Barcelona se asoma a la emergencia por sequía con el segundo año más seco desde que hay registros
Diciembre confirma la situación de extrema sequía en Cataluña, cuyos embalses rozan el mínimo para activar el plan de emergencia de la Generalitat
Cataluña despidió el 2023 de la mano de la peor sequía en el territorio desde que hay registros, con un nivel de precipitaciones entre un 30% y un 50% inferior a la media de los últimos 30 años, según el Servicio Meteorológico de la Generalitat. El mes de diciembre se sitúa como el noveno del año con déficit pluviométrico, augurando una mayor caída de los niveles de los embalses que abastecen al grueso de la población y que la mañana de este martes se situaban al 16,73% de su capacidad, cada vez más cerca del 16% (112 hectómetros cúbicos) que marcará la puesta en marcha del plan de restricciones más severas. Estas medidas las dictará la Generalitat previsiblemente la próxima semana y afectarán a buena parte de la población catalana, la que se abastece de los ríos de las cuencas internas, especialmente el Ter y el Llobregat. Barcelona y su área metropolitana se abocan así a restricciones tras haber cerrado la capital catalana el año 2023 como el segundo ejercicio más seco desde que en 1914 se comenzaron a tomar registros.
El 2023 no ha sido capaz de destronar al 2022 como el año más seco en Barcelona, pero sí se ha situado en el podio y muy cerca. La medalla de plata de la serie centenaria del Observatorio Fabra la merecen los escasos 309,5 mm de precipitaciones acumuladas que se han recogido en la provincia, solo dos litros por encima del año pasado. El bronce de 2021 refleja los tres años de sequía aguda que afronta Cataluña, que no solo vive su período más seco, sino también el más cálido. Con un último mes del año más caluroso de lo habitual ―con temperaturas de hasta 2,5 grados por encima de la media―, 2023 se convirtió en el ejercicio más cálido desde que hay registros, y solo enero, febrero y mayo se salvaron de la anomalía. El resto de meses las temperaturas han estado por encima de la media de los últimos 30 años, especialmente entre junio y diciembre, donde en algunas zonas se han alcanzado los tres grados centígrados de diferencia.
La falta de precipitaciones ha sido un factor determinante del aumento de las temperaturas. Como en el resto del país, la lluvia ha sido la gran ausente del 2023, con excepción de las comarcas del noroeste, en el Pirineo, y de puntos del Montsià. Las cifras son más alarmantes si se comparan con la media de los últimos 30 años: En el mes de marzo, la falta de precipitaciones― no llegaron ni al 30% de la media de forma generalizada― hizo desaparecer la nieve de las montañas a mediados de mes y en abril la acumulación de lluvias apenas rozó el 50%. Tras los meses de verano, octubre, el mes que suele acumular la mayor concentración de lluvias, disparó las alarmas con una sequía especialmente grave que en algunas zonas del noroeste dejó precipitaciones inferiores al 30% de la media.
Las reservas de agua de las cuencas internas catalanas, de cuyo abastecimiento depende el 90% de la población catalana, han vuelto a reducirse, situándose en el 16,73%, por debajo de los 118 hectómetros cúbicos de los 700 que pueden albergar estos embalses y casi la mitad del volumen que acumularon en las mismas fechas el año pasado (del 31,5 %). El descenso progresivo de estos niveles cada vez más al límite del 16% (112 hectómetros cúbicos) ha obligado a la Generalitat a activar el primer nivel de emergencia por sequía, que reducirá el consumo máximo por persona y día a los 200 litros. Se prevé que en caso de alcanzar el nivel 2, el consumo se limitará a los 180 litros y hasta los 160, si se llega al nivel 3.
La Generalitat planea declarar la emergencia la próxima semana, lo que supondrá un endurecimiento de las medidas para combatir la sequía extrema que ya afectan a gran parte de la población catalana, a la que el conseller de Acción Climática, David Mascort, pedía el pasado 12 de diciembre prescindir de la ducha en las instalaciones deportivas, como gimnasios, piscinas o clubes de fútbol.
El Govern anunció que las nuevas restricciones estarán destinadas fundamentalmente al turismo y a actividades industriales que impliquen un uso intensivo del agua: las empresas que necesiten una concesión de la Agencia Catalana del Agua (ACA) o de los ayuntamientos no podrán ponerse en marcha hasta que se supere la crisis hídrica. Una situación similar a la que se enfrentarán actividades económicas como las granjas y nuevos regadíos. Por el contrario, sí se permitirá regar los jardines y el arbolado público, que servirán como refugio climático, y los campos federados de deporte, así como rellenar las piscinas públicas.
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