Las otras investiduras fallidas: del eterno bloqueo de 2016 a la segunda repetición electoral en 2019
El fracaso de Feijóo abre la puerta a Sánchez para enfrentarse al que sería su cuarto intento de elección a la presidencia
La fallida investidura de Alberto Núñez Feijóo ha vuelto a poner de relieve este viernes una realidad reciente en la política española: acudir a una sesión de investidura como candidato no garantiza el éxito. Si en las 11 primeras legislaturas de la democracia (hasta el año 2016) los candidatos fueron investidos sin problema —ya fuera por mayoría absoluta o simple—, en las últimas seis ocasiones en las que el Rey ha propuesto candidato el respaldo del Congreso se ha dado solo en dos. Pedro Sánchez fue el primero en ver frustrada su candidatura en marzo de 2016 —después de que Mariano Rajoy declinara ser candidato—, lo que precipitó la primera repetición electoral de unas generales en la historia de España. Rajoy sufrió el mismo destino meses después; y en 2019 el actual presidente en funciones volvió a fracasar en su aspiración de reunir la confianza del hemiciclo, dando lugar a otros comicios repetidos.
La creciente dificultad para investir a un candidato ejemplifica la complejidad parlamentaria que existe desde que en 2015 formaciones como Podemos o Ciudadanos rompieran el tradicional estatus bipartidista del Congreso. Tras el “no” de la Cámara baja a Feijóo, el Rey iniciará una nueva ronda de consultas la próxima semana y propondrá previsiblemente como candidato a Pedro Sánchez, en el que será el cuarto intento personal de investidura del actual presidente en funciones.
La viabilidad de esa hipotética investidura de Sánchez tampoco está garantizada. El apoyo de la Cámara baja al líder socialista depende en gran medida de cómo avancen las negociaciones con los partidos independentistas —que han puesto este viernes encima de la mesa sus reclamaciones de un nuevo referéndum— y la tramitación de una polémica amnistía para los encausados del procés.
El de Feijóo es el cuarto intento de investidura que fracasa desde que Pedro Sánchez iniciase una tendencia en 2016 que explica varios de los momentos clave de la historia política reciente del país. Esto es lo que ocurrió en las tres ocasiones anteriores:
2016: Pedro Sánchez, primer candidato rechazado por el Congreso
El secretario general del PSOE se convirtió en marzo de 2016 en el primer político que fracasaba en una investidura tras la restauración de la democracia. Las elecciones del 20 de diciembre de 2015 habían dibujado un escenario parlamentario muy fragmentado que hacía necesario el apoyo de varios partidos para conformar Gobierno. El PP fue la formación más votada (123 escaños), por delante del PSOE (90) y de los dos partidos que llegaron para poner en jaque al bipartidismo: Podemos (42) y Ciudadanos (40). Sin embargo, Mariano Rajoy no contaba con los apoyos suficientes para ser investido y declinó el encargo del Rey, que apostó a continuación por Pedro Sánchez como alternativa. Era la primera vez que un candidato que no había ganado las elecciones era propuesto por el monarca.
Pedro Sánchez fue tentado por Podemos para formar un Ejecutivo de coalición. Pero ese pacto requería también el apoyo de partidos independentistas como ERC o Democracia y Libertad (la marca con la que concurrió Convergència), algo complicado de gestionar para el líder socialista, que durante la primera sesión de investidura llegó a decir que no podía permitir que la gobernabilidad de España descansase “sobre partidos independentistas”. Además, las exigencias de Podemos —que llegó a pedir la vicepresidencia del Gobierno, la creación de un Ministerio de Plurinacionalidad para impulsar el referéndum en Cataluña o el control del CIS, el CNI y el BOE— alejaron al PSOE de ese posible pacto y le llevaron a poner sus ojos en un socio alternativo: Ciudadanos.
Pero el pacto entre Sánchez y el líder de Cs, Albert Rivera, bautizado como un “acuerdo para un Gobierno reformista y de progreso”, no cuajó. En la primera votación solo pudo sumar el apoyo de los 90 diputados socialistas y los 40 de Ciudadanos; en la segunda, solo Ana Oramas, de Coalición Canaria, elevó esta cifra hasta los 131 escaños.
En aquella sesión no solo votaron en contra los partidos nacionalistas y el PP, sino también Podemos. Pablo Iglesias dedicó unas duras palabras a Sánchez por su pacto con Ciudadanos, del que dijo estaba hecho “a la medida de las élites”, y acabó lanzando un durísimo ataque contra el PSOE: “el partido del crimen de Estado”, dijo, cuyo pasado estaba “manchado de cal viva” (en referencia a los GAL) y al que los trabajadores debían exigir que retirase la “S y la O” de sus siglas.
El fracaso de Sánchez activó el reloj constitucional y España se dirigió a la primera repetición de elecciones de la democracia.
2016: El “no” de Sánchez a Rajoy aboca al PSOE a su mayor crisis interna
La repetición de los comicios, que se celebraron el 26 de julio de 2016, favoreció al PP (137 escaños) y pasó factura al PSOE, que obtuvo su peor resultado en la democracia (85 escaños, incluido uno de Nueva Canarias). Pero la llamada a las urnas no produjo un cambio significativo que acabara con la situación de bloqueo. El Rey volvió a proponer a Rajoy, que esta vez sí aceptó el encargo como candidato a ser investido.
Tras el fracaso del acuerdo entre Ciudadanos y el PSOE, la formación de Albert Rivera decidió dar un volantazo a su estrategia y llegó a un acuerdo con el PP, esta vez bajo el lema “150 medidas para mejorar España”. Sin embargo, por segunda vez en pocos meses, un proyecto de Gobierno apoyado por Ciudadanos fue derrotado en el Congreso. Tanto en la primera sesión como en la segunda, los 137 diputados de PP, los 32 de Ciudadanos y los 3 de Coalición Canaria apoyaron al aspirante, frente a los 180 del resto de grupos que lo rechazaron.
Para desbloquear la situación era necesaria la abstención del PSOE o convocar elecciones por tercera vez en un año. Pedro Sánchez se oponía a facilitar un Gobierno conservador, pero varios barones territoriales y pesos pesados del partido lo aconsejaban. En el convulso Comité Federal del PSOE del 1 de octubre se impuso la apuesta por la abstención y Pedro Sánchez acabó dimitiendo como secretario general del partido y como diputado. Con la abstención de 68 diputados del PSOE —otros 15 rompieron la disciplina del grupo y votaron en contra—, Mariano Rajoy fue investido en segunda votación el 29 de octubre de 2016 y pudo reeditar su mandato, esta vez en minoría.
Sánchez acabó siendo reelegido secretario general del PSOE tras ganar las primarias de mayo de 2017 y desalojó a Rajoy del Gobierno con una moción de censura el 1 de junio de 2018, pero al actual presidente en funciones aún le aguardaba un nuevo fracaso en su siguiente intento de investidura.
2019: El pulso entre Podemos y el PSOE tumba la investidura de Sánchez
Las elecciones del 28 de abril de 2019 confirmaron el cambio de ciclo político en España. El PSOE ganó con 123 escaños y el PP confirmó su hundimiento al caer hasta los 66 asientos. Ciudadanos, con 57, y Podemos, con 42, se mantenían como alternativas al bipartidismo en un Congreso que añadía un nuevo elemento a su ecuación parlamentaria: Vox, que irrumpió en la Cámara baja con 24 diputados.
Las opciones de Sánchez pasaban por reactivar las relaciones con Ciudadanos tras el fracaso de 2016 o acceder a las exigencias de Unidas Podemos. Ciudadanos, entonces inmerso en una lucha con el PP por la hegemonía de la derecha, pronto cerró la puerta a una negociación con los socialistas. Y la negativa de Sánchez a aceptar las peticiones de Unidas Podemos impedía cualquier opción de investidura. El líder del PSOE llegó a asegurar el 19 de septiembre de ese año que “no dormiría tranquilo” con dirigentes de Podemos a cargo de ministerios de Estado.
En la primera votación para la investidura, celebrada el 23 de julio de 2019, Sánchez solo logró sumar el apoyo del diputado del PRC, José María Mazón. Unidas Podemos optó por la abstención como gesto de buena voluntad para continuar con una negociación que no fructificó. La segunda votación, celebrada dos días más tarde, evidenció la imposibilidad de encontrar un acuerdo entre las parcelas de poder que pretendía Pablo Iglesias y las que estaba dispuesto a aceptar Pedro Sánchez. El PSOE mantuvo sus 124 apoyos, insuficientes frente a los 155 rechazos (PP, Vox, Junts, Navarra Suma y Coalición Canaria) y las 67 abstenciones de Unidas Podemos, ERC, PNV, Bildu y Compromís. La falta de acuerdo entre PSOE y Unidas Podemos constataron un nuevo bloqueo político en España, que quedó abocada a la segunda repetición electoral en tres años.
Tras esos nuevos comicios, el retroceso de voto del PSOE (de 123 a 120) y Unidas Podemos (de 42 a 35) contrastó con el auge de Vox —que aumentó de 24 a 52 sus escaños— y del PP —de 66 a 89—. La situación llevó a Sánchez a ceder al viejo anhelo de Iglesias: un pacto progresista para conformar el primer Gobierno de coalición de la democracia, con el entonces líder de Podemos como vicepresidente.
Después de dos intentos fallidos, Pedro Sánchez fue investido presidente del Ejecutivo de coalición progresista en segunda votación y con el estrecho respaldo de 167 parlamentarios. Votaron sí el PSOE, Unidas Podemos, PNV, Más País-Compromís, Nueva Canarias, BNG y Teruel Existe; mientras que el PP, Ciudadanos, Junts, la CUP, UPN, Coalición Canaria, Foro Asturias y el PRC manifestaron su rechazo. Dos formaciones que han apoyado gran parte de las medidas de la legislatura, ERC y EH Bildu, se abstuvieron en esa ocasión.
2023: Feijóo certifica una nueva investidura frustrada con la sombra de la amnistía en el horizonte
El fracaso de Feijóo para formar un Gobierno tras la compleja aritmética parlamentaria dibujada por las elecciones del 23-J abre la posibilidad de que el Rey encargue a Sánchez una investidura cuyo éxito pende de un hilo: el de la amnistía exigida por Junts y ERC a cambio de su respaldo. El reloj constitucional echa ahora a correr y, si no hay investidura antes del 27 de noviembre, España vivirá el 14 de enero sus sextas elecciones desde 2015.
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