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Anatomía de los ultras que se movilizan contra la amnistía

Negacionistas del Holocausto, neonazis camuflados de senderistas e históricos fascistas con negocios con un inspector de la Policía Nacional se concentran ante las sedes del PSOE

Altercados tras la manifestación convocada contra la amnistía, el pasado 8 de noviembre, frente a la sede del PSOE en Ferraz, en Madrid.Foto: SAMUEL SANCHEZ | Vídeo: EPV
Joaquín Gil

Negacionistas del Holocausto, neonazis camuflados de senderistas o fascistas históricos con negocios con un inspector jefe de la Policía Nacional. Junto a Revuelta, la asociación fantasma usada por Vox para alentar las protestas contra el PSOE, esta es la radiografía de los grupúsculos ultras que han exhibido músculo en las movilizaciones contra la amnistía.

Democracia Nacional: hijos del negacionismo

El presidente de Democracia Nacional, Pedro Chaparro, presume de que en 2010 fue el primer joven que dio una conferencia en la Librería Europa, vivero negacionista del Holocausto que regentó en Cataluña el neonazi Pedro Varela.

Con 37 años y cuatro hijos, Chaparro se concentra ahora ante la madrileña sede socialista de Ferraz. Lleva más de una semana dando el callo dos horas diarias. Como se encuentra en tercer grado penitenciario, se moviliza con una tobillera electrónica que monitoriza sus movimientos y le obliga a estar un mínimo de ocho horas en su domicilio. El Supremo le condenó en 2020 a dos años y nueve meses de prisión por boicotear un acto de la Generalitat de Cataluña en el centro cultural Blanquerna de Madrid en 2013 junto a otros 13 asaltantes. Dice que solo ha estado seis meses en la cárcel. “Instituciones Penitenciarias me amolda los horarios”, explica el portavoz de este partido sin representación, que afirma tener “7.000 militantes activos” y evita precisar cuántos pagan la cuota de 10 euros mensuales. “Es información sensible”, justifica.

Fundada en 1995 de las cenizas de Cedade —histórico referente internacional del nacionalsocialismo con sede en Barcelona y apadrinado por el fascista belga León Degrelle, amigo de Hitler— y los rescoldos de Acción Radical —colectivo nazi que propagó en la Valencia de los noventa el odio a toxicómanos, inmigrantes y homosexuales—, Democracia Nacional ha escrito su historia desde la controversia. En 2021, las juventudes del partido pidieron la liberación de Josué Estébanez, un exmilitar neonazi condenado a 26 años de prisión por el asesinato en 2007 del antifascista Carlos Palomino en el metro de Madrid.

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Cuando se le pregunta por el faro ideológico del partido, Chaparro lo tiene claro: el exeurodiputado y fundador de la neofascista Forza Nuova, Roberto Fiore. Antiguo prófugo condenado en rebeldía por la justicia italiana, Fiore engrosó las filas de Núcleo Armado Revolucionario (ARN), organización implicada en el atentado de Bolonia en el que murieron 85 personas en 1980.

A la pregunta de si cree que el Holocausto se saldó con la muerte de seis millones de judíos, Chaparro guarda silencio.

España 2000: dinero público y negocios con un inspector de la Policía Nacional

A sus 69 años, José Luis Roberto, abogado y empresario de la seguridad, ha perdido enteros como referente extremista. Desde que fundara hace más de dos décadas, España 2000, una formación con 2.500 militantes radicada en Valencia que agita el discurso antiinmigración y se mira en el espejo del lepenista Frente Nacional francés, la estela de este admirador del prohombre del fascismo patrio Ramiro Ledesma Ramos se ha desvanecido. La irrupción de Vox y una escisión interna que se fraguó en 2020 con el alumbramiento del partido Hacer Nación esfumaron los días de vino y rosas de este grupo que en 2015 obtuvo seis concejales en cuatro municipios del madrileño Corredor del Henares. Hoy, carece de representación.

Roberto combina el megáfono ante la sede del PSOE en Valencia con los negocios. Antiguo secretario general de la patronal de los prostíbulos Anela, el líder de España 2000 figura como apoderado de Levantina de Seguridad S. L., una empresa con 250 empleados creada en 1979, que en 2021 facturó 6,2 millones, según el Registro Mercantil. Su conglomerado ha recibido desde 2017, al menos, 900.000 euros de dinero público. El Instituto Geológico y Minero de España (550.000 euros); la Residencia Estudiantil y Centro de Estudios Ramón Pignatelli, dependiente de la Diputación de Zaragoza (159.436); y la Delegación de Economía y Hacienda de Tarragona (125.928) fueron sus principales adjudicatarios, según la Plataforma de Contratación.

En conversación con EL PAÍS, el líder de España 2000, desvela conexiones de sus negocios:

—Desde que creamos nuestra filial de Levantina de Seguridad en República Dominicana, Lanceros, uno de los tres socios es Ricardo Ferris [hasta 2022 inspector jefe de la Policía Nacional].

Según la base mercantil D&B, Lanceros comenzó a operar en el país caribeño hace más de una década. Este periódico ha intentado sin éxito recabar la versión de la Policía Nacional. Y Ferris no se pone al teléfono. Roberto sostiene que la participación accionarial del inspector es legal porque no implica “ejercer actividad”. “Si la inversión fuera en una fábrica de tornillos no pasaría nada, pero al ser en una empresa de seguridad, es una irregularidad flagrante. Motivo de expulsión”, apunta un ex inspector jefe de la Policía Nacional.

Lanceros José Luis
El líder de España 2000, José Luis Roberto (izquierda), y el exinspector Ricardo Ferris (derecha), flanquean a un empleado de Lanceros, filial en República Dominicana de Levantina de Seguridad, en una imagen sin datar.

Interior fulminó el pasado año a Ferris como máximo responsable de la comisaría centro de Valencia, después de que el mando vinculara inmigración y delincuencia mediante bulos en una conferencia de Vox.

FACTA: fascistas con mochila

El empresario autónomo Carlos San Frutos Sevilleja compatibiliza la gestión de la librería El Rincón Hispánico en Madrid con el liderazgo de este grupo que atrae a decenas de jóvenes con el señuelo de las rutas de montaña.

Su movimiento distribuye material neonazi y fascista por la red a través de un negocio que nació en 2016 bajo la cobertura de “venta de prendas de vestir”, según el Registro Mercantil. Su oferta contempla banderas confederadas, emblema supremacista de los Estados sureños de EE UU que lucharon por mantener la esclavitud; toallas con el lema Werewolf, unidad militar del Tercer Reich creada para combatir el avance aliado con asesinatos y sabotajes; o camisetas del partido neonazi griego Aurora Dorada.

Marcha de montaña organizada por Facta, en una imagen sin datar de la organización.
Marcha de montaña organizada por Facta, en una imagen sin datar de la organización.

Por sus conferencias han desfilado desde 2021 desde el exagente del Cesid (precedente del CNI) Diego Camacho al coronel del Ejército del Aire Carlos Martínez-Vara de Rey. También, prominentes figuras del neofascismo como el fundador del grupo Terza Posizione, Gabriele Adinolfi, que huyó de Italia tras su vinculación con el atentado de la estación de Bolonia de 1980, que segó la vida a 85 personas.

“Nuestra hora ha llegado”, advirtió San Frutos el pasado febrero ante un centenar de personas en el madrileño cementerio de La Almudena, durante un homenaje a la División Azul, la unidad de 45.000 voluntarios españoles que combatió junto al Tercer Reich contra las tropas soviéticas durante la II Guerra Mundial.

Pese a que Facta no ha descendido a la arena política, su líder se ha fogueado en candidaturas ultras. Tras concurrir en 2008 y 2009 por Democracia Nacional, San Frutos militó en la asociación neofascista Respuesta Estudiantil. Con 1.500 seguidores en Telegram, el empresario ha declinado atender a este periódico.

Hacer Nación: esperanza patriota

“Son los únicos que tienen algo de fuerza”. Un antiguo ideólogo de un grupo de extrema derecha define así la efervescencia de Hacer Nación, un partido con dos concejales en Velilla de San Antonio (Madrid, 12.193 habitantes) surgido de una escisión de España 2000.

Con tentáculos en Madrid, Jaén y Asturias, los orígenes de esta formación que reúne a una treintena de militantes en Ferraz hay que buscarlos en grupúsculos como el jiennense Iberia Cruor, asociación juvenil de estética neofascista que se promociona con vídeos de Pedro Varela.

A sus 34 años, Mario Martos, licenciado en Ciencias Políticas y opositor a técnico de Hacienda, es su secretario general. Asegura que arrastra a 500 militantes. Una legión de jóvenes de 25 y 35 años, entre los que predominan abogados y empleados de grandes compañías. Su financiación se alimenta de cuotas mensuales de 10 euros y donaciones. El grupo ingresó por esta vía 12.000 euros en las últimas municipales.

Seguidores de Hacer Nación, en una imagen sin fechar.
Seguidores de Hacer Nación, en una imagen sin fechar.

Hacer Nación ha cargado contra la inmigración, la ley trans y la Agenda 2030. Y, por sus jornadas, han desfilado históricos exmilitantes de Cedade como Laureano Luna y emergentes figuras de las camadas ultras. Entre ellas, Thaïs d’Escufon, de Génération Identitaire, un grupúsculo anti-islam disuelto hace dos años por el Gobierno francés, que le atribuyó haber recibido donativos de miembros de organizaciones supremacistas y racistas, como Brenton Tarrant, que atentó en 2019 contra musulmanes en Christchurch (Nueva Zelanda).

Los falangistas: nostalgia y charcos judiciales

El líder de Falange Española y de las JONS, el funcionario de 47 años Norberto Pico, moviliza a diario a 50 camaradas en Ferraz. Su milicia azul forma parte de un engranaje de 1.000 miembros sufragado con cuotas de 15 euros, cenas, venta de lotería y donaciones (10.000 euros en las últimas elecciones). Junto a él, también acude a la sede socialista el jefe de la otra facción joseantoniana, Manuel Andrino, de La Falange. Condenado por el asalto a la librería Blanquerna, Andrino ha declinado atender a EL PAÍS, el periódico que reveló que en 2015 fue arrestado por tenencia ilícita de armas y consiguió una pistola a través de la red del coronel de la Guardia Civil Rodolfo Sanz Sánchez, Rudolf.

investigacion@elpais.es

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Joaquín Gil
Periodista de la sección de Investigación. Licenciado en Periodismo por el CEU y máster de EL PAÍS por la Universidad Autónoma de Madrid. Tiene dos décadas de experiencia en prensa, radio y televisión. Escribe desde 2011 en EL PAÍS, donde pasó por la sección de España y ha participado en investigaciones internacionales.
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