La sequía amenaza al sector turístico catalán: “Me tendré que comer los kayaks con patatas”
Empresas y negocios que dependen del agua de los ríos Ter y del Llobregat, que abastecen al área metropolitana de Barcelona y Girona, lamentan pérdidas económicas y critican la gestión del Govern
Roger Duran (58 años, Sabadell) ofrecía hasta octubre tres rutas para cruzar el río Ter a su paso por el pequeño pueblo de Colomers (Baix Empordà, Girona) con su empresa Kayak del Ter. “Este negocio tenía un impacto de 900.000 euros en la comarca”, cuenta mientras da vueltas a un café en uno de los bares del lugar. La verde orilla donde guarda parte de sus 260 canoas es un trampantojo que esconde la poca agua que lleva este río que abastece, junto al Llobregat, a casi seis millones de personas del área metropolitana de Barcelona y a Girona.
La mitad de los 190 habitantes que residen todo el año en este pueblo, ubicado a unas dos horas de la capital catalana, tienen en el turismo su fuente de ingresos. La sequía que golpea desde hace tres años Cataluña ha roto todos los registros históricos y amenaza el trabajo de estos vecinos. “Siempre he tenido clientes. Cuando llaman ahora les digo que no puedo darles el servicio porque no hay suficiente agua”, relata Duran. Tom Armesto, vecino y dueño del bar La Llúdriga, también ha notado el bajón en la clientela que iba a comer después de cruzar el río en piragua. “Hay muchas menos reservas”, asegura. El restaurante El Chalet, contiguo a los kayaks de Duran, también ha reducido de tres a uno los turnos de trabajo.
Duran fundó en 2008 Kayak del Ter, cuando un episodio de potentes precipitaciones revitalizó el río. Empezó con 20 embarcaciones y poco a poco fue aumentando el tamaño de la flota. Nunca pensó que cerraría por falta de agua un negocio donde trabajaban 16 empleados en temporada alta: “Por aquí pasaban alrededor de 15.000 personas al año”, recuerda. Estudiantes, dinámicas de empresas y hasta ornitólogos de Estados Unidos se acercaban a esta parte de Cataluña para disfrutar del entorno y el río. “Ahora estiraré el poco dinero que me queda para pagar las licencias de los kayaks, pero me los tendré que comer con patatas”, dice resignado.
El turismo de la comarca de el Berguedà (Barcelona) también está sufriendo las consecuencias de la sequía. La base acuática de la empresa Indomit se sitúa en el embalse de La Baells, al 22,4% de su capacidad, que regula el río Llobregat. En los últimos dos años, ha perdido el 90% de su clientela para las actividades de piragüismo o paddle surf. Albert Palau, propietario de este negocio de deportes de aventura, explica por teléfono que sobreviven por el resto de servicios que ofrecen, como el ‘paintball’, la espeleología o el tiro con arco, y por los amantes del deporte acuático. “A ellos les sirve todavía para mantenerse en forma”, resalta el dueño de Indomit, que echó a andar en 2002. La ausencia prolongada de lluvias hace que el entorno sea menos atractivo para los usuarios, como reconoce Palau. Donde antes trabajaban 20 personas dedicadas exclusivamente a las actividades acuáticas, ahora solo quedan dos: “Resistimos como podemos. La inflación también está haciendo mucho daño al sector”, explica el propietario.
Los embalses de las cuencas internas catalanas han vuelto a reducir su capacidad y se sitúan en el 16,99% de media, una cifra por debajo del volumen registrado la semana pasada, cuando el martes estaban al 17,27%. Así lo refleja la última actualización este miércoles del informe del estado de los embalses de la Agència Catalana de l’Aigua (ACA), que muestra que el volumen actual está por debajo del registrado por estas mismas fechas el año pasado, que era del 31,34%.
Los vecinos de Colomers sienten que el Ter es “el único río solidario” con el área de influencia de Barcelona y Girona, donde la Generalitat trabaja a contrarreloj para que, si se declara en enero el escenario de emergencia del Plan Especial de Sequía (PES), se garantice el suministro de los 202 municipios afectados. Sin embargo, la lentitud en las obras de ampliación de infraestructuras del 2008 y la falta de plantas de agua regenerada o desalinizadoras hará que “el turismo se vaya al garete”, según Durán. “Entiendo que se priorice el consumo humano, pero tampoco tenemos porqué estar castigados sin agua aquí porque la Generalitat no haya hecho los deberes. El Ebro tiene recursos. El Llobregat o el Besòs, también ”, destaca el dueño de Kayak del Ter mientras enseña el medio metro de agua que falta aproximadamente en el río.
Aunque Palau coincide con Duran en que lo primero es la población en caso de emergencia, destaca que las medidas adoptadas por la Agència Catalana de l’Aigua (ACA) no tienen “ningún sentido” para su sector. “A nosotros nos restringen un 25% el uso del agua como si la empresa la consumiera, cuando lo que hacemos es deporte. Es absurdo”, señala.
Duran afirma que, aunque la legislación del Plan Especial de Sequía es buena, la mala planificación ha generado desigualdades territoriales. “Esta empresa valía mucho dinero antes de la sequía. Es utópico, pero lo ideal sería que el área metropolitana de Barcelona pudiera abastecerse por sí sola”, confiesa.
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