los trabajos se dio la orden de paralizarla. “Fernando Mora Figueroa [ex director general de Medio Ambiente] decía que lo estaban acribillando con este tema y me llamó para ordenarme que la tala se quedara en poda severa. Pero claro, los cortes que hicimos no fueron para dejarlo vivo, sino para cargárnoslo. A medio camino cambiaron de parecer”, revela Alfonso Antolín, consejero de la firma Seanto, encargada de la tala.

El ficus, hábitat de cientos de aves durante décadas, no se incluyó en el inventario municipal de árboles singulares de 2023 ni en el anterior de 2022. La guía de procedimiento para proteger estos enormes ejemplares, mediante una reglamentación jurídica, sigue pendiente de redactarse por parte del Ayuntamiento sevillano. Esta clave explica que en 2022 el Consistorio no tuviera un protocolo claro al que someterse y reinara la improvisación en los momentos críticos de la poda de las espectaculares ramas, con casi un metro de diámetro. En el catálogo de árboles singulares, del que disponen todas las grandes ciudades españolas, están incluidos los ejemplares de los parques y jardines públicos como el Alcázar sevillano, pero también de residencias privadas como el Palacio de Dueñas de la Casa de Alba en la capital andaluza.

Para revertir la sensibilidad del poder político hacia los árboles, el ingeniero técnico agrícola Felipe Marín ha denunciado ante el Defensor del Pueblo andaluz las malas podas que ejecutan el Ayuntamiento de Sevilla -en la calle Santa Cecilia por ejemplo- y otros 30 Consistorios andaluces gobernados por diferentes partidos. “La buena poda de expertos arboristas no se nota y respeta la estructura del árbol, pero la ciencia no ha llegado a los Ayuntamientos. El votante cree que están cuidando los árboles -con podas tipo chupa-chups- por la grandísima desconexión con la naturaleza que tienen los ciudadanos. Dado el avance patente del cambio climático en las ciudades, considero las podas absurdas una malversación de fondos, que además afecta a la salud del árbol y da menos sombra. A mi queja ante el Defensor solo me contestó el Ayuntamiento de Sevilla, y lo hizo para mentir”, acusa. “En pueblos como Bollullos de la Mitación o Guillena, un arborista llora”, concluye.

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Sobre la firma

Javier Martín-Arroyo
Es redactor especializado en temas sociales (medio ambiente, educación y sanidad). Comenzó en EL PAÍS en 2006 como corresponsal en Marbella y Granada, y más tarde en Sevilla cubrió información de tribunales. Antes trabajó en Cadena Ser y en la promoción cinematográfica. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y máster de EL PAÍS.
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