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Los vecinos del pueblo senegalés de donde partió un cayuco naufragado rumbo a Canarias: “Nos sorprendió la cantidad de niñas a bordo”

Los cadáveres recuperados del mar de cuatro ciudadanas de la localidad de Goop revelan, de forma trágica, que las mujeres senegalesas se lanzan cada vez más a la emigración, así como el impacto de las redes sociales en el fenómeno

El impacto de las redes sociales en la emigración marítima de mujeres en Senegal Refugiados Canarias
Migrantes llegados en cayuco al puerto de La Restinga, en la isla canaria de El Hierro, esta semana.Gelmert Finol (EFE)
José Naranjo

“En el pueblo estamos en shock, desolados. Nos ha sorprendido la cantidad de niñas que iban en ese cayuco”, asegura Khadim Diop, vecino de Goop, el pequeño pueblo de Gandiol, en el norte de Senegal, de donde zarpó la embarcación que naufragó el miércoles por la noche y que ha dejado un número indeterminado de desaparecidos, entre ellos, según los vecinos, unas 30 chicas. El mar ha devuelto ya cuatro cadáveres de mujeres jóvenes, de entre 15 y 20 años. Todo ello revela una progresiva incorporación de las mujeres a la emigración marítima impensable hace tan solo unos años debido, según los expertos, a los cambios en la sociedad senegalesa y al enorme impacto de las redes sociales.

Desde hace algunos días circula por la red social Tik Tok un vídeo compartido miles de veces. En él se ve a los pasajeros de un cayuco que supuestamente se dirige a Canarias entre los cuales hay varias chicas jóvenes y menores de edad. Sonríen y hacen gestos a la cámara mientras la embarcación avanza a toda velocidad. “Este vídeo, en donde todo parece muy fácil, lo ha visto todo el mundo y pienso que algunas de las jóvenes de Goop se han preguntado que si las mujeres del vídeo se han ido, ellas también podrían hacerlo”, añade Diop. Muchas de ellas habían abandonado los estudios y trabajaban limpiando casas o ayudaban a su familia con la transformación del pescado, la principal actividad económica en la zona.

Las calles de arena de Goop se asoman a la desembocadura del río Senegal. El pueblo sufre desde hace veinte años un creciente proceso de erosión costera y salinización de la tierra cultivable. Además, los pescadores llevan tiempo quejándose de la escasez de capturas, que les hace ir cada vez más lejos a faenar y que dificulta su supervivencia. “Cuando me llamó mi madre para contármelo no me lo podía creer”, explica Diop, “todos nos conocemos en el pueblo y algunas eran apenas unas niñas, de menos de 15 años”. Los supervivientes del naufragio han sido trasladados a comisaría por la Gendarmería, que trata de averiguar quiénes organizaron el viaje para proceder a su detención. Al menos una persona ha sido puesta ya a disposición judicial. Algunos vecinos tienen miedo y no quieren hablar.

Aminata Touré es la única mujer que ha sido primera ministra en Senegal y ahora es candidata a las presidenciales de 2024. “El silencio y la inacción del Gobierno en este tema son escandalosos. Nuestros jóvenes se van en medio de una total indiferencia de las autoridades. Ahora también se van las mujeres, lo cual entiendo que es un efecto perverso de nuestros avances en materia de igualdad. Ellas también sueñan con mejores condiciones de vida y están dispuestas a asumir riesgos enormes en ese viaje, mucho más que los chicos, como violencia sexual. Que el Gobierno esté mudo es inaceptable”, asegura.

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En la crisis de los cayucos de 2006, año en el que llegaron a Canarias casi 32.000 personas procedentes en su mayor parte de Senegal, apenas había mujeres a bordo y cuando así ocurría saltaban enseguida las alertas ante posibles casos de trata. Pero esto está cambiando lentamente. En 2020, un 5% de los llegados en cayucos y pateras a Canarias fueron mujeres, mientras que dicho porcentaje ha subido hasta el 7% en lo que va de año, según cifras de Cruz Roja para el periodo entre el 1 de enero y mediados de octubre. En cuanto a los menores de edad, el porcentaje es más pequeño: de los 4.200 acogidos actualmente en Canarias, unas 150 son niñas adolescentes, un 3,5%. La cifra de varones sigue siendo mucho mayor, pero la aparición de mujeres jóvenes en los cayucos que zarpan de Senegal o Gambia apunta a un fenómeno que, según Touré, “debería ser investigado a fondo”.

Yaye Bayam, presidenta del Colectivo de Mujeres por la Lucha contra la Emigración Clandestina (Coflec), opina que la creciente presencia de mujeres en los cayucos responde a un profundo cambio cultural debido, precisamente, a la intensa emigración. “Las costumbres y normas sociales están saltando por los aires. Antes las mujeres eran sumisas a los hombres, ya fueran sus maridos o sus padres. Pero hay tantos que se han ido a Europa, que ahora cada miembro de la familia toma sus propias decisiones”, asegura. Para Bayam, quien perdió a un hijo en el naufragio de un cayuco en 2006, muchas mujeres también toman la vía de la emigración con el objetivo de, en el futuro, poder dar una mejor educación y oportunidades a sus hijos.

Pero una cosa es leer unas frías estadísticas o tener una vaga impresión y otra bien distinta es recoger cadáveres de niñas en la orilla. Babacar Diop es sociólogo natural de Gandiol. “De esta zona se han ido muchos jóvenes varones en los últimos años. Lo que está pasando ahora es que muchos de ellos regresan, se casan y se llevan a sus esposas a España. En casi todas las familias hay mujeres que se han ido y dejan atrás hermanas, primas y jóvenes de la familia que desarrollan también esa aspiración de irse. En la actualidad, Senegal vive una profunda crisis política, social y económica que afecta tanto a los hombres como a las mujeres “, explica.

Tanto Diop como Touré coinciden en que se trata de una nueva generación muy marcada por el uso constante de las redes sociales. “Eso amplifica las cosas”, añade Diop, “al igual que los chicos, ellas están presentes en WhatsApp, Instagram, Facebook o Tik Tok y en contacto con aquellas que se han ido y tienen el sueño de alcanzar la misma calidad de vida, sobre todo en un lugar como Gandiol afectado por la destrucción de sus principales actividades económicas, ya sea la pesca o la agricultura”. Para Touré, el creciente acceso de las niñas a la educación y, por tanto, a las nuevas tecnologías las pone en una situación similar a los varones. “Muchas de ellas son cabezas de familia”, comenta.

En Goop reina una tristeza silenciosa y los nombres de las jóvenes ahogadas resuenan en voz baja mientras sus fotos circulan por los teléfonos móviles. Los vecinos piden en los medios locales campañas de sensibilización para frenar el drama, pero Khadim Diop tiene otra visión. “Ellas veían que su futuro era casarse, tener hijos y pasarse la vida limpiando, cocinando y barriendo. Ahora la gente las señala y se pregunta que por qué querían irse. La pregunta que tenemos que hacernos es por qué no pueden ir en avión, como hacen los españoles cuando vienen aquí, que no tienen ningún problema. La cuestión es el derecho a viajar, a la movilidad”, comenta este joven gandiolés.

Por su parte, el sociólogo Djiby Diakhaté, de la Universidad Cheikh Anta Diop de Dakar, considera que “el empobrecimiento de la población debido a la covid-19 y la guerra de Ucrania, que ha conducido a una crisis económica, golpea más a las mujeres que a los hombres. Ellas son las más vulnerables. Antes es verdad que emigraban mucho menos, pero porque el hombre las mantenía. Eso ha cambiado, ya no dependen de otros y están obligadas a buscarse la vida. Además, otras mujeres que han emigrado de manera regular antes que ellas se han convertido en modelos de éxito. Si ellas pudieron hacerlo, nosotras también. Eso se dicen a sí mismas”, asegura Diakhaté.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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