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Seis gráficos que explican la emergencia por sequía en Cataluña

La Generalitat ha declarado una nueva fase de la crisis hídrica, que entrará en vigor este viernes a partir de medianoche

Sequía Cataluña
Comparativa del cauce del río Muga, en el pantano de Darnius (Girona). La imagen de la izquierda es de 2017; la de la derecha, en la actualidad.COPERNICUS SENTINEL DATA 2017/2024

Las restricciones más duras de emergencia por sequía se extenderán a más de seis millones de personas de 202 municipios de Barcelona y algunas poblaciones de Girona a partir de este viernes. Así lo ha anunciado la Generalitat, que suma estas localidades a las 37 (125.000 habitantes) de las comarcas de Alt Empordà, Baix Camp y Baix Llobregat, que ya estaban en la fase más severa desde agosto. Esto significa que casi el 80% de la población catalana vive en una zona en emergencia por la crisis hídrica.

De los 630 municipios que se abastecen de las cuencas hidrográficas internas (actualmente al 16% de su capacidad), el Govern ya ha implantado algún tipo de medida antisequía en 617. Hasta este jueves había 82 localidades en el nivel de alerta; 297 en excepcionalidad y 37 en la fase de emergencia. Las 13 restantes no sufren ningún tipo de restricción.

Existen seis fases diferentes (normalidad, prealerta, alerta, excepcionalidad, preemergencia y emergencia) que Cataluña ha ido recorriendo desde hace tres años por la grave falta de agua. El escenario más extremo del plan tiene tres niveles diferentes: emergencia I, emergencia II y emergencia III. El paso de uno a otro, que conlleva medidas cada vez más restrictivas, lo establece el volumen de los embalses de las cuencas hidrográficas internas, que actualmente rondan el 16% de su capacidad. Cuando bajen del 10% se declarará la emergencia II y la III, cuando bajen del 5%.

Entre los municipios que entrarán en emergencia desde el viernes, Torrent (Girona) es el que más agua consume con 500 litros por habitante y día, según los datos de diciembre de la Generalitat (“parciales” porque falta información que no ha sido entregada). Le sigue Begur (Girona) con 495 y Santa Susanna (Barcelona) con 454. Aunque hay tres localidades que, sin los datos actualizados, superaban en septiembre aún más este límite: l’Espunyola (Barcelona) con 903; Montclar (Barcelona) con 2.908 y Montmayor (Barcelona) con 962. Entre las poblaciones que menos agua gastan se encuentran Pinós (Lleida) con 70 litros, Riner (Lleida) con 75; y Viver i Serrateix (Barcelona) con 85. Barcelona capital gasta 163 litros.

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Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), las personas requieren de entre 50 y 100 litros al día para vivir en situaciones de vulnerabilidad. Los registros del consumo de los españoles reflejan que solo con una ducha de cinco minutos se puede llegar a emplear hasta 100 litros. El Plan Especial de Sequía especifica que en emergencia I no se podrá superar los 200 litros por habitante y día; 180 en emergencia II ; y 160 en emergencia III.

Para hacer frente a la sequía, la Generalitat flexibilizó en diciembre las medidas para la práctica deportiva y modificó el plan para recortar en las desembocaduras los caudales ecológicos de los ríos Llobregat, Ter y Muga. El Llobregat bajará de los 500 a los 250 litros por segundo; el Ter, de 2.000 a 600; y, el Muga, de 135 a 40. Se trata de una reducción de más del 90%, según los ecologistas, que estudian elevar la medida a la Fiscalía de Medio Ambiente, acogiéndose al plan de la Agencia Catalana del Agua de 2016/2021 para los caudales de mantenimiento de los ríos y a las leyes europeas. En el documento, se establece que el volumen del Llobregat debe ser de 4.300 litros por segundo; de 5.500 en el Ter; y de 1.200 en el Muga, pero el Plan Especial de Sequía permite la reducción de los caudales para garantizar el consumo humano.

El antes y el después de los principales ríos catalanes

Estos tres ríos son las fuentes principales de los 239 municipios que ya están en emergencia, donde la agricultura restringirá un 80% el consumo de agua; la ganadería, un 50% y, la industria, un 25%.

El sistema Ter-Llobregat, formado por los cinco embalses de Sau, Susqueda, La Baells, Llosa del Cavall y Sant Pons, se encuentra al 16,3% de su capacidad. En octubre de 2017, las reservas se encontraban al 56%, como se puede comparar en las siguientes imágenes.

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Comparativa del cauce del río Ter en el pantano de Sau y Susqueda entre los años 2017 y 2024 Copernicus Sentinel data 2017/2024

El embalse de la Baells, una de las paradas del Llobregat, tenía un volumen del 74% en 2017, según datos de la Generalitat. En la actualidad, tiene un 21%.

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Río Llobregat, embalse de Baells Copernicus Sentinel data 2017/2024

El embalse de Darnius, que se nutre del río Muga y abastece a 12 municipios del Alt Empordà, se encontraba a finales de diciembre de 2017 al 36% de su capacidad. En la actualidad, se encuentra al 11,48%.

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Comparativa del Cauce del río Muga, pantano de Darnius Copernicus Sentinel data 2017/2024

El segundo año más seco de toda la historia de Cataluña

La falta de precipitaciones y las altas temperaturas han sido determinantes a la hora de almacenar las reservas hídricas. Desde 2020, solo han llovido 1.400 de los 1.900 mm que deberían haber caído en Cataluña, según el Servicio Meteorológico de la Generalitat (Meteocat). La cantidad de agua que falta equivale a que toda la comunidad se inundara medio metro de altura. Es la peor sequía de la historia de la comunidad por extensión, duración e intensidad. Como ejemplo, el caso de Barcelona, donde el Índice de Precipitación Estandarizado indica que en enero hubo una caída de -2,16 en lo que respecta a la sequía meteorológica, mientras que en el mismo mes del año 2009, tras el anterior periodo de sequía, se estimaba un crecimiento de 1,13.

La escasez de lluvias ha disparado las temperaturas en plena época invernal. El pasado mes de diciembre fue más caluroso de lo habitual, con temperaturas de hasta 2,5 grados por encima de la media de los últimos 30 años. El 2023 se convirtió en el año más cálido desde que hay registros en Cataluña (y también en el mundo), especialmente desde junio, con hasta tres grados más. Solo enero, febrero y mayo se salvaron de la anomalía.

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