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“Las grandes transferencias de caudales ya no son la solución, hay que aprovechar cada gota de agua”

Carlos Arrazola, presidente de la Confederación Hidrográfica del Ebro desde finales de diciembre, explica que en los últimos 20 años la gestión del agua ha cambiado por las condiciones meteorológicas

Carlos Arrazola
Carlos Arrazola, nuevo presidente de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE).CONFEDERACIÓN HIDROGRÁFICA DEL EBRO

Carlos Arrazola sonríe cuando recuerda la fecha de su nombramiento como presidente de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE). “Fue el 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes”. A punto ahora de cumplir su primer trimestre al frente, el nuevo jefe de este organismo, que regula una cuenca que baña nueve comunidades autónomas de España, ha vivido un temporal con crecida del río incluida y a la vez la sequía. El bautismo de este licenciado en Químicas, con 20 años ya de experiencia en “la casa”, los últimos cuatro como Comisario de Aguas, no se ha privado de nada.

“Todos los fenómenos extremos acaban siendo imprevisibles porque no puedes reaccionar con mucha antelación y lo importante es su gestión”. “Las inundaciones —dice por la última crecida del Ebro el pasado 2 de marzo— pasan más rápido que las sequías, que se prolongan más en el tiempo, pero ambas son situaciones preocupantes”. Arrazola sustituye a Dolores Pascual —nombrada directora general del Agua del MÍTICO— y depende directamente del mismo ministerio de Teresa Ribera, el de Transición Ecológica y para el Reto demográfico del Gobierno de España. Y de transiciones ya empieza a saber este funcionario que antes ha pasado por la empresa privada. “La CHE está a punto de cumplir 100 años, fuimos el primer organismo de cuenca creado en España en 1926 y su ejemplo —subraya— se ha exportado a muchos otros sitios”. Y habla de los cambios que ha sufrido la gestión del agua en los últimos 20 años para llegar a una conclusión: “Las grandes transferencias de caudales ya no son la solución y el reto ahora está en aprovechar mucho más —no cada litro— sino cada gota de agua”.

Y el mensaje es para navegantes, o para regantes, porque justo este mes ha empezado la campaña de riegos en muchos puntos de la cuenca del Ebro, y en una situación un tanto paradójica. En el margen izquierdo rebosan los pantanos por las últimas lluvias —los de Álava, Navarra, La Rioja y Aragón están a más del 90% como el embalse de Yesa, en el río Aragón (91%) y Mediano, en el río Cinca (99%) —e incluso algunos ya desahogando por esta Semana Santa pasada por agua para hacer hueco si viene el deshielo. Mientras, en el margen derecho siguen en situación delicada.

Sequia Cataluña
El pantano de Sau, a menos del 5% de su capacidad, en una foto de diciembre de 2023.Albert García

El embalse del Ebro, por ejemplo, que está en cabecera (Cantabria y Castilla y León) y sirve para surtir los usos del Eje del Ebro, en La Rioja, Navarra y Aragón, está al 39,5% cuando lo habitual en estas fechas sería encontrarlo por encima del 50%.

“Tenemos el margen izquierdo rebosante, y en el margen derecho lo que tenemos es la esperanza de que todavía pueda recuperarse con las lluvias”, dice Arrazola a la vez que no descarta que tengan que aplicarse restricciones. En las nueve comunidades bañadas por el Ebro, Cataluña es la que más preocupa, sobre todo en la cuenca del Segre, aunque ahora mismo y gracias a esta Pascua lluviosa, pequeños embalses como el de Oliana han alcanzado casi el 70% de llenado. Sin embargo, el más grande, Rialb, sigue estando al 33% cuando la media de los últimos cinco años alcanzaba el 50%.

Aun así, este organismo no contempla transferencias. El fantasma de los trasvases se agita periódicamente desde los territorios que viven la escasez, pero Arrazola, que es técnico y no político, huye de esta dimensión del problema. “Estos temas nos trascienden porque requieren una decisión a nivel del Estado, es el Gobierno quien tiene la responsabilidad de decidirlo”, aunque no rehúye mojarse y apunta que en la solución que se baraja en Cataluña prima la desalación de agua marina, porque el ministrasvase —aunque “sí se está utilizando”—, “por sí mismo no será capaz de solucionar el problema porque su concesión es de 94 hectómetros cúbicos cuando ya solamente se emplean habitualmente el 80% para ese objetivo, surtir a la parte de municipios de Tarragona”.

Más tajante se muestra sobre otra petición del Gobierno catalán para gestionar la cuenca a su paso por el territorio. “Espero que no se rompa la unidad de cuenca, es muy positiva en la gestión y a lo largo de la historia de la Confederación, es lo que ha permitido ayudar a los territorios a desarrollarse, y también a enfrentarse a la sequía, manteniendo, por ejemplo, los caudales ecológicos en el Eje del Ebro”. Se refiere concretamente al caudal ecológico clave para la supervivencia del Delta del Ebro, declarado parque natural, y que el año pasado se enfrentó a una sequía sin precedentes que obligó a reducir al 50% los abastecimientos para cultivos como el del arroz. “En el Delta —vaticina— esperamos que no se repita esa situación”.

Por todo esto, con una geografía de necesidades tan variables sin salir de la misma cuenca, Arrazola se marca como objetivo acabar las obras hidráulicas pendientes y digitalizar la institución para ser más eficientes. “Si aprovechamos mejor el agua, y con menos producimos lo mismo, estamos en mejor situación para enfrentarnos a todos los fenómenos extremos que padecemos y que pueden ocurrir”. No cree, por otra parte, que hagan falta más embalses, sino acabar los que están ya en marcha. En el Plan Hidrológico del Ebro vigente hasta 2027 se prevén cinco obras, cuatro de ellas en Aragón. Se acabaron los tiempos en los que los perjuicios ambientales y sociales no contaban. “Ahora”, dice, “si los beneficios de una obra no compensan esto, tenemos un problema y la sociedad no avanza”.

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